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Crítica

Por El Litoral

Domingo, 03 de febrero de 2019 a las 04:05

Por José Ceschi

 ¡Buen día! “Reflexiona antes de hablar, pues no podrás conseguir que tu palabra vuelva, una vez que ha rodado por la pendiente del error”.
Esta sabia reflexión de no sé quién mantiene una vigencia indiscutida. Vale para todos los que hablan, pero de un modo especial para quienes hablan criticando. Supongo que usted conoce la vieja anécdota del hombre que se fue a confesar. Le dijo al sacerdote que había realizado una crítica calumniosa, desparramando mentiras contra una persona inocente. El sacerdote lo escuchó con paciencia y benignidad. Pero antes de darle la absolución le encomendó una tarea: que volviera a su casa, en el campo, matara un pollo y lo fuera desplumando en el camino mientras viviera a la parroquia.
Dicho y hecho. El hombre llegó con el pollo desplumado, confiando en que ya había cumplido la tarea. Pero le esperaba lo peor: el sacerdote lo despachó de nuevo al camino y le pidió que recogiera las plumas que el viento había desparramado. Imposible, contestó el hombre. La moraleja brotó espontánea: pasa lo mismo con las palabras calumniosas. Una vez lanzadas resulta imposibles recogerlas todas...
Por supuesto, no toda crítica es calumniosa, pues uno puede estar diciendo la verdad. Pero no todos los hechos verdaderos tienen que difundirse. ¿A quién le gusta que se difundan hechos verdaderos de carácter negativo que lo involucran a uno? El principio evangélico vale también aquí: no hagamos a los demás lo que no queremos que nos hagan...
En un viejo número de la revista “Nueva Pompeya” encontré unas preguntas prácticas y sensatas, que pueden servir como examen de conciencia:
“¿Estoy realmente interesado en la verdad, o me conformo con familiarizarme superficialmente con los hechos? ¿Tengo tendencia a permitir que las ideas preconcebidas me impidan apreciar la situación en su totalidad? ¿Separo el trigo de la paja, o confundo habitualmente las cosas triviales con las necesarias? ¿Me apresuro a hacer notas de los fracasos de los demás, ignorando o disculpando al mismo tiempo los míos? ¿Baso mis opiniones en principios sólidos, o en mi estado emotivo? ¿Analizo antes de criticar?...”
¡Hasta mañana! 

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