¡Buen día! “Una vida humana no vale nada. Pero nada vale más que una vida humana”. Este pensamiento de André Malraux nos ayuda sobre todo a valorar el inmenso don de Dios. Lo hace también René Trossero (“Pensar y vivir en libertad”) cuando escribe:
“Vivir es algo más que durar; por eso algunos prefieren morir que durar sin poder vivir humanamente.
La vida que tienes es un regalo, porque te la dieron cuando no podías pedirla. Pero es un llamado y un desafío, porque te pedirán cuenta de lo que aún no eres.
Nadie valora tanto la vida como el que se expone a perder la suya para que otros vivan. La vida es como un río; si quieres cercarla y detenerla para conservarla, la destruyes y la pierdes.
Si descubriste el misterio de la vida, serás capaz de asombrarte ante una semilla que germina, ante un pájaro que anida y ante un niño que nace.
Cuando alguien se queja de que la vida es corta, pregúntale qué hace con ella, porque tal vez le sobra tiempo.
Los hombres invierten tiempo y dinero en prolongar la duración de la vida, y tal vez sea más urgente encontrar el sentido para seguir viviendo.
La ciencia celebra la prolongación de la duración cuando implanta un corazón artificial; la sabiduría festeja cuando un corazón sensible ama y vive.
¿Creés posible que tantas ganas de vivir terminen en la muerte?
Nos esforzamos para prolongar la vida de los ancianos y legislamos aprobando la muerte de los que no nacieron. ¡Qué contradictorio es el hombre!
Prefiero morir diez años antes por haber vivido digna e intensamente, que durar diez años más pagando el precio de no vivir”.
¡Hasta mañana!