Por Adalberto Balduino
Especial para El Litoral
Pero qué es un adelantado, alguien que amén de correrse y ganar todo el paisaje que tiene enfrente, pasa adelante. En principio, el que nos marca la historia, un alto dignatario en representación de la corona que defendía. El de hacerse cargo de toda conquista que sume tierras, especialmente entonces y en su nombre, de todo aquello que ostentaba la América naciente, joven, verde e infinita. Siempre adelante también tiene la fuerza de una consigna que empuja, que posiciona, e incentiva a “pelear” la delantera, de ser necesario, para cualquier cometido hoy, con méritos propios. Más allá del canto, su blanca sonrisa, su cabellera renegrida ahogada en brillantina, Carlos Gardel fue un predestinado mucho más allá de todo lo imaginado. Su filiación lo sitúa como Charles Romuald Gardes, nacido en Toulouse (Francia) el 11 de diciembre de 1890, cuya nacionalidad argentina la obtiene en el año 1923, viviendo en una de las casas que la historia popularizó, Jean Jaurés 735, del porteño barrio del Abasto. O, por lo menos, el más notorio de otras direcciones que el material bibliográfico fue reuniendo a medida fue creciendo su popularidad. A propósito y sin apartarnos, la investigadora Noemí Ulla, en su libro Tango, rebelión y nostalgia, habla de que “la forma musical por excelencia del mundo urbano rioplatense, el tango, ha generado también una poesía propia que constituye una zona de la literatura argentina. Los poetas del tango-canción han elaborado una mitología literaria y sentimental, con sus espacios, el barrio, el centro, el cabaret, y sus figuras típicas la “milonguita” y el “bacán”. Pero también se detiene en exaltar a “aquellos letristas que, por su individualidad estilística, constituyen momentos claves de la poética del tango”. Gardel con Le Pera marcaron un antes y un después. En esos tangos elaborados por Gardel y Alfredo Le Pera se construye el mito que nacía no solo como cantante, sino también como autor y empresario adelantado. Como solista enfrentó todos los desafíos, más peliagudos aun por comprender un escenario que le sería común, París, Nueva York y América toda. En ese momento de su vida profesional siempre se mantiene primero por sus proyectos, como así por los hechos que marcaron su personalidad ganadora. Carlos Gardel iba tras de sus sueños que intuitivamente acometía con entereza y decisión por adelantado, no cejaba hasta obtenerlos con trabajo denodado haciendo todos los esfuerzos que fueran necesarios. Por ejemplo, en 1930, en Buenos Aires, en los Estudios de Federico Valle, de la calle México, asume con el director Eduardo Morera el “reto” de filmar 15 cortometrajes, de los cuales cada uno contenían una canción cantada por el mismo Gardel y sus guitarristas, y a veces compartiendo charla con los autores, para que indicaren la argumentación del tango que los llevó a componer. Y luego venía la interpretación musical que ilustraba el encuentro. Por allí pasaron el Negro Celedonio Flores, Enrique Santos Discépolo, entre muchos otros, que se documentan en los cortometrajes. Algunos de los títulos registrados fueron “Viejo smockin”, “Mano a mano”, “Enfundá la mandolina”, “Leguisamo solo”, “Canchero”, “Padrino Pelao”, “Añoranzas, “El carretero”, “El quinielero”, “Rosas de otoño”, “Tengo miedo”, etc. Todo sin llegar a saber que muchos años después, con el advenimiento de la tecnología de grabación, se produciría con idéntica estructura, el famoso videoclip, con brevedad de cortometraje, exponiendo diversos temas musicales que, mucho antes, en 1930, Gardel ya lo hiciera, ignorando que estaba inaugurando una nueva forma de comunicar. En 1928, ya separado de Razzano, en París, con varios amigos argentinos amén de sus guitarristas, los artistas del Teatro Sarmiento en gira por Europa: Sofía Bozán, Pedro Quartucci, Gloria Guzmán, abordaría su mayor sueño de filmar en Francia, y poder hacerlo en la subsidaria francesa de la Paramount, ubicada en Joinville-le Pont Val-de Marne y luego, con el éxito en manos, poder “saltar” a Nueva York. Lo hizo, con la dirección de Adelqui Herrera, siendo una película de largometraje sonora, con libretos de Manuel Romero y Luis Bayón