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De Uruguay a Curuzú, el ramo de flores que abrió un final feliz

"Conocí y anidé en el corazón de una correntina de corazón gigante, que el mundo está lleno de ellos y muchas veces no nos damos cuenta".

Por El Litoral

Miércoles, 03 de febrero de 2021 a las 01:32

Fue el sábado 30 de enero de 2021, tormenta mediante, ramas caídas en la ruta, puerto cerrado aquí en Montevideo, rachas de vientos de hasta 70 kilómetros, pero no importaba. Nada podía pararme para llevar a cabo la idea que me había propuesto.
El objetivo se encontraba en Curuzú Cuatiá, provincia de Corrientes, república Argentina, a 700 kilómetros de Montevideo (8 horas y 7 minutos).
Por supuesto, cuando uno se propone algo, debe planificar.
La idea era enviar un ramo de rosas al domicilio de un prima que cumplía años, una manera de decirle que la recordamos con afecto.
Lo primero fue llamar a uno de los hijos de mi prima (que para colmo no se encontraba en esa ciudad) y comentarle que necesitaba un cómplice para buscar una florería en Curuzú. Era de mañana cuando comenzaron los mensajes, lo cierto es que intentó ayudarme, pero su trabajo no le permitió.
En ese momento pensé en dejar todo así y no seguir adelante, pero no quería rendirme. Ingresé en Google y busqué “florerías en Curuzú Cuatiá”. Apareció sólo una: Florería Bouquet, entre paréntesis decía (cerrada temporalmente). Ante esa dificultad, llamé al teléfono que figuraba en la guía y como se imaginarán, nadie atendió. Por algo decía “cerrado temporalmente”.
No existía opción alguna de florerías, pero algo me decía que debía continuar la búsqueda, entonces me pregunté: ¿A dónde llamo, para que me den una idea?
Primera opción: llamé al hospital. Increíblemente, nadie atendió. Luego llamé a un comercio, ocurrió lo mismo. A continuación le tocó el turno a una farmacia, justo estaba de turno, valga la redundancia.
Hablé con una señora muy amable y me comentó que ella no sabía el teléfono, pero que “Velas Micaela” vendía flores.
Así comenzó nuevamente la búsqueda, esta vez sería por Velas Micaela, Curuzú Cuatiá, Corrientes, Argentina. Supongo que estaban ahí silenciosamente los números de teléfono esperándome para que su dueña, Silvia, fuese la heroína de esta gran historia. Disqué el número de línea y la contestadora me indicó que dicho número no pertenecía a ningún abonado. Por suerte había un celular que me permitió enviar un par de mensajes para realizar una consulta.
Mi ansiedad no paraba de preguntarse cosas: ¿Hoy sábado estarán cerrados? ¿Será que por este lado tampoco podré solucionarlo?
En fin, luego de un par de horas recibo la primera contestación: “Perdón la demora en contestar, pero no tenía señal, tenemos una gran tormenta en este momento por acá. Podría tener en el negocio algunos pimpollos de rosas rojas, ¿le servirían?”
Exacto lo que yo estaba buscando, eso mismo.
Continué con las preguntas: si podían entregar ese mismo día; por supuesto, el precio del ramo, si estaban lejos de donde deberían entregar, etc., etc.
Luego de arribar a un acuerdo, llegó la hora de implementar la forma de realizar el giro, para lo cual se me envió un link con los datos para hacerlo a través de Mercado Pago, cosa que intenté con dos tarjetas, una de crédito y otra de débito, pero fue imposible.
Al verme desbordado por la hora, algo así como las 19 o 20, comenzó  a crecer mi preocupación  porque no podía realizar el giro y había que entregar el ramo de rosas rojas ese día sin tardar más. 
Rápidamente recurrí al banco emisor de las tarjetas y amablemente me explicaron que tenía que habilitar una de ellas para pagos en el extranjero.
No tardé en hacerlo para nuevamente intentarlo.
Hasta el día de hoy lunes 1 de febrero 2021 no lo he logrado, pero desde el primer momento, Silvia, la dueña de Velas Micaela desistió de recibir mi dinero.
Entonces, ¿qué tiene de particular esta historia del ramo de pimpollos de rosas rojas?
Que llegaron a destino en tiempo y forma, que logré saludar a mi prima, que a raíz de todas estas pequeñas y profundas cosas conocí y anidé en el corazón de una correntina de corazón gigante, que el mundo está lleno de ellos y muchas veces no nos damos cuenta.
Por eso quiero advertirles, Silvia camina todos los días entre ustedes y lleva cargado el corazón que la hace portadora de un arma peligrosa: ser una maravillosa persona. Sepan que corren el peligro de que los atrape y les haga algún favor sin esperar nada a cambio, así como lo hizo conmigo y logró que escribiera esta historia.
¡¡Cuidado, no es de fiar!! ¡Gracias!
Eternamente agradecido.

Jorge Osvaldo Bruzera Positieri

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