Todos nos hemos hecho esta pregunta alguna vez. Los motivos son diversos pero aquí mencionaremos dos. Algunos escogen realizar actos que consideramos negativos por estos dos motivos:
1. El efecto aureola
2. El efecto manada
Veamos en qué consisten ambos…
El efecto aureola es colocar algo bueno donde hay algo malo para que esto último no parezca tan malo. Un ejemplo sencillo es: estoy a dieta y decido tener una “comilona”, pero después tomo el café con edulcorante (para no sentirme tan culpable). En el fondo, es una especie de pensamiento mágico por el que creemos que “a” (algo bueno) cancela el efecto de “b” (algo malo).
Podríamos compararlo con mezclar agua y aceite. Pero esto tiene lugar también en acciones mucho más graves como el hecho de que un narcotraficante destine parte del dinero que obtiene en su actividad ilegal para una causa benéfica. Esta acción bondadosa viene a calmar la culpa de la otra acción que es totalmente negativa.
Existe también lo que se conoce como el efecto aureola negativo. ¿De qué se trata? Si yo hago algo malo, lo próximo malo que haga no lo será tanto (desde mi percepción). Entonces alguien puede primero robar un lápiz en la oficina para acabar con el tiempo… ¡robando un banco! Nadie comete semejante acción de un día para el otro sino que va de a poco, lo cual hace que su imagen positiva sea engañada con facilidad.
Por qué yo no
El efecto manada es la famosa frase: “Todos lo hacen. ¿Por qué yo no?”. Las personas, al igual que algunos animales, somos seres gregarios. Disfrutamos estar en compañía de otros. En la antigüedad ser rechazado por la manada era sinónimo de ser desterrado. Por eso, nos duele que los demás no nos acepten y no nos quieran.
Este efecto consiste ni más ni menos que en seguir a la multitud y hacer lo que los demás (que son mayoría) hacen, sin detenernos a pensar si la conducta que voy a copiar es coherente o no.
La actitud que esconde este efecto es absolutamente típica de los adolescentes que están en busca de su identidad y copian al de al lado para no ser excluidos. Pero lo cierto es que muchas veces nos comportamos igual cuando ya hemos abandonado esa etapa. Tal es el caso de quien sigue a la multitud en un aeropuerto, o cualquier otro lugar público, y termina perdido.
Hacer lo que hace la mayoría, para bien o para mal, se basa en estas tres ideas inconscientes:
1. No puede estar todo el mundo equivocado.
2. Si yo también cometo un error, al menos, no seré el único.
3. Si sigo a los demás, seré aceptado en un grupo.
Este segundo efecto incluye además cosas como ir al restaurante de moda donde van todos mis conocidos, o aplaudir porque todos aplauden, o leer el best-seller, o ver la película taquillera que todos ya han visto. La posibilidad de decidir no escoger ninguna de estas dos actitudes frente a la vida también está a nuestra disposición.
Sobre hostilidad
La hostilidad es una actitud social de resentimiento que conlleva respuestas verbales o motoras implícitas. Plutchik la considera como una mezcla de ira y disgusto, asociada con indignación, desprecio y resentimiento, y Saul como una fuerza motivante (consciente o inconsciente), dirigida a injuriar o destrozar algún objeto, estando acompañada usualmente la hostilidad por el sentimiento o emoción de ira.
La hostilidad es un sentimiento mantenido en el que se dan lugar el resentimiento, la indignación, la acritud y la animosidad. Es una actitud cínica acerca de la naturaleza humana en general. Y en situaciones puntuales puede llegar al rencor y la violencia, aunque lo más frecuente es que la hostilidad sea expresada en modos muy sutiles, que no violen las normas sociales.
La hostilidad implica creencias negativas acerca de otras personas, así como la atribución de que su comportamiento es antagónico o amenazador para nosotros. La atribución hostil se refiere precisamente a la percepción de otras personas como amenazantes y tienden a producir reacciones agresivas contra ellas.
1. Los desencadenantes de la hostilidad son la violencia física y el sufrir hostilidad indirecta. Se desencadena cuando percibimos o atribuimos en otras personas, hacia nosotros o hacia personas queridas de nuestro entorno, actitudes de irritabilidad, de negativismo, de resentimiento, de recelo o de sospecha.
2. El procesamiento cognitivo de la hostilidad se produce ante situaciones que suceden lentamente y ante las que se posee un cierto grado de predicción. El suceso obstruye los planes previstos por la persona. Y, por último, presenta un relativo grado de urgencia para afrontar tanto el suceso como sus consecuencias.
En lo que se refiere a la valoración de la posibilidad de afrontar la situación, el motivo causante de la misma es la intención o la negligencia de otra persona. En tales condiciones la persona valora que las consecuencias pueden ser controladas y cierto grado para afrontar la situación así como para adaptarse a ella.
Por último, se estima que lo sucedido no está de acuerdo con las normas sociales y personales que podrían considerarse como aceptables.