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La Guerra de los Seis Días: el conflicto que abrió 50 años de ocupación israelí de Palestina

Por El Litoral

Sabado, 03 de junio de 2017 a las 15:06

La Guerra de los Seis Días, un conflicto fugaz en el que Israel venció, hace 50 años, a una coalición de países árabes, fue un hecho bisagra en la geopolítica mundial, que derivó en la ocupación israelí de Jerusalén Este, Cisjordania, Gaza, los Altos del Golán y el Sinaí egipcio y que marcó a fuego la región hasta la actualidad.


Aquel 5 de junio de 1967, pocos esperaban el inicio de una guerra, que comenzó con un ataque sorpresa de Israel a la península del Sinaí y concluyó apenas seis días después con una aplastante victoria sobre la coalición enemiga formada por Egipto, Siria y Jordania, y la ocupación de territorio de los tres países.

Los israelíes interpretaron la categórica victoria como una nueva evidencia de la validez moral del proyecto sionista y el mundo occidental celebró la paliza propinada al líder egipcio Gamal Abdel Nasser, referente del nacionalismo árabe y por esos días considerado el peor enemigo de Occidente.

Para los árabes, el resultado tuvo un efecto moral devastador, un sentimiento generalizado que medio siglo después aún se pone de manifiesto en el modo en que denominan esta guerra: "Naksa" (El Retroceso).

A partir de entonces, la cuestión palestina empezó como nunca antes a cobrar una nueva dimensión global.

Los palestinos, que en 1964 habían fundado la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), tomaron las riendas de su causa y abandonaron la tutela de los Estados árabes, un enroque reflejado en la llegada de Yasser Arafat al liderazgo y el surgimiento de diversos movimientos revolucionarios de liberación nacional.

El conflicto "árabe-israelí" pasaría desde entonces a denominarse conflicto "palestino-israelí".

Entre las principales efectos de la guerra sobresale la consolidación del proyecto sionista, particularmente en cuanto a sus objetivos geopolíticos, mientras por el lado árabe el hecho catalizó el agotamiento definitivo de los nacionalismos que -liderados por Nasser- habían florecido desde la década del 50.

El mundo árabe mantuvo los años siguientes una guerra de desgaste con Israel, que desembocó en un ataque conjunto egipcio-sirio, la Guerra de Yom Kipur (o Guerra del Ramadán, en octubre de 1973), que terminó con otro triunfo israelí y no logró alterar el mapa establecido en 1967.

La tensión regional quedó enmarcada en los esquemas de la Guerra Fría. La Unión Soviética (URSS) rompió relaciones con Israel, que se convirtió -a ojos de buena parte de la opinión pública- en agresor y potencia ocupante.

El marco geopolítico del conflicto, con Estados Unidos consolidado ya como potencia hegemónica desde finalizada la Segunda Guerra Mundial (rezagando a potencias coloniales de antaño como Reino Unido o Francia), fue crucial en la configuración del futuro ajedrez diplomático vinculado a esta convulsionada región.

Washington comenzó a hilvanar una alianza estratégica con Israel, en línea con los engranajes de la Guerra Fría y los intereses económicos y energéticos en la zona, mientras los países árabes evidenciaron su incapacidad para generar una matriz de intereses comunes que permitiera enfrentar el escenario geopolítico en ciernes.

Si bien el movimiento sionista y su objetivo de crear un "Hogar Nacional Judío" en Palestina tenían desde sus inicios el apoyo de Occidente -principalmente desde Reino Unido, aunque también de bloques como la URSS-, será su triunfo militar en 1967 y la consiguiente alianza estratégica con EE.UU. la que consolidará y dará poder de fuego a su proyección futura.

"La Guerra de los Seis Días fue una de las mayores victorias en la historia de Israel", dijo recientemente el primer ministro Benjamin Netanyahu, durante un acto recordatorio del aniversario.

Evaluadas estas palabras a la luz del objetivo de cualquier conflicto armado, esto es, conseguir la paz, los israelíes estarán en profundo desacuerdo con el premier: la espiral de violencia desatada en la región en estas cinco décadas, que acumula levantamientos palestinos (Intifada), operaciones militares de gran escala, guerras, atentados, bombardeos a civiles y decenas de miles de muertos, dan cuenta inequívoca de ello.

Pero otra perspectiva se desprende si se analiza desde la óptica de sumar territorios. Desde entonces, con el aval de Washington, y una creciente sintonía en los intereses políticos, económicos y geográficos de ambas capitales, Israel amplió de facto y significativamente su jurisdicción y poder en lo que alguna vez fue el Mandato Británico de Palestina. En 1982, Israel devolvió a Egipto el Sinaí, y años antes, en 1973, aceptó devolverle a Siria el 5% de los Altos del Golán.

