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Karin Taverniers: “Me inclino a pensar a la violencia, de género por ejemplo, como un fenómeno social”

Karin Taverniers es doctora en psicología,  actualmente directora del posgrado en Bahía Blanca y se desempeña como psicóloga de orientación sistémica especializada en abordajes posmodernos, terapia narrativa, reflexiva y conversacional. Llega a Resistencia este 18 y 19 de mayo para dictar un curso de Introducción a la Terapia Narrativa.

Por Carlos Lezcano

Periodista

Especial para El Litoral

Por Natalia Blingino

Psicóloga

Especial para El Litoral

 

Karin Taverniers es doctora en psicología, docente titular universitaria, actualmente directora del posgrado en Bahía Blanca y se desempeña como psicóloga de orientación sistémica especializada en abordajes posmodernos, terapia narrativa, reflexiva y conversacional. 

Nació en Bélgica, pero recorrió el mundo como hija de diplomáticos, y así llegó a Buenos Aires cuando tenía 22 años, pero después su vida profesional la hizo partir nuevamente a Europa para realizar una maestría y continuar su formación profesional.

Taverniers llega a Resistencia  este 18 y 19 de mayo para dictar un curso de Introducción a la Terapia Narrativa en la sede de una universidad privada.

La terapia narrativa, poco a poco, empieza a ganar terreno dentro de las prácticas terapéuticas que se orientan a brindar espacios  de escucha y orientación a personas que buscan solucionar problemáticas de índole emocional o que están sumidos en un posicionamiento de sufrimiento ante las eventualidades y vicisitudes del entorno. Esta terapéutica, además, ofrece alternativas  a los profesionales dispuestos a experimentar con nuevas  formas de trabajo en el plano individual, grupal o colectivo. 

Asentándose en una filosofía posestructuralista, como práctica filosófica que cuestiona la realidad y ayudando a generar nuevas formas de pensar el encuentro terapéutico, apuesta a que  cada historia puede reescribirse y leerse desde en nuevo lugar, bautizando el problema, externalizándolo desde el lenguaje y enriquecerse desde la posibilidad de renarrar el acontecimiento.

En esta práctica, lógicamente, las cuestiones políticas, culturales y los cambios  sociales no pueden dejarse de lado, y desde allí leemos la “cuestión de género a la luz de las terapias narrativas desde los aportes de Karin Taverniers”

—¿Qué pensás de la perspectiva de género? y ¿Existe alguna relación con la posmodernidad?

—Sí, sí. En realidad, yo hace un par de décadas ya que vengo inspirada en la mirada de género, desde la sistémica, desde los enfoques posmodernos y es una mirada muy cambiante. De hecho, por ejemplo, el otro día estaba proyectando un power point en un encuentro, en Bahía Blanca a fines del año pasado, y ya me di cuenta de que estaba desactualizado, porque la cuestión de género es algo que cambia todo el tiempo, no solamente por los cambios en la sociedad, sino también por los cambios tecnológicos; en todo lo que la tecnología, la medicina, permite en nuevas creaciones de género.

Básicamente es eso lo que vengo planteando desde hace muchísimo tiempo; es: preguntarme si realmente hace falta seguir preguntando sobre la dicotomía de género (blanco-negro, hombre-mujer, masculino-femenino) porque no se si ustedes saben; por ejemplo, si alguien hoy por hoy abre un perfil en Facebook tiene, en la página de Argentina, 52 opciones de género. 

—No, no sabíamos.

—Y en Inglaterra 58, que de hecho pueden ser más, porque son estadísticas del año pasado. Entonces, teniendo esa posibilidad de pensar en 52 géneros (reconozco que no conozco todas las opciones, así que me tengo que poner a estudiar un poco en qué consiste cada opción tiene sentido seguir pensando en solamente dos géneros ¿no? porque bueno, hace unos 10 años también leí un estudio acerca del resultado de un estudio que decía lo siguiente: que hay más diferencias entre hombres como individuos y entre mujeres como individuos, que entre grupo de hombre y grupo de mujer. 

Entonces, a lo que apunta la mirada de género actual posmoderna, tiene que ver más con resaltar más la singularidad en cada ser humano. No encajar al hombre y a la mujer en dos categorías artificiales. Porque sabemos ya, también desde la biología, que no existen solamente dos grupos, dos genitalidades; sino que hay muchos grises en el medio.

