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/Ellitoral.com.ar/ Opinión

Contra el olvido empuña la canción

A mediados de mayo Teresa Parodi recibió el premio Gardel a la trayectoria en la ciudad de Mendoza, un justo homenaje a su carrera artística como cantante y compositora.

Por Carlos Lezcano

Especial para El Litoral

En sus canciones y durante toda su carrera artística, Teresa Parodi siempre puso la mirada en los temas sociales, la pobreza, la marginación y los olvidados de la tierra como un compromiso no sólo ético sino político, costado que jamás escondió.

“Me emocionaron mucho. Fue como un abrazo hermoso. Gracias Capif porque este premio, por su naturaleza, me hizo recordar el camino transcurrido con luces y sombras y, al mismo tiempo, es aliciente para seguir andando con las mismas convicciones. Dedico el premio al movimiento de mujeres que está revolucionando el mundo y en especial a las guerreras que eligieron el arte para dar la batalla por la esperanza y el porvenir. Y también en este tiempo difícil para nuestro país se lo dedico a los que sueñan y aún pelean”, dijo aquella noche.

Desde su primer disco editado en Corrientes llamado “Desde Corrientes”, en la década del 80, que contenía “Riachuelero”, “Carrero cachapecero”, “Palabras a Itatí”, “Llegada de un jaguar a la tranquera”, “Bayo Ruano”, “A pesar de todo”, tuvo especial cuidado en el contenido poético de la propuesta.

Este cuidado se puede ver también en su último trabajo llamado “Todo lo que tengo” un recorrido por grandes poetas como Juan Gelman, Julio Cortázar, Jorge Luis Borges, Manuel J. Castilla, Armando Tejada Gómez, Francisco Madariaga y María Elena Walsh.

—¿Cómo fue recibir un Premio a la Trayectoria de los Gardel?

—Cuando te dan un premio de esas características te obliga, un poco, a repasar tu vida, a ver cómo llegaste hasta acá, a ver tu trayectoria. En realidad es un camino largo que vengo haciendo con la música, mucho antes, incluso, de que me conozcan a nivel nacional. Yo empecé todo en Corrientes, desde jovencita tocando en la zona, pero eso para la gente que me conoció después, eso es un dato que yo le cuento porque ellos no estaban enterados. Empecé muy joven, a los nueve años, y la verdad es que fue muy conmovedor recibir el premio y recordar tantas cosas, tanta la gente que pasó a lo largo de mi vida. 

—¿Y cuáles fueron las imágenes que te parecieron en ese momento? ¿De qué te acordaste? 

—La imagen más fuerte capaz haya sido lo que yo sentía por la música, alguna música popular que no siempre estaba hecha por mujeres, que también son compositoras. Eso hacía mi camino mucho más difícil, pero nunca, nada en la vida me logró sacar la guitarra del regazo y la idea de escribir y hacer música. Quizás fue eso lo que más lo que pensé en ese momento “que cabeza dura, “que cabeza dura”. Porque la verdad es que en más de una oportunidad el camino era tan difícil... y por eso hablé ayer de las luces y las sombras y pensé “tenía tantas sombras que más vale sería mejor o más más fácil, dejar y no meterme en camisa de once varas; porque lo cierto es que fue más poderosa que yo ese sentimiento, la necesidad de hacer música que pudo sostener el canto y la composición más allá de lo que pase. Después, lo que me fue pasando fue la transformación que me fue produciendo hacer música. Es algo muy poderoso y que me sigue pasando hasta hoy, que de golpe una canción nazca, que la canción te agrade y te complete es hermoso.

Decir, esto es lo que yo quería decir de tal manera, de esta manera. Cuando te pasa eso es maravilloso. Es casi, como dar a luz.

—¿Y cómo nacen las canciones para vos?

—Para mí nacen mucho antes de que termine siendo palabras y melodías. Son cosas que me van impactando y que me quedan adentro, la internalizo y en un momento determinado aparece, no puedo decir como por arte de magia, pero la verdad es algo que yo sé. Es sentimiento y naturaleza y termina siendo una letra de una canción y teniendo una melodía. A veces, también me ha pasado algo hermoso y que puedo escribir una letra que yo considero que ya está terminada; sin embargo, la melodía no me termina de gustar, entonces le doy un colega o un compañero que pienso que puede ser el autor de la música y siento, de verdad que la letra encuentra su destino en esa otra música que no estaba en mí. Muchas veces la música es la que aparece primero y no encuentro la letra, entonces le pido a alguien que la ponga. También me pasó que una música que está dando vueltas o una letra que está dando vueltas, y otro día -sin proponerme- esa música encuentra su letra y esa letra encuentra su música. Es una cosa muy extraordinaria la composición, porque como está muy metida dentro de mí y es como el agua, una necesidad. Se me presenta de distintas formas y yo dejo que suceda, porque es muy hermoso cuando pasa eso. Por ejemplo, con mi último disco quería musicalizar un poema de Tejada Gómez y que quedó en el disco y se llama “La lucha”; era un poema que a mí me gustaba hace años y yo me lo sabía de memoria, pero no le encontraba una música; siempre me gustaba musicalizar poesías. Una mañana, en el desayuno, de golpe lo empiezo a cantar sin guitarra, nada. ¡Qué increíble! Voy corriendo a buscar la guitarra, a ver cómo era en la guitarra esto que me salía con una fluidez y salió. Yo creo que la música de ese poema hizo su trabajo y un día se terminó de resolver y apareció. Porque cuando vos buscás las palabras para decir algo, aparecen.

