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Los regresos como destino

Por Carlos Lezcano

Especial para El Litoral

El martes pasado Corrientes amaneció bajo una intensa lluvia, a pesar de eso a las 11 y sin demoras se presentó el libro de Lucía Troitiño, “En tiempo de guitarras. Una mirada sobre los aportes de Mateo Villalba”. Editado por Moglia, tiene un trabajo previo a la publicación coordinado con la Universidad de La Plata.

El hall del Teatro Vera poco a poco se llenó de gente. Lucía fue contando el proceso de escritura del libro que es nada menos que su tesis de licenciatura. Este dato resulta importante no sólo por la historia académica de Lucía, sino que es un acontecimiento importante para los estudios formales sobre chamamé. Se trata de un minucioso trabajo acerca de la importancia de la guitarra en esta música. Como aclara su autora, no aporta un método, sino una mirada sobre nuestra música abierta al diálogo.

La semana de Lucía comenzó con una llamada que la sorprendió, Rudy Flores la invitó a la guitarreada en la hamburguesería “La Perla”, por avenida Poncho Verde. Podría decirse que es una de las tantas guitarreadas que se producen en estas épocas veraniegas de la Fiesta del Chamamé, pero no es cualquiera si Rudy es el anfitrión. Muchas veces son estos ámbitos laterales son más interesantes desde lo musical que lo que pasa en el escenario.

Antes de salir de su casa, esa noche, hizo algunas anotaciones como ayuda memoria para organizar lo que diría al otro día, preparando un salvavidas ante las posibles imprecisiones que le provocarían los nervios de estar sentada al lado de Mateo Villalba y muchos colegas.

Entonces llegó el martes, faltaba una hora para la presentación y llovía a cántaros. Lucía y su padre, Luis, decidieron caminar hasta el teatro. Mientras andaban pensaba en las emociones seguidas una de otra desde que llegó a la ciudad. Compartió ensayos y escenarios con las Hermanas Vera, Juan Antonio Barberán y con sus amigos de Litorando.

 “Aprendí a tocar la guitarra que me regalaron mis padres -después de mucha insistencia- con un profesor que me enseñó los primeros acordes y punteos. Tocaba de oído, disfrutaba juntarme con amigos y amigas a guitarrear, hacer “conciertos” en las reuniones familiares, organizar eventos que tuvieran que ver con la música o con el tocar”, dice Lucía.

Mariela, su madre lo reafirma “ella ingresó a la facultad sin saber nada sobre teoría musical, ni leer partituras. Tocaba de oído y la facultad tiene la característica que el ingreso no es eliminatorio, el único requisito es tener un título secundario, ella lo tenía y así ingresó”.

Como todas las partidas de los hijos, en lo de Troitiño hubo de largas conversaciones familiares hasta que finalmente una mañana Lucía y Luis, le contaron a su madre, Mariela que se iría a la Universidad de La Plata y había que empezar a pensar en viajar en julio del 2011 a ver cómo se organizaba la vida allá lejos el próximo año.

El silencio en la casa de los Troitiño fue ensordecedor aquel 2012 cuando Lucía, como una correntina más cumplía el destino de miles de comprovincianos de ir a buscar lejos, algo mejor, algo que ampliara su horizonte de saberes y de emociones.

Lucía egresó de la Universidad de La Plata como licenciada, y el chamamé llegó a ella de manera natural como todos los nacidos en este país acuarelado que llamamos Corrientes. Tocó y escuchó otras músicas, pero lentamente se dio cuenta de que lo que le erizaba la piel era y es esa esta música, su hondura y su cadencia.

Comenzó entonces a escuchar a Pocholo Aire, Antonio Niz, Mateo Villalba, Rudi y Nini Flores, Lucio Yanel, Ernesto Méndez, Horacio Castillo y tantos otros que la llevaron a decidir: el tema de su tesis sería un estudio sobre los aportes de Mateo Villalba a la guitarra chamamecera.

“Este libro fue concebido como un material de difusión que no pretende ser un método, sino más bien una mirada sobre el chamamé y su desarrollo en el conjunto de guitarras de Mateo Villalba. Por ello para realizar mi análisis seleccioné una cantidad reducida pero relevante de la obra para conjunto instrumental de guitarras de Villalba que resultan representativas del género y de su desarrollo guitarrístico.

