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Ser inconformista es ser “rarito”

Es salirse de la ruta. Dejar de pensar como el resto. Rebelarse en un acto pacífico de lógica por respetar y respetarse. Es tener sentido común para que las cosas no mueran por comodidad, sino por derecho propio.

Por Adalberto Balduino

Especial para El Litoral

Hace un tiempo escribí un artículo titulado “Con la verdad se vende menos”, pero siempre me alienta nombrarlo porque ha sido un ejemplo de honestidad: Dante Panzeri. Un hombre. Un periodista que no fue fácil porque la vida es compromiso y la profesión mucho más. Se jugó en cada palabra, pero desde su concepción fue la llama de construir textos con seriedad suprema, porque su visión era una lente que en zoom tomaba tan de cerca cada acción deportiva, que llegaba hasta el torrente del pensamiento mismo.

Dante Panzeri nació en San Francisco, capital del Departamento San Justo, Santa Fe, si bien otros aseveran Las Varillas, Córdoba, predomina el primero como única opción de ubicación física. Se dedicó al fútbol pero cada enseñanza que emanaba de sus artículos, eran lecciones de vida. Escribió para las revistas: “El Gráfico”, “Goles”, “Satiricón”, “Panorama”, “Análisis”, “Chaupinela” y los diarios: “La Opinión”, “La Prensa”, “El Día”, “Ahora”, “El ciclón”, “Noticias Argentinas”, para el “Diario Crónica” como corresponsal del Mundial de Fútbol en Inglaterra. Lo hizo en radio “Colonia” y “Del Plata”, incursionando también en televisión en Canal 11 y 7 de Buenos Aires.

Lo que siempre impresionó en Dante Panzeri es la sinceridad sin “anestesia”, analizando minuciosamente cada tema con el epílogo de una lógica sincera, pero aleccionadora. Una clase magistral de crítica respetuosa con un final de memorable bondad después de haber desnudado la verdad, el meollo de la cuestión, donde justo se inició el error. Pero, también, con el elogio franco por el esfuerzo y la calidad producidos. Artículos de simplicidad transparente pero de inteligencia superlativa, buscando sin rebusques explicaciones desveladoras, ejemplares, notables piezas periodísticas. 

Dice de él, Matías Bauso, escritor y profesional del Derecho: “Sus textos son antologías del mayor inconformista de la historia del periodismo deportivo”. No se “casaba” con nadie diría la calle expeditiva y original. Se dio el lujo de dejarnos libros de gran valía, donde su impronta con mayor razón de ser permitían explayarse sin límites por tener “mayor pista” donde “carretear” su explícita sapiencia.  

Tus títulos tienen la elocuencia y capacidad de síntesis que sus columnas expresaban solventemente: “Fútbol, dinámica de lo impensado” (año 1967), “Burguesía y gangsterismo en el deporte” (año 1974), “Dirigentes, decencia y wines”.

Lo bueno de Panzeri es que sus textos si bien deportivos, desvelan los vericuetos de la mala praxis que empleamos los argentinos, en la constante falta de disciplina que es una muestra más de nuestra total falta de respeto por nosotros mismos, por la sociedad. Lo que viene ocurriendo en estos días y desde hace unos años con respeto a la corrupción en todos los sentidos, pero mucho más fatal y vergonzoso con el dinero del Estado, de las empresas facilitando las adjudicaciones, con los funcionarios devenidos en millonarios, con las flotas de automotores más asombrosas, millonarios propietarios de tierras por doquier, mientras el pueblo palpita y es testigo azorado de este “refriegue” de ostentosos bienes que en nada se comparan con sus magros sueldos. Es una muestra cabal que Panzeri ha tenido toda la razón del mundo, si bien desde el deporte ha incidido en la búsqueda de nuestros repetidos errores, pero no olvidar que somos hijos de una horma llamada Argentina, y que alguna vez, si nos sinceramos, podremos jugar brillantemente teniendo en cuenta que “un país juega como se vive.”

Sus frases certeras son llamados al orden, a la disciplina: “La palabra no ha sido inventada para no decir lo que pensamos. Para callar y ocultar se inventó, antes, el silencio”. Pero él no recurrió al silencio, hablar siempre es mejor. Por eso aquello que decía en mi artículo: “La verdad no vende”, tomemos sus mejores palabras que siempre son lecciones brillantes: “El periodista era un fiscal que veía, pensaba y opinaba. Ahora es un negociante que oye y repite. Acaso más apropiadamente dicho, un showman.” El tenía perfectamente marcado el camino del periodista veraz con una expresión irónica: “Todo periodista tiene que estar preparado para perder amigos. El periodista es y debe ser un descontento”. Un “rarito” que se despega de los demás por su manera lógica de pensar. Afirmaba fervientemente: “Somos fiscales, no jueces, y debemos ser parciales a favor del bien y en contra del mal.” O, aquella otra frase que alimenta la certeza sin temor a equivocarse: “No escribo donde quiero, pero nunca escribo lo que no quiero. Un periodista no tiene amigos. El fútbol es la muestra del país. Un buen jugador no brilla. Brilla el juego que produce ese jugador. Vivimos en un torbellino dialéctico, donde los que saben poco intentan hacer creer que saben mucho a los que no saben nada”.

Lo que cierra perfectamente ese cúmulo de enseñanzas que ha sabido transmitir Dante Panzeri, es cuando aseveraba enfáticamente: “El periodismo es el cumplimiento de la obligación de enseñar a pensar a la gente”. Me preocupa la falta de criterio. Me preocupa el olvido que a través del aplauso inmerecido se les premia a los corruptos. Me preocupa que siempre pensemos lo que los demás prácticamente obligan a pensar por ser número determinante en las decisiones fundamentales. La construcción de criterio es el principio básico para revertir la cultura del qué me importa, del acomodo, del ascenso político por encima de las capacidades. Es preferible ser “rarito” porque es ser libre pensador con criterio propio nacido de la deducción, que justicia y libertad son capaces de otorgar. Dante Panzeri, ese periodista ejemplar vio que el juego real residía en la preservación del criterio propio, fundado en la ética y la verdad como cometido. Un inconformista respetuoso y sincero. Un “rarito”.

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