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/Ellitoral.com.ar/ Especiales

La enigmática “Dama del cementerio”

Escenario. Los cementerios, lugares ideales para fantasmas.

Por Francisco Villagrán

villagranmail@gmail.com

Especial para El Litoral

Los cementerios en todo el país y el mundo son fuente inagotable de historias de fantasmas, apariciones y cuentos de terror, es lo que en muchos lugares se conoce como historias urbanas, muchas de las cuales circulan por todo el mundo, con algunas pequeñas diferencias en su relato, pero al fin y al cabo son más o menos lo mismo en su esencia.

Habitualmente los cementerios están ubicados en las afueras de una ciudad, pero en algunos casos están en plena zona urbanizada y muy carca de barrios aristocráticos, lo cual les da un cierto toque de romanticismo. Hasta hace unas décadas se contaba en Buenos Aires una historia de ese estilo, ocurrida en un tiempo situado a principios del siglo XX, allá por la década del 20. Se dice que una madrugada, un hombre encontró a una joven y bella mujer ricamente vestida que lloraba desconsoladamente junto al paredón del cementerio de la Recoleta. El joven se acercó y trató de ayudarla, conversando con ella un rato, tras lo cual logró calmarla un poco y finalmente accedió al pedido de ella para que la acompañara a una fiesta. Ella lo llevó a un palacete ubicado en la calle Alvear, donde el hombre, que no pertenecía a ese medio social, quedó deslumbrado por el lujo de ese baile. Danzó con su bella acompañante casi toda la noche y, finalmente, terminado el baile, llevó a la mujer a su casa.

Ella nunca vino

Al salir de la fiesta, la notó con frío, por lo cual le prestó su saco para que se abrigara y luego la acompañó. Al llegar a la puerta, la mujer le rogó que la dejara allí, pues ya era muy tarde y su madre se preocuparía, quedando ambos en encontrarse al día siguiente. Pero la mujer nunca fue a la cita y el hombre dejó pasar unos días, luego de los cuales, prendado por su recuerdo, decidió ir a verla a la casa donde la había dejado esa noche. Golpeó la puerta y lo atendió una mujer de edad que, asombrada por el relato del joven que aseguraba haber estado con su hija en la fiesta, comenzó a temblar y a llorar.

El joven le preguntó por qué se angustiaba y la mujer le contestó que su hija había muerto hacía cinco años. El hombre se puso como loco, presa de un ataque de nervios, no pudiendo creer lo que le decía la mujer. Conmovida por el estado en que se puso el joven, la mujer le mostró los documentos que atestiguaban que efectivamente su hija había muerto hacía cinco años y una foto donde el hombre reconoció a la chica protagonista de este increíble hecho, con la que había estado noches atrás.

Casi fuera de sí, corrió hasta el palacete de la calle Alvear donde había tenido lugar la lujosa fiesta. Al llegar, vio que puertas  y ventanas estaban clausuradas, el jardín descuidado, con los yuyos muy altos, todo visiblemente abandonado, las escaleras cubiertas de tierra y telarañas.

El florista de un negocio de la esquina le aseguró que nadie había vivido allí en los últimos cinco años, después de que se hizo una gran fiesta en el lugar. Volvió nuevamente a la casa de la chica y le pidió a la madre, como un último favor, que lo acompañara al cementerio y le mostrara su tumba para dejarle allí algunas flores. Fueron al camposanto y, para su tremenda sorpresa, descubrieron que sobre la lápida de la tumba de la chica estaba el saco que el joven le había prestado en la noche fría de la fiesta. ¿Leyenda? ¿Tradición? ¿Cuento? Vaya uno a saber.

Lo cierto es que de allí fueron saliendo historias similares, en todo el país y el mundo, con algunas variantes y que son conocidas en las leyendas urbanas como la historia de “la dama del cementerio”.

La mujer del aljibe

Viniendo mucho más acá en el tiempo, ocurrió en la localidad entrerriana de Gualeguay, allá por mediados del año 2003, un extraño caso de observación de una figura fantasmal en el patio de una casa de la mencionada localidad. Martín Hirsch hacía poco que se había mudado a una vivienda en el casco céntrico de Gualeguay y todo andaba bien, hasta que comenzaron a presentarse los problemas. Ocurrió que este hombre comenzó a visualizar una extraña figura de una mujer cerca de un aljibe ubicado en el fondo de la casa. Así ocurría que cuando el hombre iba a retirar la ropa de una soga que estaba en el fondo, por lo general en horario nocturno, veía como  una figura oscura que se movía cerca del aljibe.

Esos sucesos se fueron repitiendo una y otra vez, hasta que la imagen se mostró en toda su plenitud, de manera aterradora. Incluso lo hizo una tarde, cuando todavía había algo de luz diurna y el hombre pudo fotografiarla, y aunque técnicamente la foto no es muy buena, se puede apreciar claramente la figura de una mujer de negro, con vestido largo, que está parada al lado del aljibe. En el marco de las hipótesis sobre la presencia de esta extraña aparición, algunos vecinos sospechan  que puede ser la consecuencia de un crimen sangriento ocurrido años atrás en esa casa donde fue asesinada una joven, cuya alma en pena sería la que deambula por la zona, en especial cerca del aljibe.

Este espeluznante caso fue revelado por el propio protagonista, haciendo un relato pormenorizado de los encuentros que mantiene casi de manera permanente con la extraña figura. Hirsch consultó a varias personas, entre ellas a algunos parapsicólogos sobre el caso, contándoles los sucesos. Una amiga incluso tuvo la chance de ver la figura en el parque y fotografiarla más o menos de cerca. La mayoría de los vecinos la vieron en varias ocasiones, aunque de lejos, porque nadie quería acercarse por miedo. La figura se deja ver en el patio y cerca del aljibe y luego se dirige al fondo de la casa, donde se desvanece en el aire. Otro de los tantos casos de fantasmo-génesis que ocurren en el mundo.

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