—¿Esto significa que el género no es una cuestión sólo biológica, sino que además una decisión?

—Sí. En realidad e inicialmente, cuando yo arranqué con el estudio de la mirada de género hablábamos de una diferenciación entre lo biológico, que tiene que ver con una parte hormonal, la genitalidad; que sabemos que tampoco son dos categorías, sino que hay grises también, como lo muestra muy bien la película argentina XXY y otro nivel; entonces el nivel que tiene que ver con la construcción social, que significa lo masculino y lo femenino, que en realidad son meras conclusiones que sacamos en base a cuestiones biológica, que tampoco tiene mucho fundamento. 

Por ejemplo, una de las clásicas conclusiones que se saca, acerca de -por ejemplo- la agresión del hombre es que se debe a una hormona llamada testosterona. Pero también sabemos que hay culturas, por ejemplo, hay una cultura milenaria cerca del Tibet que se llama Moswa, que es una cultura de pocos habitantes, pero tiene una historia muy larga, donde no existe, no solamente a nivel práctica, sino también a nivel lingüístico, no existe la palabra violencia, no existe la palabra ni la práctica de la violación, tampoco existe la palabra guerra. Así que es una cultura que, a lo largo de miles y miles de años, ha conseguido vivir sin agresividad y no es la única cultura. Entonces esas conclusiones erróneas que a veces sacamos en base a cuestiones biológicas. Habría que ver también si esto tiene aplicabilidad en otras culturas.

Mi sueño sería, puede ser poco idílico, pero que cada persona pueda armar su propio cambio, no en base a prescripciones rígidas sociales; sino que bueno, tomo un poco de esto, tomo un poco de esto siempre dentro en un marco ético por supuesto. No seguir insistiendo en esta dicotomía rígida de género, sino pensar al ser humano como único.

—Pareciera que la propuesta, más que pensar en género, es una idea de deconstrucción.

—Eso. Exactamente, es una deconstrucción continua en una cosa que está en continuo cambio también. Existen elecciones que antes eran impensadas.

—Nos parece que es importante contar que nosotros estamos en Corrientes, que es una sociedad un poco conservadora donde nos cuesta comprender y naturalizar estas dinámicas, y… desde esta dificultad tratamos de encuadrar toda la explicación en dicotomías de géneros, digamos, de masculino y femenino. Pero, poder pensar que hay todo un abanico de posibilidades es interesante y lo más interesante es justamente que uno puede ir armando su combo desde su propia singularidad, sin tener que restringirse a presentarse como masculino o femenino de hecho ¿Qué papel juega la Terapia Narrativa en todo este proceso? ¿Y de qué se trata la Terapia Narrativa?

—Para cerrar un poco lo último que dijiste, que fue muy interesante, quisiera agregar también que hay obviamente hombres que se sienten representados por las prescripciones de género, como mujeres también se sienten representadas. Y deberían tener también la libertad de, bueno, si uno se siente muy representado con la prescripción también tomar la elección de decir bueno esto me representa, pero tampoco voy a imponer esa prescripción en otras personas de mi género.

—¿Cómo aborda esta cuestión del género la Terapia Narrativa?

—Desde los enfoques posmodernos, que son los que vos nombraste al principio, la narrativa es quizás la única -que me perdonen- pero es mi percepción, que incluye especialmente la cuestión de poder, porque es una terapia muy inspirada por la Filosofía Psicó y desde arriba los pensadores importantísimos franceses y también incluye conscientemente la cuestión de género, la cuestión de la discriminación; que quizás los otros enfoques que también son muy válidos, no están tan específicamente incluidos. 

No todo sucede en el lenguaje, sino hay cosas que suceden a nivel lenguaje debido a lo que Foucault llamaba los discursos dominantes que vendrían a ser los mandatos sociales dominantes.

Entonces, en ese sentido la Terapia Narrativa se va a fijar muchísimo en cómo los discursos dominantes y, en este ejemplo los discursos sobre género nos van influyendo en nuestra construcción de la identidad. Van limitando, no lo dirían así en esas palabras lo de combo es una metáfora mía, pero van limitando los discursos dominantes, van limitando la libertad en la creación de nuestro combo.

