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La importancia de la escucha

Los psicólogos de la fundación E Jendú llaman a la reflexión sobre la importancia de lograr una escucha sensible. Dicen que de esta manera es posible garantizar mejoras en la comunicación. “La escucha es una cosa muy valiosa, es importante, muy poco usada en el planeta. Y a la hora de entrar a indagar sobre la dificultad que encontramos en las relaciones, en la comunicación, es crucial ser condescendientes y transigentes, primero con nosotros mismos, y después con los demás”.

Por Marta Chemes

Especial para El Litoral

Por José Pérez Bahamonde

Especial para El Litoral

La capacidad de escucha adquirió un rol “pasivo” en la comunicación, pero en realidad dándole un rol “activo” se pueden lograr mejores resultados en el proceso comunicativo. A continuación, los psicólogos de la fundación E Jendú, Marta Chemes y Pepe Bahamonde, ofrecen una interesante reflexión al respecto.

Pepe: Es muy importante que seamos realistas y reconozcamos que la metáfora de la isla (presentada en la publicación anterior), como individualidad representa lo más evolucionado. No olvidemos que nosotros, la humanidad provenimos del estructura tribal tan necesaria para poder servir y protegerse ante el medio adverso, al igual que para conseguir las demás necesidades elementales. Y para la tribu, hablar de isla, de individualidad, resulta ininteligible. La individualidad no era ni mucho menos un valor, sino una amenaza. Todos obedecían y seguían las consignas del chamán, única voz y decisión autorizada. La rebeldía se pagaba con la expulsión y la expulsión significaba la condena a muerte.

El grupo era garantía de supervivencia y cualquier intento de hacer valer las diferencias individuales significaba disenso y por tanto expulsión.

Marta: Nosotros muchas veces vivimos como conflicto la conducta del otro, y no está mal que eso suceda. Tenemos muchas ganas de que nuestra conversación sea: “Te quiero decir que tu actitud está siendo muy violenta, muy indiferente”.

El tema es no ocuparnos de lo que pasa con la conducta del otro, sino que lo importante en la conversación, en la comunicación, es que hablemos de lo que nos sucede a nosotros. Si me tiene muy fastidiado que tengas una actitud indiferente, voy a decirte: “Me siento mal. No sé si estás teniendo una conducta indiferente o yo estoy interpretándolo así. Lo que a mí me pasa es que estoy angustiada porque no estoy encontrando la respuesta que espero y necesito”. De esa manera yo puedo contarle al otro lo que me pasa, de modo tal que pueda abrir su escucha y generar su atención.

La escucha es una cosa muy valiosa es importante, pero muy poco usada en el planeta.

Cuando al otro le hablo de mí, estoy predisponiendo su escucha; porque si entro a hablar de él, inmediatamente baja la persiana y se pone a la defensiva sobre posibles agresiones, o de posibles situaciones injustas.

Pepe: A la hora de entrar a indagar sobre la dificultad que encontramos en las relaciones, en la comunicación, es imprescindible ser condescendientes y transigentes, primero con nosotros mismos, y después con los demás. El respeto y aprecio por la individualidad es muy novedoso en la historia y en los procesos evolutivos de la estructura social. No olvidemos que si bien las actuales constituciones de muchos países protegen con las leyes los derechos de la persona, del individuo, pero esas mismas constituciones obligan a obedecer y a sacrificar la vida, por encima de los intereses de la persona.   

Cada célula en nosotros está representando la evolución de la vida, de la humanidad, tal como defienden las teorías sobre memoria celular. Querer entonces cambiar “mágicamente”, de la noche a la mañana las actitudes y hábitos más antiguos en nosotros mismo no es tarea fácil. Por eso la importancia de tener una mirada transigente hacia nuestras propias imperfecciones. La “carrera perfeccionista” es una gran fuente de malestar y frustración, si no la aliviamos con una actitud de darnos tiempo. Precisamente, el respeto por las propias diferencias individuales por los propios tiempos se convierte en invalorable aliado nuestro: ¿Acaso yo imito los tiempos de digestión de mis amigos, familiares o ídolos? Y me paso diciendo: “Me encanta tu digestión, me gustaría que la mía se parezca a la tuya cuando sea grande”.

A niveles corporales y psíquicos sucede, por ridículo que parezca, más de lo mismo: “Tiene un carácter mejor que el mío”, “su peso es perfecto”.

Las comparaciones nunca mejor dicho, resultan no sólo odiosas sino que producen mucho daño es insatisfacción en nuestra vida. Es el momento de valorar lo diferentes que somos, porque es mentira que tales diferencias resulten una amenaza para la convivencia, para el orden social. Podemos ser diferentes y acordar coincidencias. Si lo que me interesa es ir al cine contigo, la película pasa a un segundo plano; pero si voy al cine de mala gana contigo, cualquier película va a servir de excusa para que entremos en una acalorada discusión, antes, durante y después. Si es para mí un placer compartir una mesa contigo, también puedo atreverme a probar sabores desconocidos hasta entonces.

Es importante creer y valorar las propias diferencias, de manera que no tengas que pasarme gran parte de mi vida mirándome al espejo de los demás, mirándome a la “otro estima” (cómo me ven, estiman y valorar los otros).

Marta: En suma, la escucha se incentiva, se desarrolla cuando entre uno y otro lo que late es una propuesta de co-acción. Lo que late es consideración por el otro, es decir, consideración mutua. Quiero decir: Hablar de equipo es hablar de consciencia de la existencia del otro y el valor o incidencia de su persona, sus ideas, sus emociones y sus acciones en relación conmigo. La escucha sensible es algo así como el portal de acceso a un lugar en el que podemos pasarla muy bien.

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