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Silencio que avanza, carpintero oliva chico

Comenzamos un mes abriendo paso a las ecorregiones de la provincia de Corrientes. Además, nos sumergimos en otras historias que van bajo o en torno a las aves, en este caso un viaje lento, el Tren Económico. 

Por Paulo Ferreyra

Abel Fleita

Especial para El Litoral

El carpintero oliva chico (Veniliornis passerinus) es el ave que hoy nos vinculará con una de las cinco ecorregiones naturales presentes en la provincia de Corrientes, que en el país suman dieciocho: el Chaco Húmedo. 

Así es como hoy iniciamos este nuevo mes sobre el mundo alado, con la ecorregión ubicada sobre el vértice noroeste de la provincia. Es una de las representaciones ambientales más pequeñas, pero que sumada a las otras cuatro hacen que al menos una docena de especies de carpinteros (familia Picidae) se encuentren en este sector geográfico. 

Para avanzar, recordaremos que además del Chaco Húmedo, en la provincia de Corrientes se encuentran las ecorregiones Delta e Islas del Paraná, Espinal, Esteros del Iberá y Campos y Malezales. Cada una de ellas las iremos recordando a lo largo del mes. 

El carpintero oliva chico habita en todo el Norte de Corrientes. Mide 14 centímetros y como lo indica su nombre, su plumaje está basado en un color verde oliváceo, que sobre el pecho y el vientre posee suaves y finas barritas blancas. 

Cuando del macho se trata, veremos en la nuca y parte de la cabeza el color rojo, en tanto en la hembra la observaremos lisa. En ella podremos divisar una línea blanca, tenue, que nace entre el ojo y el pico y se extiende hacia la mejilla y garganta. 

Al arribar al árbol, donde puede encontrarse el nido realizado en algún pequeño hueco, tendremos en cuenta que la especie no esté trayendo alimento para sus pichones. Por lo general se oyen suaves chillidos desde lugares inimaginados. 

Es característico verlos trepar y golpear con su pico fino de forma incesante la madera, buscando larvas o insectos, con pequeños saltos y mirando hacia atrás. La ley de gravedad no pareciera ser inconveniente para ellos. Además de poseer el pico fuerte y la cabeza adaptada para golpear la rama, dos dedos hacia adelante y dos hacia atrás, lo convierten en un experto trepador. 

La vocalización puede traducirse en un güik, güigüigüigüigüi, algo agudo y más intenso hacia el final, de pocos segundos. Al oírlos y reconocerlos tras las visitas a la región del monte húmedo, la gratificación del encuentro será más que evidente. 

En cuanto a sonidos y golpeteos de carpinteros, vale asociarlos a tres tipos de tamaños. Los agudos y poco perceptibles, serán los pequeños; es el caso del ave que hoy desarrollamos. Los grandes llamarán la atención desde una mayor distancia. Todos estarán atentos a los observadores. 

A paso de pesado, lento y seguro 

“Y el obediente caballito de hierro hundió las ruedas/ y navegó con agua hasta los ejes/” dejó en su poética Juanjo Folguerá en el poema dedicado al Tren Económico. Por la ecorregión que hoy nos ocupa pasaba aquel legendario Caballito de Hierro, repasamos un poco hoy su historia. 

Hacia fin del siglo XIX llega a Santa Ana el Ferrocarril Económico, agregando un nuevo medio de servicio. Fue el único ferrocarril que se construyó con capitales privados. Lo trajo Francisco Bolla, italiano que llega a Corrientes en el año 1850. Se concreta la instalación de esta obra cuando se sanciona el 18 de diciembre de 1890 la ley de Concesión, que se había solicitado para el establecimiento de una vía férrea que conectaría Corrientes con San Luis del Palmar. 

Tuvo un recorrido total de 178 kilómetros y constaba de dos Ramales Principales. El primer tramo entre Ingenio y San Luis del Palmar se inauguró el 24 de agosto de 1898, culminándose de esta forma la totalidad de la obra ferroviaria que comprendía 72 kilómetros. Lo que se destaca de estas locomotoras es que fue el primer medio de transporte terrestre de cargas y pasajeros que integró al interior de la provincia con la Capital. 

