Sin el drama ni el suspenso que rodeó a la convocatoria de la primera reunión, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció este martes -miércoles ya en Asia- la segunda cumbre con el líder norcoreano, Kim Jong-un, los próximos 27 y 28 de febrero. El país anfitrión, como confirmó el mandatario en su discurso sobre el estado de la Unión, será esta vez Vietnam, después de que Singapur acogiera el encuentro de junio pasado. Los progresos para lograr la desnuclearización de Corea del Norte, el objetivo final de las negociaciones, han sido hasta ahora mínimos.
Las expectativas son ahora mucho menores que hace ocho meses. Y las declaraciones, mucho menos estertóreas. Pero Trump siendo Trump no pudo resistirse a presumir. “Si yo no hubiera sido elegido, ahora mismo, en mi opinión, estaríamos en una tremenda guerra con Corea del Norte”, declaró en el discurso ante ambas cámaras del Congreso estadounidense. Pero en lo que de veras importaba, las perspectivas de futuro en la negociación, se mostró inusualmente discreto. No mencionó la desnuclearización, ni quiso adelantar posibles resultados del encuentro.
Esa parte le corresponde tratarla estos días a su enviado para Corea del Norte, Stephen Biegun, que este miércoles llegaba a Pyongyang para continuar acotando la agenda de la reunión. En la capital norcoreana hablará con su homólogo, Kim Hyok-chol, antiguo embajador de su país en España hasta su expulsión en 2017.
Biegun había declarado en Seúl, la etapa previa de su viaje, que aspira a conseguir “cosas concretas” en sus conversaciones con los funcionarios norcoreanos.