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La fotografía pop, entre el humor y la crítica

Por El Litoral

Domingo, 03 de octubre de 2021 a las 01:03

Por Carlos Lezcano
Especial para El Litoral

Corrían los años 90 en la ciudad de Corrientes y los padres de Pablo le regalaron dos cámaras compactas, una Nikon y después una Kodak, con las que sacó sus primeras fotos durante las vacaciones familiares en Mar del Plata y Brasil. El niño fotógrafo tuvo una infancia solitaria porque sus hermanos y primos eran bastante más grandes que él. Además, porque ya se percibía distinto, y le costaba vincularse con otros chicos de la escuela y del barrio. 
Por estos motivos, se refugiaba en las reuniones familiares marcadas por la impronta de su abuela que cocinaba pastas y les cantaba viejas canciones en italiano. 
Pablo hizo la escuela primaria en la Regional, siguiendo la tradición familiar. Sin embargo, fueron sus padres quienes decidieron cambiarlo de colegio para hacer la secundaria. Allí surgieron los primeros conflictos a la hora de relacionarse con otros chicos. “Había algo en mis comportamientos que despertaba el bullying de mis compañeros que me veían diferente. En realidad no entendía la reacción negativa de ellos y me volví una persona profundamente introspectiva sobre mis gustos. Me volví más solitario para no sufrir” me dice.
Durante la adolescencia compartió  habitación con su hermano José que, con paciencia fraternal, fue mostrándole imágenes relacionadas con el cine y el arte, el teatro y las revistas del momento. Aquel cuarto que estaba empapelado de fotos, afiches, publicidades, posters funcionó como una invitación a descubrir y ser parte de ese universo de películas, de moda, teatro y también de videoclips.
Esta etapa de su vida coincidió con la llegada de las primeras cámaras digitales y con ellas aparecieron algunos autorretratos mientras devoraba videos de música pop, de Madonna o Britney Spears y otros cantantes en la MTV cuyo director, lo supo mucho tiempo después era David Lachapelle. Así comenzó para Pablo el nuevo milenio.
Hace unos años decidió vivir en Buenos Aires y eso significó  retomar  el contacto con la fotografía  a través de cámara compacta con un lente gran angular y otra con ojo de pez con las que recorrió la ciudad registrando hechos de su nueva vida urbana y su relación con esa gran maquinaria de la ciudad en movimiento.
La fotografía familiar fue en los comienzos del siglo XX una crónica-relato grupal que daba cuenta de los lazos pero también de una actividad fundamental: el turismo. “El acto fotográfico, es un modo de certificar la experiencia” dice Susan Sontag. La foto de viaje se convierte de ese modo, en una estrategia de acumulación tranquilizadora de registros de vida, la comprobación de que se estuvo allí.
Durante mucho tiempo la fotografía fue un acto de no intervención. El que interviene en la acción no toma la fotografía y el que registra no interviene.
No conocemos las fotografías de Pablo niño-adolescente pero sabemos que  durante su etapa de escuela secundaria comienza un periodo de introspección.
En lugar de mirar hacia afuera y a otros, comienza  a verse, a pensarse  y centra su obra en el autorretrato como lugar donde se inscriben sus afirmaciones, sus preguntas o sus cuestionamientos al orden discriminador imperante. La imagen, por lo tanto, tiene una intención y busca un sentido diferente al registro familiar.
El niño que registraba momentos de las vacaciones familiares durante la adolescencia cede paso al artista que se muestra, que problematiza cuestiones de género estereotipadas y habla de su identidad en medio de una cultura conservadora y provinciana.
La fotografía de Pablo deja de ser solo una cuestión documental familiar para expresar un espesor conceptual relacionado con sus experiencias vitales.
Su identidad, su cuerpo, su sexualidad y la diversidad se ponen en evidencia, se revelan en esta etapa. Su obra está en ciernes.