Tengo la necesidad de comunicarme con los demás, y evidentemente, tengo ya incorporado ese oficio, esa necesidad y lo incorporé como lenguaje, pero también como algo absolutamente natural para mí. Entonces siempre aparece en forma casi espontánea. 

—Estaba pensando en ese disco en particular. Ese disco creo que pone de manifiesto algo que ha pasado a lo largo de tu vida que es la relación con la poesía. Ese disco es justamente el que transita un montón de poetas y eso quizás haya comenzado con nuestro Francisco Madariaga ¿no? 

—Ese disco tiene un tema de él con una música absolutamente increíble, por lo novedoso, el hallazgo del arreglo. 

—¿Cómo surgió, ese primer vínculo con Madariaga y su poesía? 

—Cuando vivía todavía en Corrientes, era joven y estudiaba en la Facultad en Letras en Chaco, y ya musicalizaba poesías de David Martínez, Marily Morales Segovia, Oscar Portela... y de todo ese grupo hermoso de poetas de Corrientes y de pronto me encuentro con la poesía de Madariaga. Portela me dio un libro de poemas que impactó mucho. Guillermo Parodi que era mi esposo en ese entonces era muy fanático de Madariaga, pero yo no me había detenido tanto en su poesía; yo musicalizaba por otro lado, sin embargo ese libro me da vuelta la cabeza, de golpe yo sentí Corrientes allí, su idiosincrasia, la razón de ser de esa cultura y de ese paisaje. Claro, absolutamente visual. Me deslumbré. La poesía de Madariaga es tremendamente vertiginosa y al mismo tiempo torrencial, está llena de colores, de fogonazos, como el sol de los esteros, de brillo, de agua. Y de oro. Si el oro, el famoso oro. Y eso me deslumbra; ese oro de la naturaleza, de los esteros, que me pertenecen, del que me siento parte y que como nadie, lo dijo Madariaga.

—¿“Bayo Ruano” y “Un jaguar llegando a la tranquera” son los temas?

—Y “Canciones para D. H. Lawrence”, ese poema que musicalicé no fue grabado de la cantata que compuse hace mucho tiempo. Mi primer disco conocido es “Viejo Narciso” y, más adelante grabé “El bayo ruano”, que también es de la cantata con poemas de él. Y en un disco grabé “Un jaguar en la tranquera” en un casete disco.

—En el disco “Corazón de pájaro” recorrés un poco el cancionero nacional: ¿por qué esa necesidad de cantar esos temas?

—Bueno, porque no quiero quedar solamente cantando mis canciones… porque esas fueron las canciones que formaron mi memoria musical. Esa década del 60 extraordinaria… en todas las regiones, con esa riqueza cultural que tiene este país y Latinoamérica. Esos los grandes: Jaime Dávalos, Cortazar, Borges, María Elena Walsh.

Y de golpe, también, los grandes americanos integraron mi memoria, fueron parte de mi información y formación cultural: Neruda o el paraguayo Elvio Romero.

Cuando vos cantás la canción de otro es como que te ponés un traje que no es tuyo, de golpe lo vas encontrando, te vas acomodando y te queda, para ver cómo es adentro; es un aprendizaje, para ver cómo lograron esa obra, de qué manera entrelazaron la música con la palabra, cómo elaboraron esa obra. Fueron y son maestros que me enseñaron. De golpe se abre un paisaje, se abren otros caminos y eso es muy importante. Eso mismo me pasa con la poesía, como un aprendizaje… 

—Sí, sí. ¿Abre a algo nuevo no?

—Te abre otra cosa sí, la poesía de los grandes no sólo los de mi generación, sino de las nuevas generaciones y empezás a compartir esto que haces que es hacer canciones, es decir, palabras y melodías, es una cosa maravillosa. Si uno pierde la capacidad de asombro, ahí para mí se moriría este deseo, esta necesidad que tengo de estar en contacto permanente con la música.

—Hay algo en tu carrera, que es una posición ética frente a la vida y frente a la obra que está manifestada, no sólo en tus composiciones, sino también en estas otras elecciones, para cantar canciones de otros. Digo ético que incluye lo político. Me gustaría que nos cuentes por qué lo ético, lo político y social está presente en tu obra.

