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/Ellitoral.com.ar/ Opinión

El sueño de dejar todo y empezar de nuevo

Arquitecto y publicista, Baintrub nos acerca su primera novela que cuenta la historia de una fuga. El protagonista, abrumado por distintos motivos, decide desaparecer. Rápida y atrapante es la novela que nos ofrece el autor porteño que hace años trabaja en Corrientes.

Por Carlos Lezcano

Especial para El Litoral

Martín Baintrub presentó el año pasado “Descansar en paz” en Casa Martínez, sorprendiendo a muchos en nuestra ciudad porque sólo conocían su faceta de publicista, ignorando que también hay un escritor en este porteño que siente a Corrientes como su otra “patria” y trajina sus calles hace muchos años.

La anécdota de la novela es simple: se trata de un hombre que huye. El asunto es que nuestro novelista lo cuenta bien y resulta muy amable al lector que de una vez puede leerlo desde el comienzo al final.

Estimo que todos los lectores coincidirán conmigo en que Martín es un maestro en el manejo del ritmo de la narración porque eslabona una sucesión de acontecimientos que hace posible una lectura amena y adictiva. Un texto preciso y contundente propio de alguien acostumbrado a dar en el blanco de la atención lectora.

Hay en Baintrub una serie de momentos claves que aceleran el tiempo de la narración de tal manera que invita a continuar leyendo hasta el final. La novela plantea los miedos de Sergio, que huye de su familia, de su trabajo y de sus acreedores sumido en el temor de la muerte que lo acecha. Agobiado por las múltiples preocupaciones, el protagonista toma la decisión en el mismo momento que vuela la Amia y lo encuentra muy cerca de ese lugar. Finge su muerte y nace a una nueva vida que desarrollará en Asunción.

El camino es un dibujo de la fuga por lugares conocidos para los que vivimos en el nordeste, porque sucede en el cruce fronterizo Formosa-Asunción; con todas sus angustias e incertidumbres viaja hasta la ciudad guaraní, donde comienza una nueva vida. Sergio será otro en esa ciudad, pero las sombras lo persiguen y cuando los fantasmas de su vida pasada se multiplican en su cabeza, ya no caben apariciones y decide regresar a Argentina. Buenos Aires aparece en su horizonte como un paraíso al revés, una devolución de sombras y también la tentación de una venganza de amor.

Baintrub produce en el lector un encantamiento que lo lleva hacia adelante con mucha solvencia. Y por las dudas, al final aclara: “Esta es una obra de ficción”.

—¿Cuál es tu profesión?

—Soy arquitecto, profesión que no ejerzo. Con Carlos Falco tenemos una consultora que se llama Persuasión, donde hacemos comunicación política hace 30 años.

—¿Qué es para vos escribir?

—Un placer y un oficio que aprendí básicamente de escribir publicidad. Escribí publicidad comercial y también política, todo lo que necesita un dirigente político que es candidato o que ejerce el gobierno.

En Corrientes hemos trabajado mucho, hicimos las campañas de Colombi, hemos hecho la de Valdés. Hay muchos slogans que los correntinos han escuchado que son nuestros. Venimos trabajando ya hace 18 años; o sea que ya somos medio correntinos.

—¿Y por qué esta necesidad de escribir una novela?

—Hace mucho tiempo escribo una columna en mi Facebook que son unos relatos cortos, muchos en clave de humor, hechos de la vida cotidiana contados de una forma divertida. Los escribí durante mucho tiempo como un ejercicio, un entrenamiento, es otro tipo de literatura, y hace cinco años tomé la decisión de escribir una novela. Fue muy impulsado por una amiga muy querida que me dijo “pero por qué no escribís algo en serio”. Me sorprendí y le contesté “pero yo escribo en serio” y me respondió “no, no, algo en serio es un libro, una novela”. Y bueno, creo que tenía algo de razón. Yo ya tenía la idea de esta novela “Descansar en paz”. Me llevó un año escribirla, un año corregirla y después como dos o tres más encontrar cómo publicarla.

—¿Y tuviste editor o fuiste tu editor?

—Como no tenía editorial, busqué una editora que me ayudó a pingponear las ideas. Fui a verla con el libro escrito y durante un año discutimos aspectos puntuales, de la escritura, de los personajes, etcétera. La versión final no tuvo grandes modificaciones, pero creo que me ayudó a enfocar mejor algunas cuestiones y me resultó muy útil.

—Los que leímos el libro más o menos coincidimos en algo que tiene que ver con la agilidad del libro. El libro es muy amable con el lector porque impulsa todo el tiempo hacia adelante, a seguir leyendo. Yo lo leí de una sola vez una siesta. Comencé y terminé. Esta dinámica, esta velocidad, ¿cómo se logra?

