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Quien calla otorga

Cuando todo estaba dicho, los “mansos” opinantes y criteriosos comienzan a hacer la diferencia.

Por Adalberto Balduino

Especial para El Litoral.

Otrora un dicho tomó estado popular: el silencio es salud. Pero no siempre ha sido bueno, la voz forma parte de la más importante función en que la comunicación acerca, se expresa, rompe el aislamiento dando cuenta de que, aunque callados, pensamos y las cosas nos duelen tanto o más. No siempre al callado por creer que pronunciarse es un desacato, pronunciarse lo pone nervioso porque se sale de ese tándem de personas que han hecho del silencio la más noble expresión. Pero ello no significa de ninguna manera que ignore lo que sucede, acontece, se hace carne, y tenga un criterio definido de cuántas cosas están en juego.

Leyendo un artículo del diario de La Prensa de Buenos Aires, producida por Rogelio López Guillemain el 23 de octubre de 2019 y que titulara “Quién es ‘La Rebelión de los Mansos’”, permitió acercar la alternativa de esos “silenciosos” cansados de la cháchara electoral. 

Y nos habla de ese silencio al que le cuesta “romper el cascarón” para gritar a los cuatro vientos su desazón. Su impotencia ante los hechos que reclaman a veces otro giro, pronunciada por una legión que persigue otros intereses como la honestidad, la rectitud, la idoneidad, menos la exacerbada política vacía y cómplice que los remitió a guardar distancia y no caer en la exagerada apetencia, hecho hábito, por hacer crecer los bienes indebidos. Tal vez, los menos bulliciosos, pero son los más auténticos porque tocan a la ética, al cumplimiento de los derechos, a la Constitución en mano, al respeto, al orden, aunque no hagan buenas notas en política. Mansos porque no buscan prebendas, ni como ciudadanos ni hipotéticamente como formando parte de los gobiernos. Para buen candidato se necesita honestidad sin parlamentos ni discursos ostentosos, que casi siempre caen en la mentira; mejor hablar poco que promesas banales.

Guillemain, en su artículo y al respecto, hace una cita aleccionadora perteneciente a la filósofa, novelista y ensayista Ayn Rand seudónimo de Alisa Zinovievna Rosenbaum, nacida el 2 de febrero de 1905 en San Petersburgo, que puede servirnos de ejemplo y poner distancias con toda razón. Ella enfatiza  abonando a su estilo filosófico, denominado “objetivismo”, pronunció algo que es un contrapeso conducente a climas no saludables: “El comunismo propone esclavizar a los hombres por la fuerza; el socialismo, por el voto… La cuestión no es quién me va a permitir; es quién me va a detener… Los que quieren la esclavitud deben tener la honestidad de llamarla por su verdadero nombre… Puedes evadir la realidad, pero evadir las consecuencias de evadir la realidad”. Y consecuente con ello, en uno de los tantos pronunciamientos del exjuez de la Corte, Carlos Fayt, afirmó concluyente lo que siempre repito feliz de hacerlo: “Las opiniones son libres, pero los hechos son sagrados”. Esa paz aparente de los sin voz, está integrada por individuos a los que el batifondo futbolero de colores políticos molesta, esconde, entorpece; gente de bien en el más profundo criterio ciudadano del trabajo a fondo, del estudio, del sacrificio y la perseverancia por hacer realidad todos los sueños contenidos, lógicos y naturales que todos esperamos ver crecidos y saludables. Es ese manojo de mujeres y hombres que mancomunados se esfuerzan en silencio, sin consignas, con el solo objetivo de no cometer los mismos errores que las voces desteñidas gritan y vociferan. Por eso han surgido esos “mansos”, esos “giles” que, cansados de las vías comunes, desean pronunciarse de otra manera más contundente pero respetuosa del semejante.

Me llamó la atención. Me atrapó la película argentina: “La odisea de los giles”, dirigida por el hijo de “Tato” Bores, Sebastián Borensztein, que sobre libro de Eduardo Sacheri titulado “La noche de la usina”, hizo una gran obra que mucho se asemeja al silencio de los inocentes, no de la película, sino de aquellos ciudadanos que le escapan y con razón a todos los chanchullos de promesas no cumplidas, y que para hablar tiene que haber una elocuente razón por romper racionalmente el silencio. La misma fue estrenada el 15 de agosto de 2019. El elenco se conformó con Ricardo Darín, Luis Brandoni, “Chino” Darín, Verónica Llinás, Daniel Aráoz, Carlos Belloso, Rita Cortese, Andrés Parra, Marco Antonio Caponi, Guillermo Jacubowicz. La trama de la misma se ubica en los años de la crisis económica, del 98 al 2002, una de las tantas de nuestra historia. Un grupo de vecinos descubren que sus ahorros para formalizar una cooperativa que fueron depositados en un banco de pueblo, un abogado y un gerente le traman una estafa. En silencio y en paz, no alzan la voz, pero ya rebelados les dan una lección ejemplar demostrando el ilícito y a los involucrados. La misma obtuvo el premio a la mejor película iberoamericana en su edición N° 34.

Dice el autor del artículo Rogelio López Guillemain: “Llegará el momento en el que entenderemos que ser ciudadano es más que poner un voto en la urna cada dos años”. Bendita sea la actitud de estas personas “mansas”, dispuestas siempre a masticar broncas sin romper el esquema, pero uno se pregunta hasta cuándo todo lo opuesto continuará con su esquema totalitario, sin importar los años que se pasan esgrimiendo el poder. Siempre pienso en ese visionario que fue el padre Zini, con su claro decir, que transformaba cada vericueto de la vida en clara sentencia, sin perder la armonía ni el respeto olvidado. “Imagínese, compadre, / qué va a pasar / si un día de estos la gente / llega a encontrar su vino que le han robado / los mandamás…/ usté ya sabe, compadre, / qué va a pasar…!”.

Los “mansos” siempre marcan una diferencia. Les cuesta expresarse y no soportan lo que el resto admite como normalidad, para continuar disponiendo todo como una prolífica estancia. La ética está por encima de todo. Bajar el volumen de las atrocidades dichas sin fundamento ni cumplimiento. Elaborar planes sin improvisar parches. Idoneidad. Respeto a todos los órdenes. 

Pero también es cierto que los “mansos” han encontrado la vía para rebelarse en paz y dando el ejemplo creando conciencia, porque ser ciudadanos es mucho más que el simple voto. Hacen falta más “mansos” porque ellos son el revés de la moneda, ya que su búsqueda es más profunda y respetuosa. No buscan un Estado benevolente, sino un Estado serio cuya biblia sea la Constitución. Es mucho más simple pero más trascendente.

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