—Sus fuentes reconocibles
—Las referencias más inmediatas y directas de su obra claramente son las fotografías de Marcos Lopez con su pop latino, su barroquismo y su  humor mordaz. Recordemos que Lopez se reconoce como un Andy Warhol del subdesarrollo donde “el pop latino es una especie de caricatura, de ironía que me permite construir una realidad para transitar el cotidiano”. Especialista en la textura del subdesarrollo y en la cosa atada con alambre, como un provinciano (es santafecino) que adora el mantel de hule” dijo en junio de 2016 a Infobae.
Pablo Gómez Samela reconoce la influencia de Pierre et Gilles, artistas que plantearon una obra kitsch y pop fuertemente influido por el cine y la publicidad. Pierre Commoy nació en La Roche-sur-Yon (Valle del Loira) en 1950 y trabajó como fotógrafo de revistas de moda y tendencias como Depeche Mode e Interview en 1973.
En otoño de 1976 durante la inauguración de una nueva tienda del modisto Kenzo en París, conoció al pintor Gilles Blanchard  y formalizaron una pareja artística y sentimental. Se destacan sus retratos a celebridades de la talla de Jean-Paul Gaultier, Madonna, Catherine Deneuve, Paloma Picasso, Iggy Pop, Dita von Teese y Rossy de Palma.
Gómez Samela también reconoce la inspiración de la obra de Flavia Da Rin, una egresada de la Escuela Nacional de Bellas Artes “Prilidiano Pueyrredón” donde se especializó en pintura pero su formación de fotografía fue autodidacta fuertemente influenciada por el “trash Pop”.