—Me parece que ahí, siguiendo a Foucault, el punto es que el poder se manifiesta no sólo de su manera más brutal, sino también en lo que él llama a las terminaciones capilares de las pequeñas cosas ¿No?

—Sí, sí.

—¿Es así?

—Exactamente. Foucault hablaba de dos tipos de poderes: del poder tradicional, qué es un poder visible, qué es jerárquico, que tiene que ver con prácticas -por ejemplo- como el castigo, como el sometimiento, como la represión, que son abusos de poder, que son bastante visibles. Y él hablaba más de otro tipo de poder, que él le decía el nombre que le ponía es el poder moderno, qué es un poder invisible que no surge desde arriba, sino que desde abajo y se va metiendo en los seres humanos sin que se den cuenta desde el saber y son saberes que a través de diferentes procesos vamos naturalizando

Entonces la filosofía de Foucault de alguna forma y la Terapia Narrativa también tiene que ver con una filosofía de desnaturalización, porque estas dos categorías de género… salvo que está muy naturalizado y que cuesta incluso a veces desafiarla.

—Para conocer un poquito de qué se trataba esto de la Terapia Narrativa; quienes están formados en psicología tienen, a veces, poco conocimiento sobre estas maneras de abordar y sobre todo, cuán implicada está en la mirada de género.

—Sí. Una de las prácticas (ahora se llama prácticas antes se llamaban métodos) que se utiliza desde la Terapia Narrativa se llama externalización del problema; porque a través de los discursos dominantes, lo que solemos hacer es ubicar cuestiones como el género, como patologías, también como una depresión; por ejemplo, dentro del ser humano, que creo que es la idea predominante en la psicología, como vos bien decías Natalia. Entonces, externalizar el problema quiere decir sacar lo que hemos ido internalizando para afuera; entonces, uno ve eso lo que pensaba que estaba dentro de uno fuera.

Es diferente la relación, porque si uno tiene por ejemplo el género dentro de su identidad de donde sea o la depresión -por ejemplo- se siente como dominado por eso y con poca posibilidad de cambiar, pero cuando el problemas se ubica fuera, es mucho más fácil negociar, es mucho más fácil conversar con el problema, es como una relación más dinámica con diferentes cuestiones de la identidad o incluso con lo que uno percibe como enfermedad.

—Una sola pregunta que nos quedó es el tema de la violencia y los géneros. ¿La violencia de género?

La violencia de género en esta nueva idea de que no hay una bipolaridad de género, sino hay muchos géneros ¿cómo trata usted el tema?¿Cómo se habla de violencia?

—Sí. Yo en realidad en mi libro salió en el 2012 -me parece-, pero empecé a pensar en el tema de la violencia de género ya en el año 2003, cuando empecé a hacer el doctorado y en ese entonces todavía veía al género había hecho el recorte de violencia de género en parejas heterosexuales. Hoy por hoy veo violencias de diferentes índoles, aunque obviamente hay una predominancia de violencia hacia la mujer; también hay situaciones que fomentan ese tipo de abuso de poder o abuso en general.

Yo prefiero pensar a la violencia como un fenómeno social; siempre vinculándolo con las ideas de Foucault de discurso dominante. Si una persona -por ejemplo- de sexo masculino se socializa para pensar que en el hombre es algo aceptable; obviamente algunos pueden incluso aprovechar de ese privilegio, de que el hombre tiene la posibilidad de ejercer violencia. Hay mucha violencia contra otros grupos -por ejemplo- grupos trans, contra los intersexuales. Se sabe que estadísticamente, creo que son los grupos donde más asesinatos hay y eso también tiene que ver con un montón de cuestiones como la discriminación, el odio.

Es sabido que hay culturas donde se fomenta más la tolerancia, más la comprensión, la convivencia. La tolerancia no me gustó, quisiera retractarme en esa palabra, porque no es una palabra que más me gusta, pero hay culturas donde no existen los discursos dominantes de la violencia como dije al principio.

—Sí. Esto de tolerancia también parecería que uno está en una situación de poder ante el otro, por eso lo tiene que tolerar.

—Exactamente, tú lo has dicho por eso quise borrar esa palabra porque no me gusta. Aceptaciones podría ser, pero tampoco me gusta tanto.

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