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/Ellitoral.com.ar/ Sociedad

“La educación es garantía de vinculación con los que menos oportunidades tienen”

Delfina Veiravé recorre en esta entrevista, caminos transitados por su familia, por ella misma, su formación, su presente, sus anhelos. Es la primera rectora mujer de la Unne y la única en ser reelecta con el voto unánime de los decanos.

Por Carlos Lezcano y Elisa Farizano 

Especial para El Litoral

Delfina Veiravé es la primera mujer en ocupar el cargo de rectora en la Universidad Nacional del Nordeste. Chaqueña, hija de María Pía Rizzotti y del poeta entrerriano y chaqueño Alfredo Veiravé, creció en el seno de una familia de fuertes inclinaciones artísticas e intelectuales. Por su casa pasaron grandes personajes de la cultura argentina -uno de ellos, el periodista Rodolfo Walsh- y el ambiente universitario marcó desde muy temprana edad una influencia en su vida y en la de su hermano Federico, hoy decano de la Facultad de Artes, Diseño y Ciencias de la Cultura de la Unne.

“La Universidad fue el espacio que nosotros transitamos desde que nacimos -recuerda- porque era el lugar de trabajo de mi padre y además en esa época muchos de los profesores que habían venido de afuera a la Facultad de Humanidades crearon sus familias allí e incluso vivían en el campus de Resistencia. De manera que ese fue un ambiente donde se mezclaba la actividad laboral con la familiar, con la recreación, los vínculos familiares y personales”.

Además de la marca de su padre, destaca la figura de su madre y la influencia sobre ella en relación a su vocación por el trabajo social y por ocupar espacios públicos. “Mi madre ha sido una mujer, yo digo una feminista práctica, con una enorme independencia desde muy joven que resolvió irse lejos de su ciudad natal del interior del Chaco para hacer una carrera universitaria y que a los 22 años decidió - porque era una estudiante brillante- irse a vivir un año a Guatemala en el año 1956 con una beca”, cuenta.

Delfina -nombre que le han puesto en honor a “La Delfina”, amante del caudillo entrerriano Francisco Ramírez-, es profesora en Ciencias de la Educación. Siempre estuvo interesada en estudiar la educación desde una perspectiva marco, es decir, cómo la educación transforma e influye en los procesos sociales. En 2018, Veiravé inició su segundo periodo al frente de la Universidad Nacional del Nordeste, una institución que contiene sesenta mil estudiantes entre Chaco y Corrientes, dos provincias caracterizadas por grandes asimetrías y de características heterogéneas en cuanto a su composición social.

Su gestión está marcada por una renovada apertura hacia las comunidades donde la institución está inserta, con pilares como la multiculturalidad, inclusión, accesibilidad, internacionalización de la educación superior y trabajo en territorio.

E. F.:—Creciste en el ambiente de la intelectualidad de la región. ¿En qué momento sentiste o decidiste que este era tu camino?

—A mí siempre me interesó desde el punto de vista profesional, porque yo me formé en el área de educación y me interesó la relación de ésta con la sociedad, con el Estado. No me dediqué a pensar la educación desde los procesos micros del aula o de la didáctica, esos no han sido mis campos de trabajo ni de interés particular.

Entonces, siempre el tema de pensar la relación de la educación con la transformación de la sociedad, con la economía, con la política, ha sido parte de mi objeto de estudio y de investigación.

Por otro lado, uno va tomando participación en la vida institucional. El acompañamiento de la gente, de mis compañeros dentro del Departamento de Ciencias de la Educación, eligiéndome directora del departamento y proponiéndome como consejera directiva, así como también con el trabajo técnico profesional ocupé funciones en el rectorado de la Universidad. Eso me ligó muy fuertemente a lo que es la vida política de la Universidad. Creo que cuando uno tiene interés de cambiar cosas, de transformarlas y hacer aportes para no estar siempre en el lugar de la crítica, uno tiene que comprometerse. Eso tiene que suceder en los lugares donde se toman las decisiones.

Además, fui secretaria académica de la Facultad de Humanidades durante seis años e impulsé ahí -con las autoridades obviamente de la facultad de este momento- el cambio de los planes de estudio y eso me dio un enorme entrenamiento en enfrentarme al conflicto y la tensión cuando uno quiere cambiar cosas en una institución.

C. L.:—¿Hacia dónde va el mundo en esta relación tan particular que existe entre educación pública, de la universidad pública y el Estado?

—Si uno mira lo que está pasando en la mayoría de los países de América Latina, no desde el punto de vista cortoplacista de la política, porque me parece que no debemos pensarla en esa escala temporal, yo creo que hay que pensar los procesos en más largo plazo.