—¿Por qué te interesó la fotografía? ¿Cómo comenzaste esto?
—Creo que tuve dos momentos: primero cuando era  bastante chico, se dio algo medio inconsciente. Mi viejo siempre me decía cómo sacar fotos cuando íbamos de vacaciones o (en reuniones familiares) cosas así y después revelamos las fotos; entonces esperaba que todo ese proyecto salga, se viera. Después, cuando era más grande, me empezó a interesar mucho lo visual y siendo adolescente, consumía un poco algunos fotógrafos, algunos directores. Pero creo que lo más fuerte se dio cuando hace algunos años me mudé a Buenos Aires.  Me compré una camarita analógica compacta y con esa camarita salí a recorrer y conocer la ciudad. Y así empecé a sacar fotos de la ciudad, de diferentes  personas, creo que empecé a vivir desde ese lado la fotografía, bastante intuitivamente.
—Cuáles eran los fotógrafos que te interesaban o algunas fotos que te gustaron en ese momento o un director que te haya gustado. 
—Cuando era bastante chico me empezó a gustar mucho Pedro Amodóvar y veía sus películas y algunas de la escena nacional. También en la  adolescencia empecé a conocer la obra de Marcos López y eso me hizo investigar un poco más y empecé a abrirme a otros artistas: Alejandro Kuropatwa, Flavia Da Rin, más internacionalmente me empezó a interesar la obra de Pierre et Gilles, o de David Lachapelle y así fui abriendo el  panorama, entre lo nacional e internacional vinculado al pop.
—El recorrido con esa pequeña camarita, en tus salidas a recorrer la gran ciudad, consistió en sacar fotos de lo que veas afuera; pero en tu actual obra hay una introspección. Hay muchos contenidos biográficos, no necesariamente literales, pero los tiene. Me parece.
—Sí, lo que me pasó es que hubo un momento en el que empecé a trabajar mucho haciendo registro de eventos vinculados a la escena queer de Buenos Aires o algunos eventos vinculados a diversidad y eso me llevó a empezar un proyecto documental. De ese proyecto documental después pasé a hacer retratos de distintos artistas, y llegó un momento en el que escuché tanto la historia de otras personas que me empezaron a resonar cosas en mi cabeza. Fue cuando tuve muchas ganas de empezar a trabajar con autorretratos y el año pasado cuando empezó la cuarentena y estuvimos, al principio, muy encerrados, me volví  muy introspectivamente y empecé a tomar muchas cosas que había entendido de mi y de mi historia y de otras personas y empecé a contar mi historia a través de mis autorretratos. Creo que fue en ese momento que me puse muy introspectivo y empecé a tratar de sacar cosas, pasó porque tuve mucho tiempo para pensar o para ver cosas, y me dieron ganas de expresarlo con cosas que tengan que ver conmigo, con mi historia, con mis orígenes, con mi adolescencia, con cosas familiares. Creo que se dio más o menos así.
—Hay retratos y autorretrato en tu obra. El otro tema que me parece muy importante es la estética queer. ¿Podés contarnos cómo surge esto como posibilidad de expresión?
—En principio por mi. Desde muy chiquito me di cuenta que era queer o que era trolo, y creo que también eso me hizo empezar a consumir muchos artistas que manejaban una estética muy representativa. Después cuando empecé a trabajar y empecé a vincularme con otros artistas o con algunos activistas, y decidí empezar a plasmar mi universo visual, inevitablemente, mi estética se volvió así. Todo está cargado de muchas de las cosas que consumí quizás de chico, por los videoclips pop que veía, por las películas. Creo que es una aglomeración de muchas cosas que me llevaron a formar esta estética y también obvio por las personas que posan para mi, que también forman su estética o por las personas que colaboraron conmigo de alguna forma, que dejaron su impronta marcada en mi.
—Necesitaste salir de Corrientes,  estar en otro lugar para poder expresarlo. Ese lugar es Buenos Aires.
—Sí, me vine a vivir acá a Buenos Aires hace unos ocho años más o menos, y me pasaba que cuando vivía en Corrientes, si bien no tenía yo problemas con mi sexualidad porque lo que expresaba y mi familia y mis amigos lo sabían, sentía que había ciertas limitaciones para poder comunicar cosas que quería comunicar. Creo que ahora hay mucho menos, porque voy seguido a Corrientes y creo que hay una liberación distinta a la que había hace 10 años atrás cuando me vine acá. Creo que necesité irme pero no por el hecho de que me sentía con pocas posibilidades, sino por el hecho de que necesitaba también conocerme y también verme desde lejos y ver mi historia desde lejos. Creo que eso me ayudó a entender el crecimiento y las cosas que me pasaban.
—Me parece que hay también una estética pop y hay ironía en todo lo que haces, ¿podés contarnos cómo surgen estás mezclas, este hibridaje tan usado por vos? 
—Sí, me parece que lo pop también es el reflejo de muchas de las cosas que yo consumía desde chico. Como te dije los videoclips de muchos cantantes pop, nacionales e internacionales que empecé a consumir a principio del 2000 y después durante el 2010.  También el tipo de cine, la estetica de las películas de Almodóvar, creo que también pasó que empecé a trabajar con mucha gente que hace música pop o que hace arte pop de alguna forma, y creo que toda esa sobrecarga de color y de información que tengo se plasma en una obra que suelo decir que es también bastante kitsch porque hay una sobrecarga de mucha información. Creo que toda esa sobrecarga de color y de información muchas veces hace que pasen desapercibidas algunas críticas o algunos mensajes que se están dando. Si no entendés sólo te parece que es una fotografía buena, un buen color y que es divertida; pero siempre hay un montón de cosas escondidas detrás de lo que se ve.
