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Avelino Nuñez o “el labrador paciente que socava tu signo”

Nació en Mburucuyá en 1970. Poeta, escritor y docente. Actualmente se desempeña como presidente de la Sade filial Corrientes. Ha obtenido numerosos premios de poesía y narrativa. Ha publicado, entre otras, las novelas: “El esqueleto de los sueños”, “La hija de las tormentas”; los libros de cuentos: “La flor del delirio en el submundo de la conciencia”, “El hombre, esa criatura ilusoria y compleja”; y los poemarios: “Los vanos sueños de inmortalidad”, “La belleza falsificada de las flores”, “Cavilaciones del poeta en su laberinto”, “Luna negra en noche azul”, entre otros.

Por El Litoral

Domingo, 27 de septiembre de 2020 a las 01:01

Por Rodrigo Galarza
Especial para El Litoral

Es sabido que Pablo Neruda fue amado por su poesía pero también odiado por algunos de las nuevas generaciones de poetas chilenos que pedían  sostener el cetro del poeta. Se cuenta que en más de una ocasión estos nuevos vates lo increparon, incluso arrojaron al suelo sus papeles para que no pudiera proseguir con el recital. Es decir, el intento de matar al padre no se ciñó solo a la producción poética sino también al ámbito público del poeta. Bien podría decirse que existen al menos dos maneras de matar el padre: inventarse, transitar un camino totalmente opuesto o divergente, o bien asumir la herencia y buscar otros hálitos aunque se mantenga la misma dirección. 
Sin entrar en enfoques psicoanalistas (permítame la chanza “desocupado lector”) Avelino Nuñez ha matado al padre de la segunda manera señalada. Su poesía tiene una lejana resonancia del poeta del “Residencia en la tierra”, pero su búsqueda se define en un camino personal cuyo lirismo, que se enmarca en el paisaje correntino a veces, universaliza la sensibilidad humana ante el amor, la angustia existencial, la búsqueda de la identidad, las destrucciones de las certezas: “Necesito saber si estoy detrás de mi rostro / dentro de mi rostro / o si soy mi rostro. / ¿Qué y quién soy en esta gran avenida? (…) ¿Quién canta dentro de mí? ¿Para qué?”. La recurrencia de sustantivos como “mariposa”, “sol”, “luz”, “fuego” cimienta los campos semánticos que logran su expansión a través de la construcción de metáforas, sinestesias, símil, y atendiendo siempre a la musicalidad del verso. Los elementos del “afuera” se interiorizan y reinterpretan con el yo-vivo, el yo-en-movimiento a la manera de los románticos (Sturm und Drang: tormenta e ímpetu): “Ya no creo en la voz del universo / goteando en su propio centro / me siento un suicida / cayendo dentro de mi propio grito”…
En su estar en el mundo, el poeta mburucuyano se abre, se deja estar entre la guerra y el sosiego de lo erótico: “Tus besos son mariposas clavadas en centro / de su propia verdad” (…) “Es la hora del amanecer / y me siento un águila ciego en las cimas de tus senos” (…) “Cien caracolas-alcanfor / se deslizan por tus hombros y se evaporan como sudor / hacia la precariedad del cielo”.
Avelino Nuñez construye en suma su voz poética desde la dicotomía, desde esa antigua prevalencia del ser humano de fundarse, destruirse y volver a construirse apoyándose en las contradicciones, aquellas capaces de dar movimiento y apertura: “Seguiré siendo lo que no fui / es decir / esa suspensión entre la materia y la luz / ese martillo oxidado al pie de una cruz” (…) “flotando en mi propio centro / fosforeciendo la vacuidad / del sudario de mi propia cáscara”.

