Como es tradicional, en vísperas de cada celebración en Itatí, la imagen de la Virgen es sacada de la Basílica a la medianoche para que los fieles la saluden y le canten. Pero ayer una fuerte lluvia se abatió sobre la localidad quince minutos antes de las 12 de la noche.
Los feligreses habían copado toda la calle y plaza principal frente a la Basílica a la espera de la imagen de la Virgen. El aguacero no los amainó y permanecieron en el lugar hasta la medianoche.
“Eso es amor. Es soportar y aguantar. Es fe. La Virgen nos bendijo con dos baldazos de agua y ustedes se mantuvieron en el lugar, como quien siempre espera”, dijo el arzobispo Andrés Stanovnik en su homilía durante la misa central.
La torrencial lluvia mermó cinco minutos antes de la medianoche y los fieles pudieron ver a la Virgen. Los feligreses lloraron, cantaron y rezaron.
Julio Cáceres, de Los de Imaguaré, cantó y la noche fue iluminada por el destello de miles de celulares de quienes eternizaron el momento.
Las autoridades de Itatí calculan que llegaron más de 600.000 fieles, ya que solo pudieron contabilizar a quienes ingresaron por el acceso principal.
Luego de la emocionante ceremonia, Stanovnik fue consultado por la prensa sobre la sucedido. “La Virgen nos bendijo por estos dos años que no vinimos. Nos mandó dos chaparrones que fueron para no olvidar. Pero después paró la lluvia y permitió que la imagen pueda salir a la hora 0 para encontrarse con su pueblo”, dijo.
“Fue conmovedor. Increíble. La gente no se movía a pesar de la lluvia, yo estuve ahí y me mojé como ellos. Los pasillos estaban llenos de agua y la gente se lo tomaba con humor”, agregó.
Luego se refirió a la situación del país. “Estamos pasando momentos difíciles. Hay gente que no puede pagarse los medicamentos. Gente que quiere trabajar y no puede. Y gente que, lamentablemente, no quiere trabajar. No vemos señales de que haya buena voluntad de sentarse y hablar del tema. Esto no lo saca adelante un solo sector. Hay que ponerse de acuerdo sino vamos a seguir cada vez peor”, sostuvo.
“La pérdida de la cultura del trabajo ya es estructural. Son varias las generaciones que no trabajan. No lo va a revertir una generación. Pero hay que poner los medios, las políticas para revertirlo y eso lo tenemos que hacer entre todos”, alertó
“Hay que abrir el oído. Escucharnos. Pero nadie lo hace. Hablamos todos juntos. Nadie escucha. Escuchar significa quebrarse, inclinar, declinar”, pidió.