Económico 

El señor azucarero, Francisco Bolla, necesitaba que su Ingenio en Santa Ana tuviera conexión directa y barata con Corrientes, de ese modo obtiene permiso de la Provincia para la construcción de un ramal desde San Luis a la Capital en 1890. Se trataba de un tren de sesenta centímetros de trocha, más tarde bautizado como “El Económico”. 

En 1892 se finaliza el primer tramo a cargo del Ingeniero Coll y dos años después se completa el recorrido de manera fluida con extensiones por los principales campos de azúcar desde San Cosme, hasta Paso de la Patria. La empresa de Bolla quiebra y la Provincia busca darle continuidad a la construcción de durmientes y rieles desde el Norte hacia el mediterráneo correntino. 

Así logra la concesión la firma Dodero y con luz verde para ampliar el tendido de vías con llegada a Nuestra Señora del Rosario de Caá Catí y San Antonio de Mburucuyá, el ingeniero Mauro Herlizka diseña y supervisa ese proyecto. La obra comienza a gestarse en 1909 y para 1911 llega a Caá Catí. El ramal Lomas de Vallejos-San Antonio de Mburucuyá demora al menos otros cuatro años. El emprendimiento de Dodero también fracasa y tras hacerse acreedor el Banco Francés, la Provincia toma el control del recorrido en cada ramal para 1927. 

Con la nacionalización del ferrocarril en 1948, el “Económico” y su más de 200 kilómetros de vías pasó a manos del Ferrocarril General Urquiza. Con el gobierno de facto de Onganía se decidió el cerramiento de muchos ramales y las locomotoras que daban pérdida. Fue el preludio de lo acontecido en 1989 bajo el gobierno democrático de Menem que profundizó el levantamiento de líneas férreas. Los vagones de carga se oxidaron en los andenes o se vendieron como chatarras. 

El trencito dejó de operar y realizó su último viaje en 1969, era un 29 de octubre. Se dejó de cortar boletos, unos 12 pesos costaba viajar en primera clase y ocho en segunda. Desde Mburucuyá a Corrientes tenía un recorrido de 178 km y con mucha paciencia en 23 horas se llega a destino, salía de la estación Libertad a las 5.30 AM, información del sitio web de Santa Ana de los Guácaras. 

Rodolfo Walsh escribió, “el 9 de febrero de 1966 la locomotora 682 del ramal 060, Ferrocarril Urquiza, salió a las 9 de la mañana de la capital correntina arrastrando seis vagones de pasajeros y cuatro de carga y correspondencia. Su destino era Mburucuyá, a 178 kilómetros de distancia. Llegó el día siguiente a las 10.47 de la mañana, empleando veinticinco horas cuarenta y siete minutos, con un promedio algo inferior a siete kilómetros la hora. 

No es un caso excepcional, sino apenas reciente, en la historia del tren más chico, más lento, más exasperante y más divertido del mundo”, describió en su crónica “El Expreso de la Siesta”, hoy reunido en el libro “El violento oficio de escribir”. 

Cabe recordar que hoy sin sus vías, las tres locomotoras originales se encuentran dos en Santa Ana de los Guácaras y la otra en Mburucuyá. El beneficio de estos servicios económicos nunca debía ser superior al social, pues recorridos como el del Económico le dio desarrollo productivo a pueblos en el mediterráneo correntino. 

Entre casa 

Sobre las diferentes texturas de árboles del Chaco Húmedo se afirma la cola del carpintero oliva chico, una parte fundamental de la especie para el equilibrio y la versatilidad en la madera. De un timbó se traslada hacia un ejemplar de espina corona y tras cruzar riachos y albardones, presiente los ambientes de quebracho, algarrobo y palmares caranday, la típica diversidad ambiental del Noroeste de Corrientes. 

Los registros que hoy nos acompañan nos muestran a una ejemplar hembra, sobre un árbol de timbó, durante la temporada de otoño. De allí es que se la puede observar con luz destacada y desprovista de la sombra de las hojas. 

La imagen de la pareja, casi en diálogo, es de una visita cercana, inesperada. Fue en el año 2018 en la quinta de frutales de la antigua pista de baile La Querencia, de Mburucuyá, durante el cumpleaños del músico Eustaquio Papi Miño. Sobre el mediodía, mientras la familia recibía a los allegados, los árboles brindaban la sombra necesaria,  el alimento y refugio a los mismos pájaros chamameceros. 

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