Les tengo más miedo al dengue y al sarampión que al coronavirus”, aseguró el ministro de Salud, Ginés González García, haciendo alusión al trabajo que se lleva adelante para acotar la dispersión del nuevo virus que ya ingresó al país, pero también dejando en claro que hay problemas locales hoy más graves que requieren de mayor esfuerzo y urgencia. Sus dichos tienen un claro correlato con la realidad, pues ya lamentamos entre nosotros una nueva muerte por dengue -la última había sucedido en 2016-, y también por sarampión, algo sobre lo cual ya también habíamos alertado desde estas columnas días atrás.
Los motivos del ministro para preocuparse no son exagerados. El dengue se encuentra diseminado en más de 19 países de América Latina. Existen ya más de 3 millones de pacientes positivos luego de dos años de baja incidencia de la enfermedad. Desde agosto de 2019 hasta el 17 del mes pasado se registraron en nuestro país 4.089 casos sospechosos de dengue, de los cuales se confirmaron 748, entre importados y autóctonos, según el último informe del Ministerio de Salud de la Nación. En ese período, dos personas perdieron la vida a causa de la enfermedad: un hombre de 73 años y una mujer de 69, los dos de la provincia de Buenos Aires. Un detalle que enciende las alarmas es que el dengue se vuelve más grave cuando el paciente ya tuvo una infección previa y luego cursa una segunda de otro serotipo. Esta nueva infección se denomina dengue grave, anteriormente conocido como hemorrágico, y puede ser mortal.
Nicolás Kreplak, viceministro de Salud bonaerense, señaló que se “está atravesando una epidemia en la región con los valores históricos más altos y serotipos virales distintos de los de la epidemia en la Argentina de 2015 y 2016, en especial de los serotipos DEN4 y DEN2, cuando siempre predominó la infección por DEN1 en el país”.
Del mismo modo, es importante destacar que, aunque ya se conocieron casos autóctonos, que muchos de aquellos que presentaron síntomas habían viajado a otros países y regresaron luego con la enfermedad. En Paraguay, por ejemplo, donde la epidemia de dengue azota, predomina el serotipo DEN4. La lucha contra el dengue debe ser continua, no puede interrumpirse durante el período invernal, y tiene que centrarse en atender dos aspectos importantes: la prevención y el rápido diagnóstico.
La acción de los Estados nacional, provincial y municipal es clave para mantener las zonas públicas fumigadas. Deben intensificarse también las campañas de difusión para que la sociedad sepa qué cuidados tener, como descacharrar, esto es evitar almacenar agua en recipientes, lo cual propicia el crecimiento del mosquito Aedes aegypti, que con su picadura transmite la enfermedad, que no vuela a más de 100 metros en toda su vida y cuya larva muere a más de 40 grados centígrados o a menos de 10°C . La recomendación de limpiar cacharros antes de eliminarlos es valiosa para contener la reproducción del vector.
Al mismo tiempo, en el plano de la detección temprana de la infección, si bien los métodos tradicionales son los comprobadamente más seguros, celebramos el trabajo de muchos especialistas, como los investigadores Juan Ugalde, Diego Álvarez, Diego Comerci y Andrés Ciocchini, de la Universidad Nacional de San Martín (Unsam), quienes idearon una tira reactiva, como la que se utiliza para confirmar un embarazo, que permite detectar el virus del dengue en diez minutos a un costo bajo y sin necesidad de análisis complejos.
La Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat) ya aprobó su distribución y el tiempo confirmará su utilidad a la hora de aliviar los sistemas centralizados, que suelen colapsar en tiempos de epidemias.
Al ser el dengue una enfermedad que se repite con asiduidad en el territorio argentino, es de esperar que no cesen los esfuerzos por detenerlo con acciones concretas desde el Estado, como la limpieza de las ciudades y las fumigaciones, además de la distribución de repelentes a sectores vulnerables, pero, también, promoviendo una conciencia social que involucre a todos los actores en la defensa de la salud pública.
Asimismo, se reconoce la vital importancia del compromiso de las instituciones privadas, como la mencionada universidad, que suman su valioso aporte y su accionar responsable para combatir la epidemia desde distintas regiones del país.