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Economía del bien común

Por Graciela Satóstegui (*)

Especial para El Litoral

Correo: haschirsat@gmail.com

www.ventajascompetitivasyredes.com

¿Cómo se puede estar preparado para enfrentar los cambios? ¿Cuál es el estilo de educación y comunicación que necesitamos?

El  espíritu de la época es complejo  y  hay que saber comprenderlo y actuarlo. 

Frente a esta realidad, surge la necesidad de provocar un cambio, que  requiere nuevos modos en las formas y contenidos  orientados al diálogo positivo e informaciones actuales, basadas en los soportes científicos de lo que nos ocurre. Por ejemplo con el cambio climático, en el modo de relacionarse de las nuevas generaciones, en lo personal y negocios.

Este modelo pide que no se tienda al desorden. Nuevo concepto en los proyectos.  Pasar del control y regulación a conseguir modelarlo. Manejarlo. Mejorarlo.

Estilo que se asemeja a las antiguas culturas de los sembradíos. Sería pensar en una agricultura sustentable sin agroquímicos, en cuyo control de regulación es megatrópica. Donde el proyecto nos va tomado de sus bucles. Como en una calesita. Sería mejor entrar en las partes del proyecto o de las situaciones, y analizarlas. Intervenir y ver cómo modelar estos procesos. Entonces, mirar las situaciones  ambientales, educativas, medios de comunicación y  agrícolas  desde sus raíces.

Elegir uno de sus momentos, por ejemplo, una situación climática, una cosecha no muy buena, la deserción escolar de la primaria del 2019 para analizarlo diferente. Allí nos surge pensar en la metáfora del velero. Que es prevenir y navegar lo incierto,  lo no previsto, no como le pasó al Titanic.

En el velero hay que estar constantemente timoneando. Concebir la idea de circularidad en los proyectos, medios de difusión, en el ejercicio de las actividades educativas e industriales. Y también en el pensamiento.

 Ocuparnos de lo tangible y de lo intangible: ideas, personalidad de los actores, etc.

La realidad no “llena de” sino “constituida por”. 

Del emisor, jefe, coordinador, que es “el que sabe”, y dirige o informa, pasar al diálogo de saberes. Del rigor de los modelos  al nuevo rigor del conocimiento global (que opina “dado por hecho”), al “veamos esto juntos”. Comprometernos a hacer realidad los anhelos compartidos. Sumar maneras de ver las situaciones. Sería muy innovador añadir saberes alternativos. 

En el  actuar de hoy, en lo que produzcamos, tendría que contener: cambio de actitud. En vez de hablar de plan o modelo,  hablar de proceso. Offline ahora on line. Indicadores…ahora patrones.

Redes

Aquí es necesario hablar de redes. Así una manera, un mundo interconectado, exige una gobernanza relacional. Las redes requieren instrumentos más complejos como la confianza, la reputación o la reciprocidad. 

La realidad, dicen los autores  que analizan este tema,   su modo de ser percibida, depende  de quién la percibe, de modo que, se pueden percibir realidades diferentes. No se puede garantizar que una percepción sea única, ni la mejor, ni la verdadera, sólo dar los argumentos de por qué se la percibe  así y no de otra manera. Hoy el paradigma es colaborativo. Ver a cada uno como es. 

Entonces, la red es un sistema abierto conectado. Sistema que multiplica, resuelve y me vuelve.

Los físicos dicen que en la red está el mayor poder. Está en ser un “nodo” que sea particularmente atractivo. Ver  o poner todo lo que se tiene para dar en la red. Unirse al otro con empatía.

Hay que tratar de ser un gran conector de redes. Para ello enseñar a ver esto al  unirse. Adquirir presencia y constituirme en un referente, y en mucho más,  para entregar conexión a la comunidad. Es una espiral. Cuanto más doy más tengo para dar.

Así, una manera de lograrlo es a través de proyectos y actividades con una  modalidad que promueva proyectistas responsables, coparticipativos  y promotores del cambio de paradigmas.

Nos compromete en aprender antes que aceptar la eficacia de la realidad imperante.

La vigencia de los conocimientos y de las pautas de conocimiento es cada vez más reducida. Por ello como se ha dicho “para llegar a las respuestas primero debemos hacernos las preguntas correctas”. Lo que nos recuerda a Einstein.

Especialistas en el tema opinan que algunos factores claves que condicionan el grado de solidez de esos mecanismos son: la existencia de liderazgos fuertes, con credibilidad frente a la comunidad; una estructura productiva y formas de gobernanza en las cadenas de valor vinculadas al conglomerado local. Por ejemplo, si existe una gran institución dominante; y el capital social.

¿Cómo lograr una educación transformadora? La modalidad del profesor Gustavo Vázquez en su propuesta sobre una economía tipo bicicleta, se acerca a un modelo de cambio.

Economía de la bicicleta

El economista Vázquez  presenta el modelo económico denominado “de la bicicleta”, que imagina valores de convivencia de las personas. También la lógica empresarial, los criterios para emprender, las bases para desarrollar proyectos, los ideales de la organización de cualquier índole, los objetivos de las políticas públicas y macroeconómicas, la dinámica fiscal y de planificación y la lógica para configurar sociedades con criterios de una bicicleta.

Entonces se aporta la idea de que los valores vanguardistas son núcleos de conciencia que fijan nuevos conocimientos desde el sentido teórico práctico y que cambian estructuras de comportamiento hacia nuevos patrones. Un nuevo paradigma de la economía.

Aquí, se habla de dos tipos de sociedades. La Sociedad de Flujos Lineales y la Sociedad de Flujos Cíclicos. Cuya concepciones técnicas, capital y estrategias son diferentes. La Cíclica aporta una visión holística, integradora e incluyente de  todos los estratos sociales.

 Por supuesto, se necesitaría refundar el paradigma económico.    

Como dije anteriormente,   en este universo sumamente interconectado y complejo sería útil para resolver no sólo los conflictos ambientales, sino los humanos que estamos viviendo, poner atención a la colaboración creativa de todos los seres humanos, y al verdadero e útil trabajo en equipo. Ya que como todos sabemos las fronteras, distancias, tiempo, se nos han instalado “sin tiempo” con las nuevas tecnologías. Como nos dijera Christian Felber cuando visitara el año pasado nuestro país. 

(*) La autora es psicopedagoga. Especialista en Gestión Ambiental y Magister en Economía.

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