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Una pausa para el estudio

Cuando uno trata de memorizar algo nuevo -como un mecanismo para mejorar la memoria- es normal asumir que, cuanto más esfuerzo se ponga, mejor irá. Sin embargo, puede que lo que se necesite sea justamente una pausa en la cual no hacer nada. Literalmente.

Luego de décadas de estudios, se ha llegado al consenso de que “un apagón” de unos minutos puede colaborar con la memoria. 

¿Cómo? En primer lugar, apagar la luz, relajarse y disfrutar de 10 o 15 minutos de tranquilidad y luego se recordará mucho mejor lo que se acaba aprender, especialmente si uno intenta usar ese tiempo de manera más productiva. Si bien se sabe que no debemos acelerarnos cuando estudiamos, nuevas investigaciones indican que debemos apuntar a una “interferencia mínima” durante estas pausas, evitando deliberadamente cualquier actividad que pueda afectar a la delicada tarea de formar memorias. Así que nada de mirar el celular, los correos electrónicos o navegar por internet. Hay que darle al cerebro la oportunidad de recargar baterías sin distracciones.

Este descubrimiento resulta alentador para las personas con amnesia o algunas formas de demencia, ya que presenta una forma de liberar una capacidad de aprender latente, previamente desconocida.

El mecanismo exacto por el cual el descanso parece ser beneficioso no se conoce. Pero algunas de sus claves residen en cómo se forman las memorias. Se sabe que inicialmente, cuando se codifican, pasan por un período de consolidación, y se guardan en un sitio por un largo plazo.

Antes se creía que esto ocurría principalmente durante el sueño, cuando se intensificaba la comunicación entre el hipocampo -el sitio en donde las memorias se forman por primera vez- y la corteza cerebral, un proceso que podría fortalecer las nuevas conexiones neuronales que se necesitan más tarde para llamar a esos recuerdos. Esta intensificación de la actividad nocturna puede explicar por qué generalmente aprendemos mejor antes de irnos a dormir.

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