El Estado judío continuó y continúa construyendo profusamente asentamientos -ilegales para el derecho internacional- en las tierras ocupadas a los palestinos, con una velocidad y volumen que dificultan cada vez más una futura partición, a estas alturas casi imposible, para fundar un Estado palestino.

En la actualidad hay unos 8 millones de ciudadanos de Israel, 6 millones de ellos judíos y 2 millones árabes.

El Estado de Israel se anexionó Jerusalén Este y más de un tercio de los medio millón de habitantes de ese sector son judíos.
Los palestinos en Jerusalén Este sólo tienen estatus de residencia y, aunque en principio tienen derecho a solicitar la ciudadanía, pocos ejercen ese derecho.

En Cisjordania, la ocupación es gestionada por un organismo militar, que controla la seguridad y también los asuntos civiles en buena parte del territorio (el 60%, la llamada Área C).

Respecto a Jerusalén, Israel se anexionó el este de la ciudad, de mayoría árabe, en 1980, en una decisión no reconocida por la comunidad internacional, y la considera territorio soberano.

La Autoridad Nacional Palestina (ANP), alguna vez concebida como un "estado en espera", en la actualidad se asemeja más a un gobierno municipal, subsumido en el Estado de Israel, que sigue a cargo de la seguridad general, incluidos los desplazamientos dentro del territorio, además de las entradas y salidas.

En la Franja de Gaza, bajo control del grupo islamista Hamas, Israel retiró tropas y colonos en 2005, pero además de someter al enclave a un bloqueo desde el año 2006, controla los cielos, el acceso al mar y la mayoría de los cruces terrestres.

Aunque la presencia militar ocupante dentro del territorio ha desaparecido, sigue vigente a los ojos de los habitantes de Gaza y de parte del mundo.

En la actualidad, las consecuencias de la ocupación tomaron variadas formas, pero el común denominador es que la población se siente gobernada por unas autoridades que no son las suyas y a las que, además, considera enemigas.


Tras la guerra, hitos en los últimos 50 años de una de las regiones más convulsionadas del planeta


El 5 de junio se cumplirá medio siglo de la Guerra de los Seis Días, un conflicto relámpago que enfrentó a Israel con una coalición de países árabes integrada por Egipto, Siria y Jordania y marcó a fuego esa convulsionada región hasta la actualidad.

Las fechas claves entre el fin del conflicto y la actualidad son:

El 29 marzo 1979, cuando Israel y Egipto firman los Acuerdos bilaterales de paz de Camp David, por la que el primero devolvió el Sinaí al segundo.

El 9 diciembre 1987, estalló la primera "Intifada" palestina o revuelta de las piedras contra la ocupación israelí.

El 31 julio 1988, el rey Husein de Jordania renunció a los lazos jurídicos y administrativos que mantenía con Cisjordania.

El 15 noviembre 1988, el líder de la OLP, Yasser Arafat, proclamó el nacimiento del nuevo Estado palestino y reconoció la existencia de Israel, aunque no de forma explícita.

Entre el 31 octubre y 3 noviembre 1991, la Conferencia de paz de Madrid patrocinada por Estados Unidos y la antigua Unión de repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), sobre la base de las resoluciones 242 (1967) de la ONU, exigió la retirada israelí de los territorios ocupados y el derecho de Israel a vivir en paz.

El 13 septiembre 1993 se firmaron los Acuerdos de Oslo, que supuso la creación -de forma interina- de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), con el objetivo de negociar un acuerdo permanente en el plazo de cinco años, una misión fracasada.

Los radicales de ambos lados torpedearon el proceso con la masacre de Hebrón (1994), el asesinato de Isaac Rabin (1995), los atentados suicidas islamistas (1994-1996) y la progresiva expansión de asentamientos judíos en el territorio ocupado.

El 11 y 25 de julio de 2000 se celebró la Cumbre de Camp David II bajo los auspicios del entonces presidente estadounidense, Bill Clinton. La oferta que el entonces primer ministro israelí, Ehud Barak, hizo a los palestinos para poner fin al conflicto fue insuficiente para Arafat, siendo una de las discrepancias fundamentales el reparto de Jerusalén y el regreso de los refugiados.

El 28 septiembre de 2000 estalló la Segunda Intifada o Intifada de Al Aqsa, mas violenta que la primera, tras la polémica visita del entonces líder de la oposición israelí, Ariel Sharon, a la Explanada de las Mezquitas de Jerusalén.

