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Ensanchado en las alas, aguilucho pampa

Con la mirada extendida hacia el paisaje o en pleno vuelo buscamos asir palabras para tener la libertad de las aves. Hoy acercamos el aguilucho pampa al tiempo que recordamos a uno de los dúos más importantes del chamamé, La yunta correntina. La historia viva viene de la mano de Luis Sánchez.

Por Paulo Ferreyra

Abel Fleita

Especial para El Litoral

 

Aguilucho pampa (Busarellus nigricollis; familia accipitridar) Hay días en que las condiciones del tiempo, como el viento, hace que las aves estén en lugares en los que no llegamos a verlas. Esto puede desmotivar la jornada de encuentro con la naturaleza y sus habitantes. 

Sin embargo, algunas especies pueden permanecer solitarias en la llanura, en los pastizales abiertos, aún con el viento desorganizando sus plumajes, o aireándolos. Pasa a veces con el aguilucho pampa que es un ave de las rapaces diurnas, como las águilas y los gavilanes. Aunque siempre anda un poco distante, esta ave puede permanecer un tiempo mientras no perciba demasiado movimiento hacia su posada. Apoyada en sus patas observa. Está sin mirar, como en cierta postura indiferente, pero más que atenta. 

En ese tiempo, podemos observar aquello que lo hace llamativa, su cabeza de color blanco crema, amarillenta y el collar negro que lo une a su color general rufo, rojizo. El negro está presente en los extremos de sus alas y en la cola. 

Las hembras son un poco más grandes que los machos, 46 y 50 centímetros de tamaño. La vocalización es aguda, lastimera y suavemente aflautada por momentos, pero también hay una que es un poco grave, de un pausado agggrrr, agggrrr. En directo, nos hacen conectar perfectamente con los lugares.  Esta ave se alimenta en especial de reptiles, ratones, anfibios o huevos, para los que posee sus garras y pico adaptados, ya que es lo que más utiliza para la supervivencia.  

Libertad en vuelo 

El cielo es ancho, azul intenso regado por un sol radiante. Las copas de los árboles más altos lucen de un color intenso, ha llovido días atrás y todo parece joven, vivo, de un fulgor único. La libertad siempre es joven. Los perros se pasean perezosos. Las gallinas buscan espacio para escarbar la tierra. Luis Sánchez acaba de preparar mate, el agua humeante cae de un lado y se eleva un aroma de yerba recién mojada, espesa, tierra mojada. 

“Acá pasando la cuarentena con mis hijos y mi señora. Estamos bien. La información o estar atento a todo abruma un poco. En el celular todo el tiempo se habla del coronavirus. En Caá Catí la gente intenta respetar esta medida de quedarse en la casa. Cuesta hacerse al hábito de quedarse quieto, encerrado, aislado aunque conectados a través del teléfono”, explica Luis.

Claro, lo llamamos para hablar de música y chamamé, no de la pandemia que nos afectada hoy a todos como sociedad, pero se cuela en nuestras miradas, en la piel, en la preocupación que corre por el otro día tras día. Hay más información al respecto en otras páginas del diario, pero ahora los casos positivos de la pandemia ya afectan a la provincia y el tema se vuelve central para todos. 

Yunta

Héctor Oscar Sánchez era del paraje El Pasito, creció rodeado de sus siete hermanos y desde su más tierna edad comenzó a ejecutar el acordeón. A lo largo de su vida musiquera formará distintas agrupaciones. Empero la más recordada es La Yunta Correntina, aquel dúo que conformara junto con el guitarrista Antonio Niz. Desde fines de los 90, Oscar dejó de registrar sus temas, su hijo estima que debe haber compuesto más de cien melodías, pero quizás solo el 40 por ciento de estas obras estén registradas. Entre esos temas están “Santa Librada”, “Polquita correntina”, “Pago San Miguel”, “Verdulera”, “Bien paseño”, “La yunta correntina”, entre otros temas de autoría de Oscar Sánchez. 

Su hijo, Luis, es profesor de psicología desde hace varios años en Caá Catí. La música se da por gusto propio y cuando se enlazan distintas circunstancias. En ocasiones con los hijos de Ubeda, pero varios tienen distintos compromisos de trabajo que hacen al sustento de la vida. “Tenemos repertorio. De acuerdo con las situaciones que se presenten, y podemos, vamos a tocar. A veces puede ser un lugar más bailable y en otras un lugar donde se preste para escuchar”, explica. Además, se lanzó a componer, con el entorno o en el ambiente a veces sale algo. Lo graba con el celular y así después va retomando esos pequeños fragmentos que terminan en una nueva melodía. 

“Papá era muy generoso con las composiciones. Hay muchas melodías que no las registró y que están grabadas. Cuando estaba con Papi Miño tenía espacio para hacer algún tema. En esa formación también estaba Antonio Niz, esa amistad creció y así formaron La Yunta Correntina. Hacían cosas mano a mano, de hecho, hay un tema que se llama así”, cuenta Luis que con entusiasmo y orgullo de hijo habla de su padre sin reparos. 

Esa yunta de Oscar con Antonio tenía mucha libertad. “Ellos echaban a volar sus alas de manera de manera única cuando tocaban juntos”, agrega Luis. En la yunta tenían plena libertada. Ahí graban composiciones propias, solos ellos. Bien paseño, Verdulera, hay varios en cada disco con temas instrumentales. 

El segundo disco ya aparece letras con otros artistas con Héctor Chávez, Juan Carlos Jensen, Ubeda Chávez, son innumerables. Lo que ellos, Antonio y Oscar, hacían era nuevo porque después tenés que remontarte a lo que realizaron Rudi y Nini Flores con discos instrumentales solo de acordeón y guitarra. El primer disco de La Yunta Correntina, considerado un ícono dentro del chamamé son todos temas instrumentales. Fue grabado únicamente en cassette. Algunas grabaciones se consiguen hoy. En las redes se pueden escuchar, pero no son buenas versiones, aún se conservan la grabación de estudio y en la familia se estudia la posibilidad en algún momento de hacer un lanzamiento nuevo. El registro fue en el año 97, empezaba a usarse el CD pero el presupuesto no alcanzó para grabar en ese forma”, explica. 

Grabaciones de aquel dúo inolvidable hoy se pueden encontrar en internet. Ahí, en esa zona oscura, donde todo es de todos y de nadie, Luis por un lado agradece la posibilidad de poder escuchar eso y, por otro lado, como muchos autores y compositores, lamenta que los derechos de los autores se licuen en favor de que todos tengan acceso. Una dicotomía, un sentimiento encontrado que compartimos plenamente. No se trata de plata, sino de reconocimiento al autor y compositor de las obras. 

Vuelo 

Hace unos pocos días nos dirigimos hacia los campos verdes y grises de San Luis del Palmar, en el noroeste correntino. Allí donde el Chaco húmedo dejó instalada para siempre su embajada natural. A mitad de camino, luego de andar observando bañados, esteros y montes de quebracho, hacia el mediodía y en contraluz, nos encontramos con el ejemplar de aguilucho pampa. Esta sobre un poste de alambrado y a varios metros de la solitaria casa con molino.

El viento se hacía notar, en el pleno sol de verano, no sólo en la naturaleza que se ondulaba, sino también en la cámara y en el pulso para disparar.

El aguilucho pampa nos permitió acercarnos un poco, nunca todo lo que se quisiera, pero lo necesario para retratarlo y hoy volar junto a él. 

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