Por José Ceschi
¡Buen día! “¿Y si nos amáramos...?” es el título de un precioso librito de René Trossero invitándonos al amor. Pero ¿cómo? Aquí van algunas sugerencias:
“1. Mira a tu prójimo. Te regalaron los ojos, con los que ves a los otros, para acercarte, para ‘aproximarte’. Debes superar el amontonamiento anónimo del mundo globalizado, donde la soledad te hace sentir distante, alejado de los demás. Mirar significa prestar atención al otro, tenerlo en cuenta, no ignorarlo, saber que necesita y merece amar y ser amado; reconocer que sin él no tiene sentido la vida.
2. Escucha a tu prójimo. Te regalaron los oídos, con los que oyes sin necesidad de esfuerzos y de aprendizajes. Pero no te alcanzará el tiempo de la vida para aprender a escuchar al otro. Sólo en el diálogo profundo, en que te comprometes a contactar tu intimidad con la intimidad del otro, logras hacer del otro tu ‘prójimo’, un ‘próximo’.
3. Respeta a tu prójimo. Reconócele el derecho de ser él mismo, con lo positivo y lo negativo que tiene. ¡Compréndelo! Comprender no significa aprobarlo todo, pero sí aceptarlo con toda su realidad. Valóralo como persona, más allá de sus limitaciones y de las falencias de su conducta.
4. Perdona a tu prójimo. No puedes escuchar y respetar a tu prójimo si no lo perdonas, porque nadie es perfecto; nadie es una obra concluida, todos somos un proyecto inacabado. Perdonarlo significa creer en él, esperarlo, darle el tiempo que necesita para crecer, madurar y corregirse.
5. Sirve a tu prójimo. No te propongo que tengas una actitud servil, sino que vivas un amor servicial. Ayuda a tu hermano a crecer como persona, dale el pan que necesita para subsistir y confíale la palabra que lo apoya y lo aconseja. Sean los que sean tu trabajo o tu ocupación, ejércelo y vívelo con amor servicial para tus hermanos.
6. Acaricia a tu prójimo. Hazle percibir tu amor con los sentidos. Hazle sentir el calor de tu mano, la ternura de tu mirada, la disponibilidad de tus oídos y la calidez cordial de tu palabra...”.
¡Hasta mañana!