—Además hay mucha producción en las fotografías, están hechas de un modo cuidado. No es una toma directa, no estamos hablando de algo que sale casualmente, sino que hay una puesta para la foto.
—Hay una puesta siempre, que eso también se fue dando con el desarrollo del tiempo. Cuando empecé a hacer retrato, empecé a trabajar con otras personas en el estilismo, en el armado del set,  en maquillaje, en vestuario y después, cuando decidí plasmar todo eso en autorretrato ahí decidí llevar toda esa estética que estaba usando en retratos a mis autorretratos y ahí sí armo todo esto que me rodea. Todos los elementos que están en la foto en el set tienen una historia, cuentan una cosa. No están solo por estar.
—Almodóvar es un director que trabaja muchísimo y muy cerca de los actores, ¿vos también con los que posan para vos?
—Sí, y de hecho cuando hacía mucho retrato lo que me gustaba era conectar con esa persona porque teníamos ganas de contar algo en conjunto y que esa persona también sume su historia y sume también parte de su estética en la foto. Me gusta, en esos casos, que haya un trabajo en conjunto que no sea sólo mío.
—También noto que en muchas de tus fotografías hay ambientes familiares. Hay un comedor de todos los días, una persona con medias, en calzoncillos, una persona que se mira al espejo, hay una terraza como tantas en Corrientes con una sábana colgando, unos padres que están muy cerca. Es decir, esto es un ámbito familiar; pero tiene el componente de la ironía a veces y la denuncia por otro lado. ¿Lo ves así?
—Sí. Me pasó también que al hacer estas fotos, estos armados, encontré una nueva forma de conexión con mi familia. Las veces que voy a Corrientes, sobre todo estas últimas veces les dije “che, tengo ganas de hacer esto” y se sumaron al proyecto, se sumaron al plan y tengo dos autorretratos con mis viejos. Los dos cuentan una situación: una es de un almuerzo familiar típico de domingo que arrastra muchas de tradiciones que vienen de mi abuela, como esa herencia italiana de comer pastas los fines de semana y las sobremesas. Y hay otro que tomo como un renacimiento de un montón de cosas porque está muy enlazado a que mi viejo estuvo enfermo el año anterior. Había estado con cáncer e hizo un tratamiento muy largo. Entonces, lo ubiqué en el centro de la escena, como renaciendo, rodeado de mi, de mi mamá y de flores. Hay una sábana colgada atrás que tiene un montón de flores que representan el renacimiento, hay muchas flores en el piso también, hay también unos pajaritos, hay un montón de cositas que representan para mi el renacimiento y también la espera de una nueva etapa, de una nueva vida.
—¿Y tu familia se presta bien a esto? 
—Sí, y creo que encontramos una nueva forma de comunicación, porque antes sí bien veían lo que yo hacía, quizás al estar tan lejos tanto tiempo a veces no entendían del todo o también, muchas veces, veían mis fotos en internet o en alguna nota. Quizás hay mucha información que ellos no manejan en la actualidad; pero empezaron a ver cuál es el proceso que hago durante el armado y eso hizo que entiendan un poco más.
—Me hace acordar a Lorenzo González que lo entrevisté hace poco. También me contó cosas parecidas, que posó su hermano mellizo, su padre para la foto que está haciendo en su “Sapucay marica”. Es decir, aquí hubo un encuentro y hubo una predisposición familiar a aportar a la foto.
—Así es. Preciosísima es la obra de Lorenzo. Me interesa mucho su pespectiva del vivir siendo marica desde el interior. Siempre charlamos y nos tenemos ambos como referentes y compartimos otres referentes. Seguramente haremos algo juntos en algún momento. 
—¿Qué estás haciendo ahora? ¿En qué estás trabajando?
—Por un lado, estoy haciendo una nueva serie de autorretratos, es la tercera, porque tengo una primera de recuerdos de la adolescencia y de la infancia, la segunda que está muy vinculada a cuestiones sentimentales y ahora estoy empezando la tercera que creo que tiene que ver con cosas más sexuales. También con un grupo de amigues hace un tiempo estamos formando un sello discográfico de música pop independiente. Se llama La banda del V.I.P. (varios intérpretes pop) Ahí estoy haciendo las fotos para las tapas de los singles, estoy dirigiendo algunos videoclips y también estoy haciendo algo de música. 
—Hay bastantes temas sexuales en tus fotos. 
—Sí, hay bastante. Creo que empezar a posar delante de la cámara para mis propias fotos hizo que haya una nueva liberación en mi, para mostrarme así. Porque en muchas ocasiones estoy en calzoncillos o con poca ropa; eso hizo que haya otro tipo de avance mental y dejar atrás prejuicios. 
—Trabajás el video. ¿cómo surge eso?
—Primero empecé a trabajar con video documental, más o menos en el 2016-17 junto con una amiga que se llama Florencia Romero un proyecto documental de entrevistas y de historias de vida. Ahí me metí con micro-documentales y después empecé a vincularme más al mundo del arte junto a otros artistas, empecé a trabajar con el videoarte y dirigí unos videoartes que no eran míos directamente.
Cuando me empecé a vincular más con artistas pop empecé a dirigir videoclips. Dirigí primero uno que es un interludio de un disco y luego otro de una artista uruguaya,  ahora estoy en unas producciones un poco más grandes de la discográfica.

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