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Rescate nostálgico: Whippet y Ford AA

El autor de este informe participó del operativo de traslado de dos joyas mecánicas que se hallaban en estado de hibernación en una finca privada de la capital correntina. Después de un cuarto de siglo, van camino a su restauración. 

Por José Luis Zampa

La recuperación de automóviles antiguos que han hibernado durante varios años es parte de las tareas que deben acometer quienes cultivan la afición por conservar y disfrutar vehículos de otros tiempos. Se trata de una misión trabajosa para la cual se requiere paciencia y asistencia logística, pero con grandes satisfacciones, ya que representa el principio de un proceso de resucitación mecánica que derivará en la ansiada restauración de verdaderas joyas mecánicas.

De eso trata este informe, basado en una historia protagonizada por el autor de estas crónicas motrices que ya se han convertido en una sana costumbre de El Litoral. Fue el martes 8 de diciembre, día feriado e ideal para desarrollar tales procedimientos sin generar molestias en el tránsito, ya que los vehículos a remover se hallaban en una finca privada, en pleno centro de la capital correntina.

Lo primero a evaluar para que una operación de estas características no derive en situaciones de riesgo es la accesibilidad de la grúa del tipo “plancha” que habrá de trasladar los especímenes mecánicos, los cuales se hallaban bajo techo, en el fondo de un predio que alguna vez fue sede de un club de autos antiguos. Desde allí había que llevarlos a un galpón situado a unas 50 cuadras, dentro del mismo ejido urbano, con todos los cuidados que ello requiere.

Los autos rescatados, que a partir de ahora inician una etapa de progresiva recuperación, fueron dos: un Whippet Roadster de 1929 y un camión Ford AA de 1930 dotado de un sistema de transmisión que en sus tiempos de juventud era un hito tecnológico, ya que incorporaba reductora de alta y baja, con lo cual estamos hablando de un vehículo que a principios de los años 30 contaba con tecnología de punta para lo que se acostumbrada en la automoción civil.

Tanto el Whippet como el camión Ford AA se hallaban en el mismo lugar donde fueron depositados por su propietario hace, al menos, un cuarto de siglo. Desde ese momento, Alberto y su familia tuvieron que cambiar sus vidas debido a un proyecto laboral que los llevaría a Estados Unidos, con lo cual tan preciados vehículos permanecieron parados, a la espera de este momento que finalmente llegó.

Hace pocos días, Alberto confió a quien esto escribe la resucitación de sus autos y organizó durante una breve estadía lo que parecía un cambio de domicilio simple. Sin embargo, la faena terminó siendo titánica por una razón esencial: las cubiertas se habían resecado tanto que no se inflaban. Perdían aire por distintos orificios, lo que hizo necesaria la participación de Manuel, un especialista en esto de reparar neumáticos deteriorados, que se tomó el trabajo de retirar las ruedas, una por una, para reacondicionarlas en su gomería. La labor de Manuel se prolongó por varios días, razón por la cual Alberto debió regresar a Estados Unidos sin poder participar de las maniobras desplegadas en el Día de la Inmaculada Concepción. No obstante, cada paso fue registrado en video y se produjo un informe que se puede encontrar en el canal “Preguntale a Zampa”, en YouTube, de manera que no solamente el propietario sino los interesados en estas aventuras puedan verlas paso a paso.

Fue clave la decisión de reemplazar el tráiler convencional (algo muy común en el traslado de vehículos de colección) por una grúa con rampa retráctil. Si bien el camión “plancha” no pudo acceder al predio donde se hallaban los autos antiguos, la presencia de cuatro colaboradores con experiencia en este tipo de trabajos permitió que tanto el Ford AA como el Whippet dejaran su antigua casa de la calle San Luis para guarecerse en otro galpón, situado en el barrio Laguna Seca.

También fue de utilidad la intervención de una camioneta SUV con caja reductora, lo que permitió “eslingar” los automóviles ancianos para acercarlos a la salida del antiguo garaje donde reposaban, de forma que la grúa pudiera engancharlos con un malacate eléctrico que los subió lentamente a la rampa. Otro elemento indispensable fueron las cinchas de amarre que el conductor del transporte utilizó para fijar los vehículos con la seguridad que debe primar en estos casos, ya que el traslado se llevó a cabo por calles céntricas y por las avenidas Ferré e Independencia.

Al cabo de cinco horas, los dos tesoros mecánicos de Alberto llegaron a su nuevo destino sin contratiempos gracias a una correcta planificación y a la colaboración de Agustín, sobrino del propietario y encargado de la finca, quien filmó los procedimientos para que quedaran registrados como una referencia para quienes deseen llevar a cabo traslados de este tipo, por aquello de que “no es soplar y hacer botellas”.

Lo que parece simple, cuando se trata de automóviles de antaño, siempre puede complicarse por un rodamiento engranado, un freno tomado o una caja de cambios trabada. Todos esos imponderables se superan, pero con el concurso de un equipo especializado y el herramiental apropiado, de modo que el proceso resulte exitoso, como ha sido el caso relatado.

El mejor destino

El gran afecto de Alberto y su familia por los autos que quedaron en Corrientes luego de su partida a Estados Unidos hizo posible que dos unidades históricas e incunables como son el Whippet Roadster y el Ford AA iniciaran una etapa anhelada por largos años: la de su restauración.

En muchos casos, los poseedores de este tipo de tesoros mecánicos los dejan abandonados hasta que se convierten en chatarra, lo que deriva en la pérdida de especímenes históricos de gran valor. Este no será el caso, ya que sus propietarios decidieron el trabajoso pero grato camino de la vuelta a la vida de ambas unidades.

Para ello, con el apoyo de amigos radicados en Corrientes, reunirán las piezas faltantes, repuestos y neumáticos nuevos, además de especialistas en mecánica automotriz, chapistería, tapicería, electricidad automotor, suspensiones, frenos y tantos otros apartados que forman parte del proceso de restauración de un auto. El objetivo, devolverles la lozanía de su juventud a dos vehículos centenarios.

 

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