Por Leticia Oraisón de Turpín
Orientadora Familiar
Ante costumbres que se están incorporando en las expresiones orales y escritas de nuestros contemporáneos y que son erróneas y defectuosas, creo necesario volver a advertir, lo que muchos expertos ya lo han hecho.
Desde los más altos estamentos de la dirigencia política nos han acostumbrado a escuchar errores en la dicción y en la descripción de hechos y realidades que están quedando como remanentes en el vocabulario popular y con errores que antes no se cometían.
Con ese objetivo y en vista de una corrección a los errores que se están instalando en la expresión, me atrevo a transcribir algunas aclaraciones que encontré sobre nuestra lengua.
Nueva gramática de la lengua española
Es la primera gramática académica desde 1931 y ofrece el resultado de once años de trabajo de las 22 Academias de la Lengua Española, que aquí fijan la norma lingüística para todos los hispanohablantes.
El objetivo de las Academias es conseguir que la nueva gramática, en sus diferentes versiones llegue a todos los hispanohablantes.
A los usuarios, a los especialistas e investigadores; a los que tienen el español como primera lengua, y a los profesores de español en los diversos niveles académicos.
Género: ejemplo de su uso
Género no es igual que sexo: el género es una propiedad de los nombres y de los pronombres que tiene carácter inherente y produce efectos en la concordancia con los determinantes, los adjetivos... y que no siempre está relacionado con el sexo biológico.
Las personas no tenemos género, tenemos sexo.
Y como dice Francisco Rodríguez Adrados: “Junto al machismo, que subordina todo al ser macho, han creado el hembrismo. Y han olvidado lo central, el ser hombre, en sus dos vertientes”.
“El mundo se reduce a sexo: ese es el lema de ésta moderna herejía. Ahora comprenderán su reflejo lingüístico. Primero confunden género y sexo: una silla es femenino pero no hembra, un sillón es masculino pero no macho.
De ahí que la expresión “violencia de género” sea incorrecta porque la violencia la cometen las personas, no las palabras. En nuestra lengua se debe decir “violencia sexual o violencia doméstica”, como nos indica la Real Academia Española.
Reiteraciones innecesarias
Tampoco se acepta la utilización redundante del masculino y del femenino: “La mayor parte de los ciudadanos y de las ciudadanas” es un circunloquio innecesario.
A lo largo de los últimos años, destacados miembros de la Real Academia Española han venido rebatiendo la actual tendencia al desdoblamiento indiscriminado del sustantivo en su forma masculina y femenina.
“Diputados y diputadas, padres y madres, niños y niñas”, etc. La RAE respondió puntualizando que tales piruetas lingüísticas son innecesarias. El circunloquio y las sustituciones inadecuadas como “llevaré los niños y las niñas al colegio” resulta empobrecedor, artificioso y ridículo.
El género común es útil, evita pérdidas de tiempo, sintetiza abarcando ambos géneros y ambos sexos; es más económico decir, cuando traducimos el Evangelio, “dejad que los niños se acerquen a Mí” que decir “los niños y las niñas”. Lógicamente se entendió siempre, que en la primera expresión se involucra a ambos sexos.
Para terminar solo me resta decir que el criterio básico de cualquier lengua es economía y simplificación. Obtener la máxima comunicación con el menor esfuerzo posible, no diciendo con cuatro palabras lo que puede resumirse en dos.
A lo largo de los últimos años, destacados miembros de la RAE han venido rebatiendo la actual tendencia al desdoblamiento indiscriminado del sustantivo en su forma masculina y femenina.
Por lo que creo que debemos tener en cuenta lo recomendado por los entendidos y no caer en modas contagiosas, innecesarias y por eso mismo absurdas de copiar.
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