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Los niños en Venezuela mueren o matan

Si hace semanas, para Save the Children, Venezuela era de los peores países para ser niño, hoy se podría especular con un ascenso en la aciaga lista.
 

Por El Litoral

Viernes, 21 de diciembre de 2018 a las 04:02

Por Orlando Avendaño
El autor es periodista venezolano.                  

Nota publicada en infobae.com

En junio de este año la organización Save the Children publicó un informe en el que catalogó a Venezuela como uno de los peores países en el mundo para vivir la niñez. Le dio el puesto 129 de 175. En la nómina, a Venezuela le siguen países como Bangladesh y Uganda.
Ya para ese momento corrían por las redes y los medios cifras e historias bastante escandalosas: que, según Caritas, 300 mil niños morirían este año por desnutrición; que un reportaje del New York Times había expuesto el drama de las familias cuyos hijos mueren por la delincuencia y el hambre; que medios como Excelsior de México retrataban las navidades venezolanas como las más tristes del continente.
Pero eso fue hace varios meses. Y, en Venezuela, el tiempo pasa más rápido. Con una hiperinflación rampante y una delincuencia que va conquistando cada vez más terreno -impulsada, a su vez, por la crisis económica y humanitaria- es casi absurdo reseñar el raudo declive de toda la sociedad venezolana. El deterioro y su descomposición.
Si hace semanas, para Save the Children, Venezuela era de los peores países para ser niño, hoy se podría especular con un ascenso en la aciaga lista. Porque hay nuevas historias que deben ser tomadas en cuenta. Más muerte y más sufrimiento.
La revista XL Semanal del diario español ABC rescató días atrás el reportaje publicado por el New York Times en diciembre de 2017. Al reseñarlo, nuevamente, expuso algunos datos: “En 2016 murieron en Venezuela 11.446 bebés”.
Asimismo, el medio El Pitazo publicó un especial titulado “La generación del hambre”, en el que cita a la organización Caritas Venezuela al señalar que entre abril y septiembre de 2018 “se registraron 320 preescolares con desnutrición en el estado oriental de Venezuela (Monagas)”. El caso de Monagas es sólo una muestra de un drama que flagela a toda Venezuela. En el estado Miranda “el silencio del hambre golpea a los pobres”; en Caracas “nadie habla de la muerte”; en Delta Amacuro los indios no tienen “ni patria ni comida”; en Lara los niños lloran “de necesidad”; Zulia es “el estado rico donde los niños pasan hambre”.
El especial de El Pitazo es extenso y necesario. Cada una de las historias, al final, revela lo mismo: en Venezuela los niños mueren. Y hay datos tan aterradores como que al país, otrora gran potencia latinoamericana, “le tomará más de 20 años disminuir la proporción de niños con retardo en el crecimiento”.
Pero no sólo mueren. Es más estremecedor. Inquietante y perturbador. En Venezuela, los niños también matan. Este 16 de septiembre apareció asesinado en la carretera nacional Zuata-La Victoria el niño, de 13 años, Brayan Alexander Rico. Una tragedia. Pero mataron a un criminal. Porque, según reseñó el periodista de sucesos Eleazar Urbaez, “‘El Brayan’ fue dado de baja por sus compinches en un rancho de la invasión El Indio (…) Brayan era el líder negativo del sector y era requerido por homicidio y extorsión”.
Al respecto, el periodista Daniel Blanco escribió: “Venezuela tiene en sus manos una generación perdida que va a costar bastante trabajo recuperar. Niños que crecieron en plena crisis y sólo conocen la delincuencia”.
Como si se tratara de una escena de “Un día más con vida” de Kapuscinski. No son niños angoleños que atraviesan la guerra civil de los setenta y deben alzar un fusil. Brayan Rico era venezolano. Vivía en la que, años atrás, había sido la primera nación de América Latina. Pero, como los niños de Kapuscinski en aquel infierno africano, había terminado empuñando un fusil y matando.

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