Viernes 26de Abril de 2024CORRIENTES31°Pronóstico Extendido

Dolar Compra:$854,0

Dolar Venta:$894,0

Viernes 26de Abril de 2024CORRIENTES31°Pronóstico Extendido

Dolar Compra:$854,0

Dolar Venta:$894,0

/Ellitoral.com.ar/ Especiales

Mitigar el dolor: el saí común

Con la sensación de goce, felicidad, expectativas y sueños, retomamos las páginas de aves. En esta ocasión vamos con aves y música, una canción de Coqui Ortiz y el saí común.

Por Paulo Ferreyra

- Abel Fleita

Especial para El Litoral

El saí común, cuyo nombre científico es conirostrum speciosum, es el ave elegida para iniciar la nueva temporada de Flautines al Sol, justo en el primer día del mes de marzo. Explorando en la bibliografía, el nombre científico alude al pico cónico y a la belleza en sus sólo diez centímetros de tamaño. Entre macho y hembra hay marcadas diferencias, por ello poseen dimorfismo sexual. En los primeros se destaca un gris azulado en su dorsal, mientras su ventral es gris ceniciento. Una buena parte del sector subcaudal, entre patas y cola, es de color rufo o ladrillo. 

La hembra del saí común tiene la corona gris celeste y el dorso verde oliváceo, en tanto su ventral es blancuzco. Habita en buena parte del norte de Argentina y se alimenta de pequeños insectos o larvas, recorriendo árboles y montes, tanto en los sectores altos como medios. Pajaritos de cielos. 

Parece pajarito 

Cuando se dejan atrás los edificios altos en la ciudad de Resistencia el cielo se vuelve ancho, luminoso, inalcanzable a los ojos. Las calles son anchas como en un pueblo, igual que las veredas arboladas donde reverberan las hojas muy verdes y el canto de los pájaros. Aunque el sonido de los autos, motos y colectivos intenta apagar a los flautines de sol ellos están ahí, haciendo la mejor música del mundo. 

El abuelo Alfredo había partido hacía poco. Coqui Ortiz es músico, guitarrista, autor y compositor nacido en Colonias Unidas. Empezó su andar a comienzo de los años 90 por distintos sitios hasta que a principios del 2000 comienza a pisar escenarios importantes del país. Grabó los discos “Coqui Ortiz en grupo”, (2002), “Parece pajarito” (2005) y “La palabra echa a volar en el viento” junto con el pianista y compositor Carlos “Negro” Aguirre, musicalizando poemas de Aledo Luis Meloni. 

“Me encantan los pájaros”, cuenta Coqui. “Por la mañana temprano escucharlos o cuando estamos en un paisaje verde es fascinante. Estar presentes en esa atmósfera me transmite al instante una sensación de felicidad. Creo que esa es la palabra correcta. Cuando me he hallado, cuando soy feliz en el lugar que estoy. Me gusta mirar aves y me gustaría conocer tanto como los disfruto. Sin embargo, no soy un especialista, ni sé diferenciarlos con precisión, pero eso no me impide disfrutarlos”, desliza. 

Unos dedos zapatean suavemente en un acordeón. Una tarde de cielos anchos en la ciudad, Coqui paseaba con su hija Paloma en bicicleta. Ella le pregunta dónde está el abuelo Alfredo. El piensa, desgrana unas pocas palabras lentamente, se fue. Tras una pausa ella insiste, “sí, ya sé. Pero a dónde se fue”.  “Al cielo”. “¡¡¡Ehhhhhh!!!” responde ella, “Parece pajarito ¡¡¡eh!!!”. Así nació el tema que lleva por título “Parece pajarito”. “Aquella imagen creada en esa charla me conmovió y les quitó tragedia a las ausencias. Pensar que nos morimos y nos volvemos pajaritos”, desliza en tono suave, cándido, soñador. 

Compuso el tema y, además, así Coqui llamó a su segundo disco, “Parece pajarito”, “ese disco es la herencia de un modo de hacer música, de muchos afectos. Cada vez que hicimos sonar estas canciones sentí que llevaba conmigo una parcela de tierra de esta ciudad donde me crié. Así llevo todas las voces que me marcaron de un territorio del que nunca me fui”.  

Finalmente, el tema se conecta con el saí común, una ave pequeña que destella colores como el celeste, naranja, blanco, verde. Las aves nos conectan con esa fracción de tiempo que necesitamos tomar una pausa, un tiempo parvo para ver a alguien o encender una charla con un ser cercano. Lo esencial de la vida sigue estando en los pequeños gestos que parecen pajarito. La libertad siempre es joven. 

Retrato 

“Pasa, entra a sacar fotos a los pajaritos, yo estoy saliendo para el pueblo, pero entra a sacar fotos”, sostuvo una y otra vez el vecino, en las afueras de la comunidad de Mburucuyá. “Chamigo, estoy cansado de que le ondeen y lastimen a los pajaritos. Chicos, grandes, muchachones, guainas, todos andan con sus gomeras”, se lamenta el lugareño mientras cruza el alambrado que da a la ruta.  

Queda la casa sola, con sus contados animales de granja que son más compañía que de granja. En una pequeña laguna se aprecian algunos juncos, una pareja de patos cutirí se encarga de que la tarde brille en los círculos que marcan sus suaves movimientos. 

Junto a la casa, pequeña de chapa y madera, se encuentra un árbol pata de buey, y a la par, un espinillo, en flor, amarillo y silencioso. Allí asoma el ave que hace que uno se quede inmóvil. Pequeña, la hembra de saí común recorre las ramas y hojitas verdes. Pero en sólo instantes desaparece y vuelve a asomar entre las flores amarillas. 

El aire está tan quieto que el imperceptible movimiento trae el aroma imborrable de la acacia. Minutos después la sorpresa continúa, cuando aparece el macho de saí común, ubicado más sobre la copa del árbol. Ambos recorren las ramas, mientras se alimentan de los insectos de la madera. Por momentos quedan con la cabeza abajo, como acróbatas, cuando comen. Saí en lengua guaraní significa “poco”. Posiblemente el nombre haga referencia al momento de observarlo y tras ello, la sensación de haberlo visto casi todo.

¿Te gustó la nota?

Ocurrió un error