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Cuál fue la peor crisis de Argentina

Por Julián Zícari

Publicado en ambito.com

Desde que irrumpió la pandemia mundial, producto del coronavirus, todas las economías del planeta no han parado de sufrir estragos. Y la Argentina no fue excepción a eso. Dadas las trágicas consecuencias que ha traído al país por el derrumbe producido, se ha despertado el debate por saber si esta situación implica (o no) la peor crisis económica de la historia nacional.

Algunos dicen que la situación actual es peor que la del 2001, otros la igualan a la crisis de 1930; otros tantos la comparan al final del macrismo, mientras que otros terminan por relativizar la magnitud del impacto.

Para zanjar la cuestión y ponderar los distintos aspectos que implican las crisis, hemos creado un índice general para medir y comparar todas las crisis económicas argentinas, con elementos tanto cualitativos como cuantitativos. De esta manera, nos será útil observar algunos elementos que se puedan repetir a lo largo del tiempo, como también evaluar la profundidad de las distintas crisis y saber si la actual es la peor. Así podremos poner el presente en perspectiva histórica.

Un índice para medir las crisis

Los elementos cualitativos del índice para medir las crisis son diez: 1) Si se ha interrumpido la expansión del ciclo económico; 2) Si existió una caída de los precios externos; 3) Si ocurrió un salto cambiario (una fuerte devaluación); 4) Si se comprobó la existencia de una marcada aceleración inflacionaria, la cual sea sostenida durante al menos tres meses seguidos; 5) Si se produjo deterioro social agudo, considerando esto en sentido amplio y multidimensional (como por ejemplo caída de salarios, aumento de la pobreza, suba del desempleo, etc.); 6) Si cayeron las reservas internacionales del Banco Central (o en su defecto, los recursos de la Caja de Conversión o de la Caja de Cambios); 7) Si hubo corridas bancarias (caídas sistemáticas de los depósitos durante varios meses o quiebra de bancos); 8) Si se dejó de pagar la deuda externa por parte del gobierno central (default); 9) Si existió algún tipo de crisis social o política antes, durante o después de la tribulación económica (golpe de Estado, rebelión popular, intento revolucionario, saqueos masivos, planteos militares o revuelta al interior de los grupos de elite); 10) Si el peso del endeudamiento fue central en la crisis.

Estos elementos mencionados no serán medidos o evaluados según los distintos grados o valores que hayan adquirido, ya que resulta muy difícil encontrar un indicador común que nos permita evaluarlos a todos ellos de modo homogéneo. Por ejemplo, no es fácil encontrar un único indicador homogéneo a lo largo de 160 años que nos permita medir el nivel de deterioro social (cuánto fue en cada caso), aunque sí es más fácil afirmar si existió o no dicho deterioro.

Lo mismo ocurre con otras de las variables consideradas: resulta difícil ponderar de manera cierta el grado de inflación en las crisis y poder hacerlo comparativamente sin que esto represente un gran desbalance del indicador, pues si se evaluara lo sucedido con ese elemento en la hiperinflación de 1989 o en el Rodrigazo de 1975, serían -solo por considerar ese tema- las que más puntos sumaran y, por ende, se las calificaría como las peores crisis. No obstante, considerando más elementos y tratando de evaluar cualitativamente ello, buscando tener una perspectiva más equilibrada, la cuestión no resulta tan clara.

En consecuencia se considerará simplemente si la presencia de estos atributos ha sido comprobada o no, evitando tales desniveles (lo que significará un criterio dicotómico simple, de presencia o ausencia). A su vez, de comprobarse la existencia de cada uno de estos elementos en las diferentes crisis analizadas, sumarán un punto, con lo que los elementos cualitativos como máximo podrán sumar hasta diez puntos en total.

Por su parte, los elementos cuantitativos se sumarán según su valor absoluto. Estos últimos serán solo dos: la cantidad de puntos que cayó el PBI durante cada crisis, y los años de duración de la misma.

La evaluación de las crisis

Se podría establecer la siguiente secuencia clásica: en todas las crisis argentinas cae el producto (el 100 % de las veces) y también lo hacen las reservas (93,75 % de las veces), lo cual termina por provocar una devaluación (en el 75 % de los casos) y ella, un deterioro social (otro 75 % de los casos). A su vez, podemos ver que las crisis suelen estar fuertemente relacionadas a la caída de los precios externos (68,75 % de las veces) y que el deterioro social es responsabilidad de la devaluación porque genera una aceleración inflacionaria (en 11 de los 16 casos).

Por su parte, en el 56,25 % de las crisis hubo algún tipo de conflicto social o político de envergadura, mientras que en la mitad de ellas (8 casos) el sobreendeudamiento ocupó un papel central. El elemento cualitativo que menos incidencia ha tenido de todos fue el default, que ocurrió solo en 5 casos.

Saquemos otras conclusiones: las crisis han generado una caída promedio del PBI del 7,18 % y han durado poco más de dos años y medio. Así, la media general de profundidad de las crisis argentinas según nuestro índice es de 16,43 puntos.

Del mismo modo, si se consideran los extremos, notaremos que la crisis que más puntos sumó, y por ende la peor de todas las sufridas en la historia argentina, fue la de la Primera Guerra Mundial (1913-1917), con 32 en total (casi el doble del promedio). La segunda crisis en nivel de gravedad fue la del final de la convertibilidad (1998-2002), que obtuvo 27 puntos. En la otra punta, la crisis más leve de todas fue la del lanar (en 1866-69, con apenas 8 puntos), seguidas por tres con un nivel de gravedad muy bajo, 1885, 1995 y 2008, con 9 puntos cada una de ellas.

Si bien como dijimos recién, la crisis de la Primera Guerra Mundial fue la peor crisis de la Argentina, ella no tuvo todos los componentes cualitativos. Solo tres crisis tuvieron la totalidad de estos puntos, por lo que se puede afirmar que en términos de calidad, fueron las más graves. Por eso las crisis de 1890, 1981 y 2001 pueden ser denominadas como “crisis totales”, pues tuvieron todos los componente para ser llamadas “tormentas perfectas”, solo diferenciándose entre sí -y su nivel de gravedad en nuestro índice- por los niveles de caída del PBI que tuvieron y sus años de duración.

Si consideramos el índice de crisis veremos que la situación actual suma 15 puntos. Es decir, apenas por debajo de la media histórica y muy lejos de estar entre la peores.

Finalmente, vemos entonces que la situación actual es grave y difícil pero que está muy lejos de ser otro 2001 o de ubicarse entre las peores crisis de la historia argentina. Ni por el nivel de profundidad del derrumbe ni por la cantidad de aspectos cualitativos el país parece que vivirá su momento más trágico. En todo caso, lo verdaderamente trágico es que sigamos sufriendo crisis y que lo hagamos de manera tan seguida, llegando al punto de tener que diseñar índices para medirlas y compararlas. Ojalá que algún día fueran estudiadas con más seriedad para así dejar de repetirlas en el futuro.

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