Entonces, si uno mira la evolución que ha tenido, hay tensiones porque existe un desarrollo y una expansión de la educación superior muy notoria en América Latina. Es una región del mundo donde la matrícula universitaria del 2000 a esta parte ha crecido un 40%, de manera que es una expansión muy fuerte y que habla de la democratización del acceso a la educación superior. También vemos que se dio a través de un proceso de fuerte privatización, y por otro lado también de mucha diferenciación en los niveles de calidad de educación que se ofrece, lo cual es muy perjudicial porque profundiza la desigualdad.

Pienso que estamos en un camino en el que tenemos que seguir bregando. En el caso de Argentina, estamos en una situación siempre de carácter excepcional. Tenemos que seguir insistiendo en que el camino de la educación pública de calidad, abierta, con oportunidades y posibilidades para aquellos que todavía están fuera de las oportunidades de la educación, tiene que ser el camino que tome el Estado.

Tenemos que seguir fortaleciendo la educación pública porque es la garantía de que nos vinculemos con las necesidades de los sectores que menos oportunidades tienen. Este fortalecimiento también significa, obviamente, garantizar el financiamiento que se necesita para seguir creciendo e innovando.

C. L.:—Y el tema de los contenidos ¿cómo se trabaja?

—El tema de los contenidos creo que tiene que ser una gran discusión también dentro de la educación superior. Porque tenemos que pensar qué tipos de carreras son las que tenemos que incorporar.

C. L.:—¿Cómo piensa eso la Universidad?

—Yo creo que tenemos un fuerte diálogo con distintos sectores. No vivo la Universidad como creo que estaba hace algunas décadas, como una institución aislada. Nosotros tenemos una enorme vinculación a través de las facultades, de los grupos de investigación y de extensión. Tenemos -por ejemplo- financiado por nuestra universidad 85 proyectos de extensión en ejecución que nos vinculan con 168 organizaciones sociales, 2.000 personas que están trabajando en el territorio en 60 localidades de esta región.

Esos datos me parece que dan cuenta de que no son cuestiones menores, es una institución con todo un esfuerzo de política de inversión de recursos y personas entre las que hay estudiantes, graduados, no docentes y docentes. A su vez, 168 organizaciones con sus integrantes que están interactuando en diferentes tipos de iniciativas y de proyectos.

E. F.:—¿Cuál es tu máxima espiración a lograr en esta gestión?

Me interesa una universidad que avance en un sentido de pertenencia. Es decir, una comunidad, una sociedad y una región que avancen en el sentido de apropiación de la universidad. En mi relación con funcionarios y distintos actores con los que interactúo permanentemente, busco mostrar el capital que la sociedad tiene dentro de la universidad: intelectual, cultural, científico, de innovación tecnológica y de equipamientos y recursos que la universidad tiene, y que los tiene para la sociedad.

Esa es una aspiración y he trabajado los cuatro años de la primera gestión como rectora y voy a seguir trabajándolo. El lema que inicialmente puse, “Unne somos todos”, es en ese sentido, de que todos sientan que esto es parte de esa comunidad.

Por otro lado, me interesa mucho que nosotros avancemos en procesos internos de innovación académica. Por mis actividades tengo la oportunidad de visitar otros lugares y tomo como referencia experiencias que se están dando en América Latina.

C. L.:—¿Qué es innovar?

—Innovar es, por ejemplo, la posibilidad de que nosotros creemos nuevas ofertas académicas haciendo un aprovechamiento intensivo de lo que tenemos, reconociendo trayectos formativos que pueden estar en humanidades, en arte, en ciencias exactas y armar carreras nuevas que actualmente no las tenemos en la Universidad y pueden ser de mucho interés para la sociedad.

Innovar significa, también, animarnos a que los estudiantes desde el inicio de su carrera puedan alternar en las aulas y su formación en organizaciones, en instituciones y empresas. No sobre el final para hacer una práctica supervisada, sino durante el trayecto de su carrera.

También significa que los 60.000 estudiantes que transitan esta universidad tengan posibilidades de experiencia sistemática de prácticas sociales y de voluntariado.

Innovar significa que nosotros podamos dar el salto cualitativo de tener una oferta académica a distancia, mediada por tecnologías. Todas las cosas que son posibles de hacer y simplemente falta animarnos, romper con algunos estereotipos que tenemos de pensar que la educación presencial es más segura y de más calidad que la de distancia. Son cambios culturales que llevan su tiempo y que creo que lo vamos a conseguir, no sé si en los tres años y medio que me quedan de rectora, pero no importa, no tengo esa carrera contra el tiempo.