—Yo puedo contestarte que siento una gran identificación… Por ejemplo, con Armando Tejada Gómez que dice “esta es la lucha,/ es la suerte de los siglos:/ de un lado el jardinero,/ del otro el asesino”.

Me siento tan identificada, siento que cada una de esas palabras me llegan y dicen lo que pienso, que a lo mejor él lo dice como a mí me hubiera gustado decirlo; como le pasa a cualquiera. 

—Ahora, uno no elige al azar, uno elige todo lo que tiene que ver con el pensamiento, con lo ideológico que ha formado tu pensamiento. 

—De eso uno no se escapa jamás, no me quiero escapar tampoco, yo voy a bregar en esas áreas porque es lo que sigue diciéndome a mí misma, mi pensamiento, mi ilusión, y la forma que tengo de expresarlo.

Cuando yo era jovencita, específicamente en la facultad, se me abrió un mundo completamente distinto, una necesidad de acercarme a ese mundo muy poderosa. Cuando yo elijo ser maestra en Misiones abandonamos muchas cosas con Guillermo para ir a vivir allá… siempre digo y lo repetiré siempre: esa experiencia cambió mi vida, cambió mi canción. Componer desde ese lugar, lejos, lo más lejos, del trasfondo de la Argentina, la mirada cambia completamente. Depende del lugar donde te pares a mirar el mundo. Y ahí yo comprendí eso y eso atravesó mis canciones, atravesó mi vida para siempre. Busqué eso, porque la lectura y el pensamiento me llevaron a esa necesidad de trabajar y entrar en ese territorio del país tan profundo y tan marginado. Pero después eso me transformó, absolutamente, para siempre. Yo seguí mirando desde ahí, componiendo las canciones, tratando de retener eso en las canciones para que eso suene como una memoria…

—El tema de la memoria es un tema central en tu vida. Estuviste al frente en el Echuni (Espacio Cultural Nuestros Hijos) hay un compromiso allí. 

—Ya lo creo, claro… todos mis caminos recorridos y mis pensamientos me llevaron a ese lugar, a ese espacio que se iba a abrir ahí.

La memoria es también la forma que tiene un país de aferrarse a su cultura.

—En Mendoza se cantó una hermosa versión de “Es esa musiquita”. ¿Contáme cómo escribiste esa canción?

—Bueno eso me pasó cuando iba a cantar a una villa, tenían caseteras o tocadiscos en aquella época, fuimos caminando y al pasar por una casilla vi una muchacha, joven, escuchando chamamé y bailando sola, había como un espejo atrás. Me quedé mirando, ella bailaba con los ojos cerrados… 

Me impactó tanto esa imagen, me produjo tal conmoción que, meses después, fluidamente escribí la canción. Había tantos sueños, tantas soledades allí… sólo conté el caso de muchos como yo, correntinos como yo, viviendo eso. Además, nuestra música fue muchas veces tratada de esa manera. La música de nuestra región era “musiquita” y yo quería que los demás comprendieran, el valor, la significancia que tiene esa “musiquita”.  

Esa Musiquita

Tanta soledad, tanta falta 

tanta lejanía 

tanto no poder, tanta nada 

tanta despedida 

tanto dolor de puertas cerradas 

tanto dolor que humilla, 

pero en tu piecita de lata 

esa musiquita.

Esa musiquita del pueblo 

esa musiquita 

tan arrastradita que suena 

tan arrastradita 

cómo te acompaña y te mece

cómo te acaricia 

cómo te devuelve a la vida 

esa musiquita 

Gira con su sombra bailando 

esa musiquita 

vuela estremecida su falda 

vuela estremecida 

desde qué recuerdos la salva 

mágica y sencilla 

llena de temblores dulzones 

esa musiquita 

En la cara gris del espejo 

ve la bailarina 

su rubor de niña bailando 

su rubor de niña 

mientras sin pudores se abraza

a la melodía 

de esa musiquita del alma 

esa musiquita 

Esa musiquita del pueblo 

esa musiquita 

tan arrastradita que suena 

tan arrastradita 

cómo la acompaña y la mece

cómo la acaricia 

cómo la devuelve a la vida 

esa musiquita.

Todo lo que tengo

Para quererte sólo tengo el canto,

Para decirte que si o decir que no.

Para la paz mi copla tiene alas,

Contra el olvido empuño 

    [mi canción.

Para nombrar los sueños, 

    [los amores,

Par encontrar el alma de la flor,

Para buscar la voz del compañero

Siempre viene en mi ayuda 

    [la canción.

Todo lo que tengo,

Todo lo que tengo

Todo lo que tengo 

Es la canción.

Para vencer las sombras 

    [y la muerte,

Para decir el nombre del traidor,

Para salir al frente en las batallas

Sólo llevo en mis manos 

    [la canción.

Mi fusil es mi verso envuelto 

    [en llamas,

Mi esperanza es la copla 

    [que te doy,

Mi guitarra es el pecho 

    [de las balas,

No conozco más armas 

    [que el amor.

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