Muestrario mínimo
YO
Y es así que voy transitando
este camino de luz cegante. 
Tan potente es mi orfandad 
que no puedo ver mis manos.
Voy peregrinando
junto a otras voces sin bocas 
hacia el cadalso de la nada.
La nada se balancea paciente
en el nudo de una soga de agua.
Me siento el destino descalzo
caminando las brasas 
    [de la incertidumbre 
una sonrisa fingida y giocóndica
sobre la podredumbre dentaria 
de mi propia miseria.
Y miro mi piel despigmentada 
conteniendo la horredumbre
    [de mis huesos 
y una verdad resignada
me supura de los dedos.
Ya no me creo el humo comunicador
ni quien prestara su fuego 
    [al soberbio sol. 
Ya no me creo la voz del universo 
goteando en su propio centro.
Me siento un suicida
cayendo dentro de su propio grito
tras la explosión de sus sesos.
¿Qué soy? No lo sé.
¿Un sueño? No estoy seguro.
Me duele esta condición
de estar en la ficción 
de este mundo encerrado 
    [en una viñeta 
como un personaje mudo
al que se le murió su guionista.
La emergencia de mi signo 
me trasmuta al abismo 
de una respuesta sin pregunta: 
el hombre es la imagen de la fatalidad
el destello de la fugacidad
resplandeciendo su tumba.

EL POETA Y SU LABERINTO
A veces me balanceo entre la luz 
    [y el insomnio 
y determino que ser poeta
es pasar por la necesidad hialina         [del vacío existencial
gestarse en el útero inmaduro 
    [de un filosofar 
ajustado a la piel de la vida.
Ser poeta es tener piel de árbol 
    [renacido 
es estar exiliado de 
    [manera permanente 
del jardín y del infierno
es estar en un constante invierno 
soñando diamantizar sus manos
con un puñado de 
    [rocío inquebrantable. 
Ser poeta es tener un 
    [laberinto propio 
dormir bajo las estrellas
y soñar con el hilo de Ariadna 
pero Ariadna es una abeja ciega         [con alas de procacidad
y el laberinto somos nosotros
y en él somos un manojo de sombras
jugando a que a que se es el circo 
    [y también el payaso 
y nos peinamos en el engañoso 
    [reflejo
del ser y el tiempo
porque en el laberinto nunca se es
    [sino una apariencia
una rosa que ya no es rosa
sino un símbolo de la fugacidad.
Ser poeta es el designio de 
    [escucharse a sí mismo 
estar en la soledad sonora, elegida
y no en la desolación
en ese estarse sin sol, como zorzal abandonado.
Ser poeta es la búsqueda tanteando 
    [las puertas de la noche.
Mas, de pronto el poema está ahí
y tiene forma de agujero 
    [y color fugitivo
y el vate es el agujero mismo 
    [y la transitoriedad
el laberinto y el hilo
la rosa y el olvido
la voz del universo rumoreando en     [la cabeza de un toro 
donde el toro ya no es una bestia         [feroz
sino la revelación de un poema 
    [a punto de comenzar 
una diarquía gobernando el cosmos
el sueño de un feto muerto 
    [atravesando 
    [una craneotomía
para luego caer en la bolsa de su         [propia piel 
y dormir como un perro 
    [sin nombre
a los pies de su laberinto: 
¡La intemperie del mundo!

DICOTOMÍA
Un espejo de niebla para mí.
Necesito saber si estoy 
    [detrás de mi rostro
dentro de mi rostro
o si soy mi rostro.
¿Qué y quién soy en esta 
    [gran avenida?
¿Una conciencia dorada
con forma de pez espada
apuñalando las huellas 
    [de estas facciones?
¿Quién canta dentro de mí? 
    [¿Para qué?
Avelino -me dicen- y yo respondo 
    [a esas vibraciones 
pero… ¿Quién es Avelino? 
    [¿Un monstruo 
    [del Génesis?
¿Un ángel caído? ¿La oscuridad         [disfrazada de rostro?
¿Quizá sea yo quien un día 
descendió a las profundidades 
    [y vio el Todo
y quedó mordiendo por milenios         [sus lamentos?
Una pausa en el universo
¿Por qué no me encuentro cuando     [estoy contigo?
Me siento un latido inútil. 
Un pájaro inútil. Una idea inútil.
Una dicotomía musical en un 
    [sarcófago de vidrio.
Sí. Soy una dicotomía inútil 
    [dentro de un rostro 
que responde a las convulsiones         [de  un nombre.
Y cuando muera mi rostro
                                -porque morirá-
seguiré siendo lo que no fui
es decir
esa suspensión entre la materia 
    [y la luz
ese martillo oxidado al pie 
    [de una cruz.

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