¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

PUBLICIDAD

¿Qué hago con este problema que tengo?

Cuando tenemos una dificultad, siempre nos encontramos frente a cuatro caminos o alternativas. Imaginemos que le pido a un amigo que me lleve en su auto a Ezeiza para tomar un vuelo. Él me llama unas horas antes y me anuncia: “Bernardo, no puedo llevarte, me quedé sin combustible”. Ser creativo es la solución. 
 

Por El Litoral

Domingo, 18 de abril de 2021 a las 01:01

Por Bernardo Stamateas
Colaboración Especial

Ante esa situación planteada de mi amigo que está imposibilitado para llevarme a Ezeiza, el primer camino para mí es explotar (enojarme y exteriorizarlo). Entonces le diría: “¿Cómo podés hacerme esto? ¡Yo nunca te fallé!”. El segundo camino es implotar (enojarme sin exteriorizarlo). Aquí tendría el siguiente pensamiento: “Soy un tonto, siempre me equivoco, no sé elegir buenos amigos”. El tercer camino es resignarme y decir: “Por algo será, algún mensaje me está enviando el cosmos”. Mientras que el cuarto camino es el pensamiento creativo. Es decir, usar mi creatividad para hallar una solución. Pienso en las distintas alternativas que tengo: cambiar el vuelo, llamar a otra persona, tomar un remis, etc. 
La creatividad de muchos seres humanos nos ha dado los mejores inventos. Alguien unió el reloj con el tiempo e inventó el despertador. Alguien estaba en una plaza jugando con un alambrecito, lo dobló e inventó el clip… ¡y se hizo millonario! Pensar creativamente es salirse del paradigma y cuestionarse: “¿Qué sucedería si lo hago de este otro modo?”.
Muchas veces lo que nos ocurre es que tenemos un problema y probamos diferentes alternativas (A, B, C y D) y expresamos: “Este problema no tiene solución”. Lo que necesitamos es corrernos del paradigma, de la forma en la que siempre hemos pensado, y reírnos más, divertirnos más. Y, sobre todo, cuestionar más. Para ello, tendremos que volvernos como niños: curiosos e inquietos, y probar caminos que nunca hemos probado antes.
Hace tiempo, cuando daba mis charlas, hacía pasar a varios oyentes y les daba una papa y un sorbete. Les decía: “Tienen que atravesar la papa con el sorbete, hasta que pase al otro lado”. Todos lo intentaban con entusiasmo, y les pedía a los demás que los alentaran. La gente gritaba: “¡Vamos, vamos! ¡Vos podés!”. Al final, les hacía notar que, si tapaban un extremo y hacían fuerza, por algún fenómeno físico, el sorbete se volvía un cuchillo. No importa cuántas veces lo hicieran, siempre sucedía lo mismo. Eso es pensamiento creativo: ¿por qué no hacer algo totalmente distinto de lo que veníamos haciendo?
A la mayoría de los adultos, en especial cuando ya tenemos cierta edad, nos resulta difícil innovar y recurrir a nuestra creatividad. Esto es así porque le tenemos miedo a lo nuevo, a la innovación, a la novedad. Todos conocemos algún creativo que ha sido combatido y, en algunos casos, incluso destruido. Por eso, las nuevas ideas molestan a muchos. 
Hoy más que nunca, en tiempos de crisis, necesitamos el pensamiento creativo. Pensá fuera del paradigma y atrévete a innovar. Aunque te digan que es imposible, o que es una locura, o que nunca se hizo de esa forma. Y ya no te intimidará ningún problema porque sabrás que hay miles de posibilidades.

Últimas noticias

PUBLICIDAD