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“Yo quiero ser el docente que quise tener cuando fui a la escuela”

Nahuel se define como un profesor de informática y conferencista. Es director del primer Centro de Innovación y Robótica de la provincia, ubicado en Riachuelo. Además, es director de la Fundación Agencia Social Argentina.

Por Eduardo Ledesma

Versión gráfica: Belén Da Costa

Nahuel Hollman es analista en Sistemas, especialista en redes y programador de sistemas. A lo largo de su trayectoria, recibió reconocimientos por su compromiso como educador. Por eso, ante todas las cosas, es un docente que inspira. 

Fue el cuarto entrevistado del ciclo audiovisual Eduardo Ledesma Pregunta 2024. La producción propone una serie de entrevistas a intelectuales, dirigentes políticos, artistas y profesionales de distintas ramas del saber y del hacer, para reflexionar sobre temas contemporáneos que atraviesan a la sociedad. 

En esta cuarta entrega del ciclo, hablamos de educación. Hace unos años, Nahuel transformó sus prácticas educativas utilizando el celular en las aulas. Convirtió el dispositivo en una herramienta aliada para interactuar con sus estudiantes. Implementó talleres de programación, inteligencia artificial y gamificación en todas las materias, de manera creativa, humanizada y responsable. Uno de sus proyectos, además, cosechó premios dentro y fuera del país.

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Cuando te otorgaron premios, caracterizaron en vos la humanidad y la responsabilidad aplicada. ¿Qué es eso?

Que los proyectos que se generen tengan un valor significativo. Por ejemplo, a mí el autito que anda por el suelo, que es un robot, que sirve muchísimo, en un contexto rural no me sirve porque se estropea, se llena de tierra. Entonces empezamos a generar y darle esa mirada humanizada, de hacer un aporte de que los proyectos que tengan los niños y las niñas puedan servir para solucionar algún tipo de problema. Que puedan ya tener en su contexto o en un futuro y que sirva para aportar a la sociedad. Entonces, en base a eso trabajamos. Y que sean responsables. 

¿En qué sentido? 

Que se apropien ellos de esa tecnología y que puedan hacer el bien común, aportar a la sociedad, ya sea con un pequeño gesto. Ellos son muy niños, pero en el futuro van a tener esa conciencia de responsabilidad y de humanizar a las tecnologías.

Vos estás a favor de la utilización de celulares en las aulas. ¿Cómo es la utilización que hacés vos de esta tecnología?

Para esto hay que entender un contexto. Imagínense una escuela rural en el año 2017, sin conexión a internet. Es cierto que se está solucionando, pero hay muchos lugares donde no se tiene acceso todavía a internet. Sin acceso a la red, sin computadoras, cómo generar una innovación en esas aulas y mostrarle a los chicos que también ellos pueden acceder a ese tipo de tecnología? Por eso, nada más lindo y más eficaz que el teléfono celular, una herramienta que los chicos conocen, que todo el mundo la tiene, porque si no los tienen los niños pequeños de 10 o 11 años, a veces hasta más pequeños, los tienen sus papás. 

Entonces, ¿por qué no invitarlos a que empecemos a trabajar con esas tecnologías? En este caso el celular, y poder enseñarles, como siempre digo, que el celular no sólo sirve para jugar Free Fire, mandar Whatsapp o ver videos de TikTok. Sirve para utilizarlo en el aula y aprovechar las más de 80.000 aplicaciones gratuitas que existen en el Play Store sobre cuestiones educativas. 

Nahuel, vos fuiste seleccionado como uno de los tres mejores docentes del premio Docentes que Inspiran, que es una iniciativa que reconoce a los maestros y profesores destacados de Argentina. ¿Esto qué fue para vos? 

Estos premios son mimos a la labor. Tristemente los docentes no estamos acostumbrados a que nos estén dando ánimo, resaltando, felicitando por la labor que hacemos. 

Yo verdaderamente y de corazón digo, admiro al docente, al docente de grado, yo soy maestro de taller de computación, si bien trabajo con los niños, pero el docente de grado es admirable, el trabajo que hace es admirable, y no estamos acostumbrados a esa clase de incentivo, de reconocimiento. 

Uno no trabaja para ser reconocido, pero es un gran mimo para el corazón y para animar a otros docentes a que lleven propuestas nuevas a sus salones. Te abre un montón de puertas para generar redes y recursos para los niños y las niñas.

¿Cuál es la diferencia entre un docente de ciudad y un docente rural?

Yo trabajo también y trabajé en una escuela urbana, así que sé muy bien las diferencias. Los niños y las niñas de las escuelas rurales por ahí no tienen tecnología. Lo gratificante es todos los días el entusiasmo, nosotros queríamos generar que los chicos tengan ganas de ir a la escuela. Y nos sorprende muchísimo y nos emocionan las situaciones de chicos que van y caminan hasta 10 kilómetros para llegar a su escuela todos los días. Por eso, trabajamos en ese abanico de posibilidades para que ellos tengan ganas de ir y se sientan cómodos en la escuela, utilizando tecnología, llevándolos a dar charlas, haciéndonos sentir protagonistas de que están innovando desde una escuela rural. Es súper gratificante para los chicos, para las familias y para el contexto, porque uno como docente lo que más quiere es que la comunidad se acerque a la escuela. 

¿Tenés alguna anécdota?

Cuando empezamos a trabajar con la realidad virtual y la realidad aumentada en la escuela, las familias querían saber de qué se trataba. Les propusimos con el equipo, con los docentes, que los alumnos lleven las gafas a sus casas y que le hagan interactuar a sus familias a cambio de plasmar en un cuaderno qué sensación tuvieron, si les gustó, si no les gustó, si habían experimentado. Y siempre cuento la historia de una abuelita de 82 años interactuando por primera vez con la realidad virtual en un contexto rural. Esas cosas no tienen precio, no se pagan con nada. 

¿Qué pasó con la abuelita? ¿Cuál fue la reacción? 

Se sentó y se reía, se reía y se agarraba de la silla. Pero no solamente con la abuelita, con muchos de los padres pasaba eso. Fue maravilloso. Y vos fíjate que eso uno no lo busca, eso se va generando solo. Por el trabajo del día a día en la escuela, por llevarlos, incentivarlos  y acercar la tecnología a la comunidad. 

¿Qué te motiva a levantarte todos los días y dedicar tu vida a la docencia? ¿Hay alguna frase que te inspire?

Tengo dos. Una que la pienso todos los días, siempre cuando me levanto y voy a enfrentar un aula y es que yo quiero ser el docente que quise tener cuando fui a la escuela. Felizmente tuve algunos docentes que fueron significativos en mi vida, pero pienso eso, el docente que me hubiera gustado tener, el que me acompañe, el que me escuche, el que me abra puertas, ese docente quiero ser, entonces es como una premisa mía todos los días.

¿Y la otra?

Es un poquito más larga, pero siempre digo que ser docente es acompañar a los estudiantes en su crecimiento, acompañarlos para la vida, que lo que enseñamos nosotros tenga un valor importante para ellos, pero sobre todo Eduardo, que sean empáticos y solidarios para la vida.

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