E. F.:—¿Qué es el Programa de Pueblos Indígenas?

—Esta fue una iniciativa que surgió cuando Adolfo Torres tomó contacto con una experiencia que en la Facultad de Humanidades estaba realizándose y sigue hace más de diez años. Es un trabajo con una organización que se llama “Madres cuidadoras de la cultura qom” que está en Pampa del Indio -Chaco- y que trabaja con un grupo del Departamento de Educación Inicial para recuperar e incorporar al currículum de la carrera de Educación Inicial prácticas de crianza y de maternaje de las comunidades indígenas.

Adolfo Torres tuvo la posibilidad de conocerlo porque ellas lo invitaron a diferentes actividades y, entonces, él pidió si podíamos armar un programa para incluir estudiantes indígenas en la Universidad. Así yo tuve la oportunidad de trabajar en el diseño de ese proyecto, por eso también tengo un compromiso personal histórico con la cuestión. Y, efectivamente, creo que es un programa que uno podría decir exitoso. 

El proyecto, que continúa, tiene un objetivo que podríamos decir cumplido, que es de haber tenido en el 2011 -el primer relevamiento registrado- 14 estudiantes indígenas que estaban en la Universidad, casi invisibilizados y que fueron tomados por el programa, y a estas alturas ya dimos más o menos 350 becas a estudiantes indígenas.

Es un programa integral porque trabaja desde inclusión, la orientación, desde la investigación, desde proyectos de extensión, producción de publicaciones, etc. Pero hay un objetivo que es, también, a largo plazo, y que para mí me parece que es a lo que debemos aspirar, que es la interculturalidad de la universidad.

Es decir, no es solamente incorporar estudiantes de otras etnias, sino que eso forme parte de los contenidos de la Universidad. Esta es una experiencia que a nosotros nos permite experimentar y desarrollar prácticas institucionales para que lo intercultural sea un componente de la formación de esta Universidad para cualquier graduado o estudiante. Porque el mundo que estamos viviendo, y yo le he dado mucho énfasis, también va hacia la internalización. 

C. L.:—¿Más de América Latina o de Europa, o ambos?

—En la gestión que hemos hecho años, hemos profundizado mucho el vínculo con América Latina.

C. L.:—¿Cómo es la extensión hoy? ¿Cuál es el papel que cumple?

—A cien años de la Reforma Universitaria yo quiero decir que nuestra Universidad tiene un desarrollo muy significativo de la extensión y que lo importante es que puede abarcar todas las dimensiones de esa relación de la universidad con la sociedad y lo cultural.

Es decir, en su momento hubo épocas en donde la extensión estuvo ligada casi exclusivamente a lo cultural recreativo. Y no, la extensión tiene que promover el desarrollo sociocultural, la promoción cultural, la vinculación del arte con la transformación social y después todas las otras dimensiones que hacen a la posibilidad de ese diálogo entre lo académico, lo social y lo popular. Me parece que ahí se mueve la extensión.

E. F.:—¿Cómo viste el desarrollo de la Universidad en el año 2018? ¿Cuál es tu balance?

—Ha sido un año para mí, en mi lugar de rectora de la Universidad, muy importante. Hemos pasado procesos electorales de renovación de autoridades y esos procesos son muy importantes para conservar la dinámica de la institución y el sentido democrático que tenemos que seguir fortaleciendo en la Universidad.

Por otro lado, ha sido un año también muy intenso porque el Centenario de la Reforma estuvo ligado a la Conferencia Regional de América Latina y el Caribe (Cres) sobre la educación superior que ha marcado una agenda también importante para el continente latinoamericano y la Universidad ha estado participando muy activamente en eso. Siempre soy una persona muy optimista y muy esperanzadora, no por una cuestión ingenua de negación de los problemas de la realidad. Creo que en cada lugar donde uno está tiene una enorme capacidad de transformar el pequeño lugar que tiene. Entonces, si todos trabajamos en esa idea de una construcción colectiva, porque esto no es individual, podemos aportar y de hecho es así.

 

Esta entrevista fue realizada en el programa Todos los Vientos que se emite por Radio Unne de lunes a viernes de 19 a 20, en el 99.7 del dial. El Programa de Pueblos Indígenas es un programa integral porque trabaja desde inclusión, la orientación, desde la investigación, desde proyectos de extensión, producción de publicaciones, etc. Pero hay un objetivo que es, también, a largo plazo, y que para mí me parece que es a lo que debemos aspirar, que es la interculturalidad de la universidad.

 

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