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Ternura

Por El Litoral

Jueves, 12 de noviembre de 2020 a las 01:03

Por José Ceschi

¡Buen día! Estuve leyendo un viejo artículo firmado por Aldo Drewniak y que lleva un título sugerente: “La gracia secreta de la ternura” (“El mensajero de san Antonio”, oct. 88).
Hay estadísticas, nos dice, según las cuales de cada diez personas, siete se lamentan en la edad adulta de no haber recibido afecto suficiente de sus padres. “Y llegan a decir esto cuando toman conciencia del origen de sus problemas a través del análisis, porque la mayoría de las personas que caminan por las calles de la vida manejan una serie de mecanismos de compensación, casi siempre inadecuados, para lograr cubrir siquiera esta deficiencia de su infancia...
Los gestos de ternura nos permiten descubrir nuestra propia hermosura; por eso el niño que reciba la ternura necesaria se siente en armonía con el universo exterior e interior. Cuando le toque sufrir no pensará que es una calamidad. Cuando esté solo no se sentirá abandonado. Cuando caiga se levantará.
El amor de ternura no sólo nos permite descubrir nuestras capacidades, sino que ¡y esto es importante! Nos permite crearlas si no las tenemos, y si las tenemos las aumenta. Porque la mirada del amor hace pasar las cosas del no ser al ser; así como la palabra amorosa de Dios hizo pasar a todo el universo del no ser al ser.
También los adultos necesitan amor y ternura. Y no me estoy refiriendo a gestos de sensiblería, porque la ternura es cosa seria, es respetuosa, es la simple expresión de una cercanía que nos acompaña, que nos permite existir libres, que nos impulsa a ser nosotros mismos, que siempre nos admira y sorprende. La ternura es un gesto de dolor con nuestro dolor, una sonrisa profunda de gozo por nuestro éxito...
Es curioso que algunas personas se pasan la vida mendigando admiración, aplausos, reconocimiento, muestras de afecto, porque su corazón quedó vaciado ante la distancia de sus padres, y ahora no se llena nunca. Un niño acariciado normalmente por sus padres y familiares está ya en el buen camino para ser feliz. Por el contrario, uno desprovisto de esas caricias estimulantes, es retraído, agresivo, sin capacidad de afecto y de entablar relaciones de amistad con sus pares...”
¡Hasta mañana!

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