—Creo que eso es la técnica publicitaria, cuando escribimos piezas de comunicación publicitaria siempre son más largas que el espacio que tenemos, entonces, tenemos muy entrenada la cosa de recortar y recortar y recortar, y de buscar que sea algo dinámico. Creo que empleé bastante esto, lo hice ex profeso, me parecía que eso tenía que ver con dos cosas. Una, con mi forma de escribir, donde las descripciones no son muy abundantes, no es que yo estiro mucho (algo que a veces es grato cuando la persona lo hace bien), tener una buena descripción de una escena es interesante. En mi caso creo que no es lo que mejor hago, me parece que la trama del libro y la definición de los personajes eran lo más fuerte; entonces no me quise extender y eso permite que el libro vuele.

—Pero no es solamente la velocidad sino también el ritmo, porque tiene algunos momentos en que hay una pausa, luego sucede algo y después hechos que cambian la historia. ¿Cómo trabajás esos momentos que cambian la historia? Contemos la anécdota brevemente.

—El libro es una historia que se me ocurrió un día estando aquí en Corrientes, fue el día del atentado a las Torres Gemelas. Estábamos acá trabajando y cuando sucedió yo dije esto es una gran oportunidad para alguien que, acosado por distintas circunstancias de su vida, quiera desaparecer, fingir su muerte. La idea la mantuve pero después decidí trasladar la acción, que originalmente transcurría en la Nueva York de las Torres Gemelas, a la Argentina. Al escenario de la Amia. ¿Por qué? Porque era un escenario que me era mucho más familiar. Yo conozco mucho mejor Buenos Aires que lo que conocía Nueva York y me era más fácil contar la historia de alguien que huye a Paraguay, que alguien que huye a Canadá o a México.

—¡Qué decisión esa!

—Sí. Esa fue una decisión muy fuerte. Es más, yo escribí las primeras 27 páginas del libro ambientado en Nueva York y en un momento dije no, hay que llevarla a Buenos Aires. La verdad, me dio mucha fiaca; era escribir de nuevo 27 páginas, parece poco pero es muchísimo, da mucho trabajo, sobre todo porque eran las primeras 27 páginas del primer libro que yo escribía. Y bueno, lo trasladé y el libro cuenta la historia de una persona que pasa circunstancialmente por el escenario del atentado de la Amia, decide fingir su muerte porque tenía muchísimos problemas personales, huye a Paraguay y, veinte años después, siente la necesidad de reencontrarse con su familia, con su historia y decide regresar.

—Esas son las cosas que están muy logradas. Hay un momento cuando Sergio, el protagonista, decide cambiar de identidad, hay un Sergio que muere y un Sergio que nace en la Amia. Para mí es un momento tremendo ese, el tema es ¿cómo llega ese momento? ¿Cómo se hace eso?

—Imaginate, yo tengo por parte de mi papá ascendencia judía; además, con nuestra consultora, con Persuasión, hicimos algunas de las campañas de homenaje que se hacen todos los años por el atentado. Entonces era un tema muy delicado para mí, para tratarlo.

Lo pensé mucho, en un momento llegué a la conclusión de que esto es ficción, es una historia que no es real y que se podía trabajar la fantasía a partir de ahí y empecé a tratar de pensar con la cabeza de esa persona. ¿Qué pasaría si de un día para el otro vas a vivir a otra ciudad que no conocés, donde no conocés a nadie, donde no podés tener un trabajo porque no tenés un documento, donde empezás a extrañar a tus hijos? Entonces, la verdad es que la novela es dura. Yo traté de conservar algo de lo que hago en el Facebook, que tuviera algunos toques de humor. Quizás de humor negro, pero que ayudan a sobrellevar la historia.

—Hay un punto en el que él huye, se va a Paraguay, y hay en la descripción un gran conocimiento de ese mundo asunceño. Contame cómo lo hiciste. ¿Hay una familiaridad entre Corrientes y Asunción?

—Bueno, una cosa interesante es que aunque tengo ascendencia paraguaya, yo nunca estuve en Paraguay.

—Eso es impresionante.

—Lo primero que pasó fue que, yo creo y quizás equivocadamente, que Paraguay y Corrientes son parecidos.

