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Cómo enfrentar la incertidumbre

Una emoción predominante en este momento es la incertidumbre. Es decir, esa sensación de no tener el control sobre lo próximo que va a suceder. ¿Qué me recomendás para la incertidumbre?, suele preguntarme la gente. Como siempre digo, enfocarnos en lo espiritual o trascendental.  

Por Bernardo Stamateas

Colaboración especial

Esto significa, soltar mucha fe. Porque la fe nos acompaña allí donde la razón nos abandona. Es importante no planificar demasiado hacia adelante porque nadie sabe lo que ocurrirá a corto plazo. Cuando nos enfocamos demasiado en el futuro, aparece la ansiedad y, como resultado, las preguntas hipotéticas y los escenarios catastróficos: “¿Cómo voy a hacer...? ¡Me va a ir mal!”. 

Esta actitud genera más preguntas y entramos en un circuito de ansiedad que nos conduce a sentir incertidumbre. Entonces lo ideal es enfocarnos en un día por vez, o la semana próxima; no irnos hacia adelante pensando qué va a pasar dentro de varios meses o incluso el año próximo, pues solo podemos planificar a corto plazo. Esto nos ayuda a disminuir la emoción negativa. 

También es importante hablar todo lo que sentimos porque, si lo guardamos y no lo expresamos, se puede ir al cuerpo. Toda emoción no verbalizada tiene a encapsularse en lo físico. Como bien dicen: “El cuerpo habla lo que la boca calla”. Y yo siempre repito que “nos curamos hablando” (o escribiendo ahora). Este es un buen momento para volver a tener un diario íntimo donde anotemos tanto lo positivo como lo negativo en cuanto a nuestro mundo emocional.

Si sentimos algo lindo hacia otra persona, ¿por qué no decírselo? O si sentimos vergüenza o inhibición, ¿por qué no expresarlo? Hay gente que ha guardado muchas emociones del pasado surgida en la relación con sus padres. Por eso, vemos a muchos padres e hijos peleados, sin hablarse durante años o toda la vida. Hablemos, digamos lo que nos pasa, lo que sentimos, porque así nos liberamos y cuidamos nuestra salud psíquica y física.

Te animo a escribir, al menos, diez minutos por día. Date luz verde para hacerlo. No lo tiene que leer nadie. Como la mano va más lento que el cerebro, eso nos permite ordenar las ideas. Además, al verlo externalizado, somos conscientes de lo que nos pasa y, si es necesario, podemos buscar ayuda profesional. Hoy es fundamental cuidar nuestras emociones, ya que todos estamos sujetos a una gran incertidumbre con respecto al futuro.

Un ejercicio muy efectivo y de gran impacto que recomienda mi colega el Dr. Marcelo Ceberio es “la silla ocupada”. Consiste en colocar una silla vacía adelante e imaginar que allí está la persona que nos lastimó, o que partió y de quien no pudimos despedirnos. Y luego decirle todo lo que está en nuestro corazón. A los pocos minutos, sentiremos que ¡la silla ya no está vacía! Resulta muy terapéutico. De hecho, el psicodrama y el juego de roles están armados en función de poder expresar las emociones. 

El dolor es normal y universal; el sufrimiento es opcional y es generado por todo lo que queda guardado y nos puede llegar a enfermar. ¡Escojamos siempre la vida!

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