Lo que tenemos y lo que creamos

Esa mañana de la presentación del libro, valiéndome de un poema de Hugo Mujica dije algo parecido a esto:

Si la vida fuese solo lo dado, sería una vida pobre, porque la vida es también lo que no está, lo soñado, lo imaginado, lo anhelado.

Si la vida fuese solo lo dado, no habría lugar para lo que nos falta y a la vez nos completa, de lo siempre inacabado y esencial del hombre.

En la música pasa lo mismo. Si la música es solo lo que está hecho, no habría lugar para los creadores, no habría lugar para los Mateo y las Lucía.

Los creadores nos recuerdan que la realidad no se agota en lo que nos es dado, en lo compuesto, lo tocado y escuchado. La realidad contiene la latencia de la vida por venir, lo que aún no está pero puede ser creado. Lo que no está y será.

La realidad, entonces, no se agota en lo que es, ni la palabra dice todo lo que dice (porque dice más), ni la música se agota en lo creado.

Mateo Villalba es un artista fundamental para el chamamé, prueba viviente de esto que sostengo. Compositor, intérprete, arreglador incansable tiene una profusa obra, pero también trabaja en nuevos proyectos. “En mi nueva casa de Bellville (Córdoba) escribo mucho, recuperé muchos bocetos, anotaciones dispersas y trabajo sobre eso y nuevas canciones”, me dijo unos minutos antes de la presentación.

Por su parte Lucía Troitiño estudió y escribió algo que no había, por eso marca un hito en los estudios musicales del chamamé porque como ella misma sostiene no hay materiales de este tipo disponibles para estudios superiores o para públicos especializados. El texto a pesar de su especificidad es un material de fácil lectura para personas atentas y sensibles a nuestra música.

Esa mañana Lucía tocó frente al maestro “Tiempo Nuevo” y disfrutó, los nervios se esfumaron y tocó a pesar de complejidad que presenta el tema. “Qué lindo poder estar haciendo eso y frente al autor”, pensó y se dejó llevar por el momento.

“Es muy difícil escribir, representar en una partitura el chamamé”, le dijo Mateo a Lucía cuando todo llegaba a su fin. Unos minutos antes de que todo comenzara, le pregunté al maestro que le parecía el libro, “es hermoso porque abre un camino a algo que no sabemos dónde va a terminar”, me contestó. 

Mateo ahora regresa a Bellville en Córdoba y Lucía a La Plata. Mateo vivió 50 años en Buenos Aires, Lucía vive hace 8 años en la Capital de la provincia de Buenos Aires.

“La Plata me dio conocimiento, amor, amistad, trabajo, guitarreadas, encuentros con gente que ama Corrientes. En cierto sentido lo veo como un lugar de paso, con gente y espacios para nutrirme y formarme, pero Corrientes es mi hogar”.

Mateo me dijo en el auto de Daniel Osuna, camino al anfiteatro que cuando uno está lejos lo que queda es “memoria, memoria y memoria”.

El irse, la nostalgia del pago, los fugaces regresos, las demoradas despedidas y las guitarreadas estivales en Corrientes son parte de nuestra historia provinciana. Las migraciones a las ciudades grandes dentro y fuera del país son un fenómeno secular en la Argentina. Algunos son artistas y lo pueden expresar, pero miles de correntinos permanecerán en silencio, “en cuclillas mirando lejos”, rumiando nostalgias.

El regreso consiste en irse

Dice Rodrigo Galarza en Dietario del Sur, “Si de un latigazo te cruza la mirada una palmera. / Si tus manos bordan el agua con flores silvestres. / Si tus ojos se transforman en ópalo viviente de una mañana. / Has aprendido la lección de tu destino:/ El regreso consiste en irse”.

Hace unos días le pregunte a nuestro poeta como surgió este poema y me respondió desde Madrid:  “Después de un tiempo de estadía aquí, cuando la nostalgia ya no es un peso, sino una especie de transparencia convivible y hermosa, se manifiestan algunos paisajes interiores, aunque sean referentes externos, y a veces sale a modo de sentencia digamos. Pero no hubieran sido posible si no hubiera salido de Caá Catí”.

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