Entonces, parte de lo que se me ocurría tenía que ver con Corrientes. Pero además hay dos historias muy importantes del libro donde me apoyé en el relato de gente conocida. Uno es el cruce a Paraguay. Nosotros tenemos un remisero que nos transporta acá en Corrientes hace muchos años, Horacio se llama, que se dedica a hacer viajes a Paraguay. Lleva gente que vuela desde Asunción; entonces va y viene todo el tiempo. Y Horacio me explicó cómo era el cruce, porque mi protagonista tiene que cruzar clandestinamente a Paraguay. Eso me resultó muy útil. 

Después hay otra historia que es muy rica que es un velorio de un personaje importante y se hace una ceremonia que se llama la Novena, que dura nueve días y eso me lo contó la empleada doméstica de mi casa, que había ido a la ceremonia de un familiar y me la relató con lujo de detalles. Me pareció increíble y me dediqué a investigar más sobre cómo era. 

—Está muy bien contado.

—Me gustó y lo googleé. Creo que hoy se puede sanatear un poco sobre cosas que uno no sabe si te tomás por lo menos el trabajo de investigarlo en Internet.

—¿Y cómo trabajaste los diálogos? Fue algo que me interesó mucho. ¿Cómo hiciste el trabajo de diálogo? Hay una decisión allí.

Hay una decisión estética importante que es que están escritas todas las voces una a continuación de la otra y no como uno está acostumbrado a verlo en los libros: rayita, frase, dijo fulano. Entonces eso lo hace muy dinámico pero un poco confuso. Si no lo cuidás muy bien el lector se pierde y no sabe quién dijo qué. A mí me gusta mucho ese código, lo uso permanentemente en mi columna de Facebook y lo usé en esta primera novela. 

En un momento me asusté y dije “esto no se va a entender nada” y lo pasé a “rayita dijo…” y una de las primeras personas que leyó la novela, que conocía mucho como lo que yo hago en el “Face”, me dijo “no, volvé a lo otro, eso es muy rico, es muy particular”. Tenía razón y volví. Me tomé el trabajo de volver a armar lo que había deshecho, pero creo que fue mejor así.

—Fue mucho mejor, a mí me encantó. ¿Escuchás algunas voces o referencias literarias en el libro o temas autorreferenciales?

—Bueno. Yo leo mucho, me gusta leer particularmente autores argentinos y latinoamericanos contemporáneos, algunos muy poco conocidos, que voy buscando porque me siento cómodo en las historias que transcurren ahora en Buenos Aires, en el interior de nuestro país, en Montevideo, en Lima. Es algo que me gusta y después uno va juntando un poco todo lo que ha leído a lo largo de su vida, pero todos me dicen que el libro -como suele suceder con los primeros libros- es muy autorreferencial, que hay muchas cosas que tienen que ver con mi vida y mi propia historia. 

—¿Por ejemplo?

—Sí, y puede ser que algo de mi historia se cuele. Por ejemplo, hay una escena que transcurre en una fábrica; bueno, esa era una fábrica de mi papá cuando yo era más joven, y cosas así que te van quedando. Creo que uno recupera historias que vivió porque le es más fácil que inventarlas de cero.

—¿Te costó decir hasta acá llegué y llevar a la imprenta o sos de los que seguís trabajando y corrigiendo?

—Me llevó un año escribirla y un año corregirla; o sea que trabajé mucho. Pero después no encontré cómo publicarla de una forma que a mí me gustara durante tres años. Así que cada tanto lo agarraba y le metía un retoque. Pero tenía la voluntad de que el libro fuera dinámico, corto, no quería extenderme mucho. Al final quedó en 185 páginas, prefería que la gente se quedara con ganas de más.

Si mirás el mundo de los concursos de novela, en general, te establecen una base de mínimo 150 carillas A4 escritas en cuerpo 12. Yo no llegaba a eso. Entonces decía “lo tengo que estirar un poco, esto no es una novela. Me lo puse como exigencia y le metí un par de cosas que creo que al final quedaron muy bien y bueno, igual es una novela bastante corta que, como vos decís, te la leés en una tarde. Y mucha gente me lo dijo.

—¿Sos lector de novelas o cuentos?

—Sólo novelas, casi no leo cuentos. No me gustan los cuentos porque hay un placer en el desarrollo de la historia y los personajes que el cuento no te permite, porque tiene que ser corto. Amo las novelas.

—¿Y ahora trabajás en algo o no? ¿En una próxima novela o algo?

—Tengo mucho escrito. Tengo una novela terminada, un thriller sobre corrupción política en una provincia. Tengo otra que me gusta la historia, es una historia real muy divertida, pero no le encontré un final que me guste y está ahí.

Ahora estoy escribiendo otra novela que me entusiasma mucho, entonces mi idea es para fin de este año publicar alguna. Y no sé si va a ser la que ya tengo terminada o la que estoy escribiendo en este momento.

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