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/Ellitoral.com.ar/ Interior

Una bellavistense hizo público por Facebook un hecho trágico que enlutó a su familia en 1955

“Con o sin justicia, el dolor es el mismo”, aseveró Elsa Lanser, quien relató lo que sucedió hace 66 años cuando -asegura- su hermano fue asesinado. Decidió compartir la historia para que no quedara “enterrada como otras tantas”. 
gentileza/e. l.

Un 28 de marzo de 1955 sucedió un hecho trágico que enlutó a una familia de Bella Vista. En aquella oportunidad, los parientes de la víctima -Enrique Lanser- consideraron que no borrarían su dolor si se comprobaba que su muerte no había sido un accidente sino un asesinato. Y aunque por el paso del tiempo para la legislación penal ya prescribió el delito, este fin de semana, el caso fue relatado en Facebook por la hermana de aquel joven de 17 años. De esa forma, fundamentó que busca evitar que su historia quede sepultada definitivamente. 

“Crónica de un asesinato” es el título del mensaje que Elsa Lanser -el último sábado- posteó en su cuenta personal de la red social. Pero antes de comenzar a brindar detalles, escribió: “En honor a vos Enriquito, hermano, que me has hecho falta toda la vida”.

Luego, describió parte del paisaje urbano de la década del 50 y recordó que sus padres -Juan y Mariana-, al igual que otros vecinos, se sentaban en la vereda para observar cómo sus hijos pequeños y adolescentes  se divertían con sus amigos del barrio.  

En este contexto, precisó que en su familia eran cuatro hermanos: “Tres niñas y el mayor era un varón de 17 años (Enrique)”. Luego, rememoró que en aquellos días, uno de los temas centrales en el matrimonio Lanser era “el viaje que tenía que hacer su hija Estela, la mayor de las mujeres, a la ciudad de Goya”. Allí la joven empezaría su carrera docente.

Clases por correo

Enrique, por su parte, “el hijo mayor y único varón, no pudo realizar sus estudios secundarios por razones económicas”, señaló Elsa, quien precisó que cuando cursaba el segundo año en el Colegio Nacional “abandonó para trabajar, ayudando de esta manera a la familia en su sustento”.

Sin embargo, remarcó que “Enrique era muy inteligente e inquieto. Fue presidente de la Acción Católica de los jóvenes en la parroquia Nuestra Señora del Carmen, donde promovió el básquet siendo capitán del equipo”.

Además, rememoró que el joven “se inscribió en la Escuela Latinoamericana de la Ciudad de Buenos Aires, en la que hizo el curso de taller mecánico por correo”. Por lo que, desde la citada institución, mensualmente “le enviaban el material de estudio y también el examen, consistente en 10 preguntas”, contó. Al mismo tiempo, subrayó que su hermano siempre obtenía 10 en sus calificaciones.  

Esos conocimientos le permitieron a Enrique “empezar a trabajar en el taller de la firma donde su padre (Juan Lanser) era capataz general”, añadió e inmediatamente acotó que en aquel entonces su hermano tenía 15 años.

Después, continuó: “Esa empresa mayorista en ramos generales -una de las más grandes de la ciudad- contaba además con un acopio de algodón y una fraccionadora de vinos”, por lo que realizaba “repartos a las localidades vecinas”.

Viaje

“En la mañana del 27 de marzo de 1955, partió un camión tanque que trasladaba el vino desde Resistencia a Bella Vista para ser fraccionado en botellas de un litro”, pero tuvo un desperfecto en el trayecto, cerca de Saladas, por eso  Enrique viajó hasta esa localidad junto con otro mecánico.

Ese mismo domingo, durante la cena, el joven contó a su madre y a una de sus hermanas que “al día siguiente debía viajar de nuevo (Saladas) para llevar el repuesto que se necesitaba”.

Testigos

Elsa siguió contando, pero hizo una breve pausa con el siguiente subtítulo: “Y amaneció así el trágico 28 de marzo”.

Sobre lo sucedido en aquella jornada, añadió que siendo las 15 llegó la noticia de que Enrique se había ahogado en una cuneta. 

“No deseo explayarme en lo que significó eso para mi madre, pero todos los pormenores los tengo presentes como si fueran hoy”, señaló. Tras lo cual añadió que “el interrogante de todos era cómo se ahogó en una cuneta un joven de 17 años, de contextura pequeña” que estaba acompañado por “dos hombres de más de 30 años a su lado y en pleno día”.

“Hubo testigos, pero no justicia… ¿por qué? Por el simple hecho de que mi madre no quiso, expresando: ‘Sólo creo en la justicia divina”, subrayó Elsa. 

Luego, afirmó que “al  pasar los meses los testigos expresaron cuál fue el móvil del asesinato (llamo asesinato pues recuerdo las ropas ensangrentadas de Enriquito y su ojo derecho destruido)”. Y en este contexto planteó la hipótesis de que su hermano habría descubierto que algunos compañeros de trabajo sustraían parte del vino que pertenecía a la mencionada firma.

“Bella Vista siguió su ritmo, pero una familia destrozada se refugió en Dios, fuente de toda verdad y justicia”, afirmó Elsa. Y en la última parte de su posteo fundamentó que “necesitaba que los que me conocen y conocieron a mi familia supieran lo que vivimos. Soy la última descendiente, por lo tanto, si no lo hago, será una historia enterrada, como otras tantas”. No obstante, remarcó: “Puedo asegurar -porque viví las dos etapas- que, con o sin justicia, el dolor siempre es el mismo”.                                 

(CC)

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