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Sube la espumita

A las advertencias, los argentinos las tomamos en sorna. Apagamos los incendios con nafta. Por eso la historia siempre se repite con más gravedad que antes.

Por Adalberto Balduino

Especial para El Litoral

Los argentinos siempre nos valimos de dichos populares que calaron muy hondo, porque son experiencias reales que nos ocurrieron y que siempre nos marcaron porque somos proclives, no obstante, a la repetición como una proyección de cine que viene y va. Somos como un pararrayo, que con nuestro comportamiento de “país jardín de infantes”, como acertadamente nos marcó con su impronta María Elena Walsh, atraemos una y mil veces más rayos, poniendo en peligro la integridad de toda una sociedad. Un país que lucha desde siempre por volver a ser lo que fuimos y que sin embargo nunca pudimos por ser como somos, preocupados como ciudadanos incorrectos solamente cuando “las papas queman”. Lo popular que siempre toma la certera convicción de lo acontecido y que por malas costumbres la repetimos una y mil veces, porque no las enmendamos sino que las embarramos aún mucho más, pasan a formar parte del vocabulario corriente. Frases que irónicamente tomadas, dicen realidades, como cuando las cosas están que arden como ahora y siempre: “Sube la espumita”. Una forma de advertir que la presión puede tornarse incontrolable, entonces nos recordamos con latiguillos que son advertencias pero que sin embargo no las tomamos en serio, ni les ponemos freno. La anécdota es que la temperatura de las cosas tiene un valor, porque nos dice algo, como esa pieza de film publicitario de 30 segundos que en 1962 se hizo costumbre ver y cantar: “Sube, sube, sube la espumita. / Es muy rica esta cervecita…”. Su autor e intérprete fue Carlos Argentino, un cantante de los ritmos tropicales, nacido en el barrio porteño de La Paternal, que popularizó en las tandas comerciales una cerveza de raigambre nacional, en la década del 60. Desde entonces, “Sube la espumita” marcó la temperatura real del país, como sentencia de mensaje real más allá de “la espuma bulliciosa” de la cerveza.

Carlos Argentino, que al igual que el cantante romántico Leo Marini, cantaron para la Sonora Matancera de Cuba. Antes, en Buenos Aires, Carlos Argentino integró diferentes agrupaciones musicales como Luis Rolero y Raúl Marengo; en Colombia lo hizo con Efraín Orozco. Estando en Cuba, pasó a militar en los grupos de Julio Cuevas, Felo Bergaza y Arnoldo Nalli, para concluir en la celebrada Sonora Matancera, con quien grabó discos en la década del 50. En Latinoamérica se lo conoció como “El Rey de la Pachanga”. Hizo famosos temas como: “Una canción”, de Troilo, “El merecumbé”, de Pacho Galán, “Ay, cosita linda”, “Ave María Lola”, “En el mar”, etc. Ya de regreso a la Argentina, a su viejo barrio de La Paternal, adquirió tres caballos (era conocida su afición de “turfman”) y los bautizó con nombres de sus temas musicales: “Pachangueando”, “La espumita”, y “El manotón”. Muere en su ley, mirando una carrera en el hipódromo. Tuvo una alegría ya retirado de la música, en un encuentro que la Sonora Matancera produjo el 1º de julio de 1989, en el Central Park de la ciudad de Nueva York, con la presencia de sus excantantes: Leo Marini, Welfo Gutiérrez, Daniel Santos, Celia Cruz, Vicentico Valdés y Nelson Pinedo. Cabe mencionar que también compuso temas futboleros para Argentinos Juniors, para el Boca campeón del 62, para Estudiantes de La Plata con Zubeldía, y Chacarita Juniors, campeón de 1969.

Por estos días, hace dos años, “Sube la espumita” es el clima argentino de estar siempre en el límite. Si bien se dice en broma, que tiene mucho de real, que en la Argentina en verano nada sucede porque el poder de turno está bronceándose, sin embargo la política como el tema sanitario, el de la deuda, la inflación y la corrupción que jamás se toman descanso alguno, anticipan “altas temperaturas” que solo una cervecita es capaz de atemperar. Presumiblemente se llame a extraordinarias a partir del 20 de enero. Mientras tanto, sin embargo, cuánta hipocresía se ve, una importante responsable de un organismo del estado aconsejó Las Termas para viajar por el país, ya que como aconsejó el presidente a su gabinete que viajen dentro de nuestro territorio por si las cosas requieren de auxilio, y la pronta intervención para regularizar aunque sea con parches cualquier atisbo de desmadre, es mejor estar cerca. Sin embargo, la bella responsable está en el Caribe, no porque no se lo merezca, sino criticable por la falta de responsabilidad. Hay imágenes que vuelven del pasado que se parecen muchísimo a nosotros, como el juicio entablado a Boris Johnson, de Inglaterra, porque él también, en plena cuarentena del 2020, organizó “una fiestita” en Dawning Street. O la reciente manifestación del ex de Salud, Dr. Ginés González: “Me tendieron una cama”. Más vale tarde que nunca. Algo es algo. Argentina debe ser el único país con hándicap para los dirigentes gremiales, para hacerse millonarios y adquirir un poder desmedido de por vida, como lo hizo referencia la diputada nacional Graciela Caamaño: “Nunca me gustó que los gremios fueran una propiedad hereditaria”. En la asunción en Managua de otra presidencia más de Daniel Ortega, el canciller argentino Cafiero estuvo junto a Moshen Rezai, acusado por el atentado de la Amia. Ahora pretenden meter mano a la Magistratura, como marchar contra la Corte Suprema. Son muchísimas las desmesuras donde la oposición tiene la oportunidad de poder “pelear”, sin viajes sorpresivos a la hora de votar, apelando a la responsabilidad que les cabe, para verdaderamente luchar por este país esquivo que siempre se nos escapa de las manos por ser tan ineptos e irresponsables tanto como al que critican.

Ancelotti, el entrenador de fútbol, expresó lo que es extensivo a todos los de esta generación que tanto deja que desear: “Esta generación tiene menos respeto a la autoridad”. Acá, sin ponerse colorada, una legisladora le dijo “okupa” al presidente, sin la menor consideración. Ojo, que Carlos Argentino ya lo advirtió en 1962: “Sube, sube, sube la espumita. / Es muy rica esta cervecita / Quilmes Imperial / La chica más rica, más rica”. En esta campaña cuya serie involucró a Carlos Argentino, autor del tema y protagonista central, junto a las modelos Greta Engstron y Raquel Satragno, como así a los actores Luis Sandrini, Alfredo Alcón, Graciela Borges, Elsa Daniel y Jorge Barreiro. “Sube la espumita” es como decir sube el clima hasta límites incontrolables; es la medida que nos permite avizorar la figura del paisaje social y cómo desempeñarnos para resolver de una vez por toda, este karma radicado hace mucho tiempo. Tal vez logremos cambiar de clima, empezando por lo primero: ser mejores ciudadanos. Más responsables. No “regalando notas” gratuitamente, sino auditando desde la crítica seria, que las expresiones de deseos dichas una y mil veces en discursos vacíos, no valen si no son concretas realidades. No permitiendo el “molinete sin fin” de regalos demagógicos creados por el populismo que solo son consignas vacías, ausentes y nada veraces, como la maquinita de la platita sin fin que no para, no para.

 

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