En 2001 se celebraron las conversaciones de Taba (Egipto) en un último esfuerzo por lograr un entendimiento entre palestinos e israelíes sin éxito. El diálogo no se retomaría hasta mediados de 2005, meses después de la muerte de Arafat y la elección de Mahmud Abbas como nuevo presidente palestino.

En marzo de 2002, la Liga Árabe estableció en la cumbre de Beirut de 2002 el Plan de Paz saudita, que ofrecía el reconocimiento árabe del Estado de Israel a cambio de su retirada de todos los territorios árabes ocupados en 1967.

En 2003, se lanzó la "Hoja de Ruta" para cumplir por etapas mediante una serie de obligaciones por israelíes y palestinos.
En 2005 se produjo la retirada israelí de Gaza o "Plan de Desconexión) promovida por Ariel Sharon y consistente en la evacuación unilateral, pero mantuvo la matriz de la ocupación.

En los años 2007 y 2008 el llamado "proceso de Annapolis" duró un año de negociaciones y se vio suspendido por el lanzamiento por Hamas de más de cien cohetes en una semana desde Gaza contra Israel, y la posterior ofensiva militar israelí llamada "Plomo Fundido".

Entre mayo y agosto de 2010, con el presidente estadounidense Barack Obama hubo negociaciones directas entre ambas partes, pero sin frutos.

El 1 mayo de 2017, el movimiento islamista Hamas dejó de pedir la destrucción de Israel y aceptó la creación de un Estado palestino en las fronteras de 1967 previas a la Guerra de los Seis Días, y con Jerusalén Este como capital.


Cisjordania, Jerusalén este, Gaza y altos del Golán, antes y después de la guerra de los seis días


Durante la Guerra de los Seis Días de 1967 Israel conquistó Cisjordania, Jerusalén Este, la Franja de Gaza, parte de los Altos del Golán y la península del Sinaí, territorios que durante este medio siglo quedaron en el centro de la escena internacional y aún hoy -algunos de ellos-, están en el núcleo de la tensión de esta convulsionada región.

La Península del Sinaí: Desde la segunda guerra entre israelíes y palestinos de 1956 las tropas de la ONU se encontraban desplegadas en este territorio egipcio con el objetivo de garantizar la paz tras la crisis del Canal de Suez.

Aunque la resolución 242 de la ONU exigió la retirada de las tropas israelíes tras el fin de la contienda, Israel no lo hizo hasta 1982, en el marco de la firma de un acuerdo de paz con Egipto.

Cisjordania: Antes de la guerra, la región se encontraba bajo control de Jordania. En unos 5.800 kilómetros cuadrados viven hoy en día unos tres millones de palestinos y unos 420.000 colonos israelíes.

Está dividida en tres zonas administrativas: en la zona A la Autoridad Palestina tiene el control total de la administración y la seguridad, mientras en la zona B sólo el de la administración, ocupándose los israelíes de la seguridad.

La zona C está controlada por Israel.

Jerusalén Este: La parte oriental de Jerusalén se encontraba también hasta 1967 bajo control jordano. Israel la anexionó en 1980.

Más de 200.000 colonos israelíes viven en esa parte de la ciudad que los palestinos aspiran convertir en futura capital de su Estado, pero que los Israelíes se niegan al considerar Jerusalén su capital "eterna e indivisible".

En esa parte de la ciudad se ubica también una zona especialmente sensible: el Monte del Templo o Explanada de las Mezquitas, con el adyacente Muro de los Lamentos, un sitio sagrado tanto para judíos como para musulmanes.

La comunidad internacional no reconoce la anexión de Jerusalén este por parte de Israel.

La Franja de Gaza: Antes de la guerra, Egipto administraba la Franja de Gaza, donde hoy viven dos millones de palestinos en sólo 365 kilómetros cuadrados.

Israel desalojó a sus colonos y retiró a su Ejército de la zona costera en 2005, pero desde 2006 la somete a un bloqueo, en el que también ha participado Egipto, tras la victoria en las elecciones de aquel año del Movimiento de Resistencia islámica (Hamas).

Hamas administra hoy en día la región luego de hacerse con su control absoluto y tras expulsar por la fuerza a su rival, el partido laico Al Fatah en 2007.

Los Altos del Golán, que antes de la guerra se encontraban totalmente bajo control de Siria, fueron conquistados por Israel durante la guerra y una gran parte de la región y se la anexionó en 1981.

El altiplano situado en la zona noroeste del país tiene importancia estratégica. Allí viven, entre otros, 25.000 drusos, un grupo étnico y religioso que sigue considerándose sirio.

Esta anexión israelí tampoco es reconocida por la comunidad internacional, que reivindica la soberanía siria.

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