Herrera, en 1931, cuya producción llevaba por título: “Luces de Buenos Aires”. A posteriori, se instala en el Hotel Waldorf Astoria de Nueva York, donde emplazó su accionar productivo, logrando en 1931 negociar con la NBC Nacional Broadcasting Company, para salir al aire el 30 de diciembre de 1933 en horario central a las 22.30, emisión que también se propaló por emisoras canadienses. La emisión arrancó con un tango especialmente escrito para esa ocasión por Jovés y Romero: “Buenos Aires”. Sus sueños se van cumpliendo en forma inexorable, si bien tuvo un “parate” por unos meses, ya que quería filmar en los Estados Unidos y hubo un impasse de tratativas; ante lo difícil se vio en la necesidad de constituir una sociedad donde Carlos Gardel era su director general: “Exito’s Spanich Pictures”, financiada por la Western Electric y distribuida por la Paramount. Mientras tanto, un 5 de marzo de 1934, estando en Nueva York a las 23 cantó para la Argentina, adelantándose a su tiempo, sus guitarristas Barbieri, Vivas y Riverol estaban en Buenos Aires, lo acompañaron desde Radio Rivadavia, cuya transmisión general se emitió por LR4 Radio Splendid, Gardel lo hacía vía auriculares desde los Estados Unidos. Eso demuestra su capacidad para sortear escollos y lograr impactos que sumaban a su carrera en permanente crecimiento. En sus correrías por la gran ciudad del norte, tuvo la oportunidad de conocer a un chico argentino de 12 años que tocaba el bandoneón, que le resultó muy simpático y servicial, incluyéndolo brevemente en su película “El día que me quieras” en 1935, cuyo nombre era Astor Piazzolla, quien radicaba con su familia en Nueva York, siendo su padre peluquero en el barrio Pequeña Italia. Hay títulos para recordar que el cine magnificó su figura y que hablan elocuentemente de su carrera: “El día que me quieras”, “Tango bar”, “Melodía de arrabal”, “Las luces de Buenos Aires”, “Yira, yira”, “La casa es seria”, “Flor de durazno,” “Melodía de arrabal”, “Espérame”,”Cazadores de estrellas”, “Cuesta abajo”, “El tango en Broadway”, etc., entre cortos y largometrajes, actuaciones en radios y teatros del mundo, como así en el registro permanente de discos. Tenía un sueño que lo cumpliría a medias ya que su desenlace fatal en Medellín (Colombia) frustró la gira latinoamericana que había emprendido. Lo anunció personalmente desde los estudios de la RCA Víctor de Nueva York, el 25 de marzo de 1935, visitando Puerto Rico, Venezuela, Colombia, Panamá, Cuba y México, transmitiendo radialmente desde cada país en que tocara.
Sin duda, la dupla Gardel-Le Pera produjo joyas del tango canción, en autoría de temas siempre vigentes en tiempo y forma. Dado su nivel y fama, Gardel produjo registros discográficos en los estudios Columbia Records (1912), EMI (1917), NBC (1933), RCA Records (1935). En los Estados Unidos, sus películas fueron realizadas por la Paramount, la misma que en Francia registró la primera de la exitosa saga del cantante. Pero indudablemente se lo recuerda por sus versiones que cobraron fama internacional, con frases que marcan el por qué, de su eternidad: “Si arrastré por este mundo / la vergüenza de haber sido / y el dolor de ya no ser”. / (“Cuesta abajo”). “Mi Buenos Aires querido, / no habrá más penas ni olvido… / Hoy la suerte quiere que te vuelva a ver / ciudad porteña de mi único querer, / oigo la queja de un bandoneón, / dentro del pecho pide rienda el corazón”. / (“Mi Buenos Aires querido”). Y, la belleza constante y permanente de “El día que me quieras”: “Y un rayo misterioso / hará nido en tu pelo / luciérnagas curiosas que verán / que eres mi consuelo”. / Y, en ese eterno “Volver”, que todos llevamos en el corazón: “Tengo miedo del encuentro con el pasado que vuelve / a enfrentarse con mi vida / tengo miedo de las noches que pobladas de recuerdos / encienden mi soñar / Pero el viajero que huye / tarde o temprano detiene su andar / y aunque el olvido que todo destruye / haya matado mi vieja ilusión”.
Todo en Gardel fue un aprendizaje, del amigo incorruptible, del cantante, del profesional que se brindó como nadie, del empresario que siempre veía más adelante, del artista que descolló en Europa y América toda.