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Belgrano, el arquetipo que necesitamos

Por Darío Andrés Núñez*

Especial para El Litoral

Lamentablemente nuestro país está atravesando no solo una crisis económica, sino también social, cultural y política. No es algo reciente; hace décadas que la Patria vive dificultades, pero aún se mantiene en pie. Por esa razón, se preguntarán cómo afrontar esta situación, qué podemos hacer. Ojalá que muchos se consideren optimistas y piensen que estamos a tiempo de revertirlo. En lo particular, considero muy necesario volver a nuestras raíces, estudiar nuestra historia y analizar a aquellos prohombres que forjaron a la Argentina, para poder aprender de ellos y así generar el cambio positivo y próspero.

Uno de los próceres más brillantes que dieron estas tierras fue el General don Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano. Padre Fundador de la Patria, hombre polifacético, adelantado a su época y con verdadero amor al país.  Sin dudas, su vida y obra deberían ser más estudiadas por todos los argentinos. Sobre todo por nuestra clase dirigente, ya que en ellos recaen las grandes decisiones, deberían tenerlo como modelo digno de imitar. Por esa razón, nombraremos algunos ejemplos belgranianos que merecen gloria y recogimiento, además de ser llevados a la práctica:

En primer lugar, jamás pretendió vivir de la política o del Estado. Fueron innumerables sus gestos de amor hacia la Patria y su trabajo se orientó solamente a enaltecerla. Por ejemplo, el 5 de junio de 1810, renunció al sueldo anual de $3.000 fijados por los vocales de la Primera Junta.  También declinó medio sueldo al cargo como Coronel del Regimiento N° 1 de Patricios, el 15 de noviembre de 1811.  Otro noble desprendimiento fue cuando no aceptó los 40.000 pesos oro que le obsequió la Asamblea del Año XIII y los donó para la dotación de cuatro escuelas en Tarija, Jujuy, Tucumán y Santiago del Estero. Sumado a esto, no debemos pasar por alto que falleció en la pobreza (con esto hacemos énfasis en que no se enriqueció a cuestas del país). 

En segundo lugar, Belgrano entendió que la educación era la base para el progreso social del pueblo y el desarrollo económico del país. No escatimó esfuerzos ni recursos en invertir en la enseñanza. Fue pionero en la promoción de la educación gratuita y en valorar al educador. Como Secretario del Consulado promovió la creación de escuelas de primeras letras, agricultura, náutica, comercio, dibujo, de hilados, entre otras. Además, hizo hincapié en la enseñanza en la campaña y, sobre todo, a las mujeres. Esto último fue muy significativo porque, por aquel entonces, el sexo femenino estaba excluido.

Además, redactó un Reglamento para el establecimiento de las cuatro escuelas que mencionamos anteriormente. En dicho documento, plasmó su preocupación por la retribución del docente y por la dotación de recursos. En el artículo 8°, preponderó el trabajo del educador: “En las Funciones del Patrono de la Ciudad, del aniversario de nuestra regeneración política, y otras de celebridad, se le dará asiento al Maestro en Cuerpo de Cabildo, reputándosele por un Padre de la Patria”. Esa palabra “reputándosele” quiere decir “juzgar, estimar, calificar, conceptuar, considerar, ponderar, valorar, evaluar”. Por lo tanto, no caben dudas de que, para Belgrano, al maestro se lo debía considerar como un Padre de la Patria, de esta forma, valoró el trabajo del pedagogo como pieza fundamental en la construcción del país. 

En el ámbito económico, recordemos que fue el primer economista argentino que bregó por la prosperidad del país a través de la diversificación de la economía, fomento del trabajo y el comercio, protección de la incipiente industria, mejoramiento de la infraestructura y la producción sustentable. Asimismo, insistió en la capacitación de los trabajadores; la mano de obra especializada era vital para su plan de desarrollo económico, que por su puesto estaba relacionado íntimamente con sus políticas educativas. 

Otra cuestión que se debe tener presente es sobre el medio ambiente. El Creador de la Bandera fue el primer ecologista argentino. Resulta sorprendente el especial interés que prestó hacia el cuidado de los árboles en una época en la cual no estaba en boga. En otras palabras, la preservación de los bosques no eran preocupaciones, como sí lo son en la actualidad. Esto da la pauta de que fue un verdadero visionario. 

Además, como buen padre de la Patria, pensó en la herencia de los futuros argentinos: “Causa el mayor sentimiento a observador, ver tantos árboles muertos a cuya existencia había siglos que ocurría la naturaleza; se presiente ya lo detestables que seremos a la generación venidera, si en tiempo no se ponen remedios activos para que los mismos propietarios no abusen de sus derechos, pensando solo en aprovecharse del producto presente.” Sin dudas, su enseñanza no fue aprendida, pero estamos a tiempo de hacerlo. 

También se debe considerar sustancial que haya libertad de prensa para el país. Nuestro prócer defendió la libre de expresión y, con los distintos medios, difundió éticamente verdades e ideales. Asimismo, estuvo convencido de que era una herramienta más para una eficiente educación. 

Además, es menester resaltar que Belgrano fue un hombre muy capacitado en cada cargo que desempeñó. Se preparó e ilustró para desarrollar sus funciones de la mejor manera. Su virtud más grande radicó en sus férreas convicciones, siendo coherente entre lo que pensaba con lo que realizaba. Cuando la Patria lo necesitó, se presentó sin titubeos. “Nadie es más acreedor al título de ciudadano que el que sacrifica sus comodidades y expone su vida en defensa de la Patria”.

Su genialidad consistió en saber que la nación necesitaba de todos; siempre bregó por la unión y entendió que entre todos podemos construir un gran porvenir. Por supuesto, jamás quiso perpetuarse  y supo ceder humildemente su lugar. 

En definitiva, un gran estadista que abarcó diversas áreas sumamente trascendentales. Sus políticas serían el basamento del país en construcción. En este sentido, verdaderamente pensó a futuro y no en lo inmediato, a diferencia de los gobernantes actuales, sus  políticas  apuntaban a largo plazo, para generar un positivo impacto en la sociedad. Al respecto, había expresado: “bien veo que estas iniciativas parecerán ideas aéreas a muchos aquellos que no quieren detener su atención para pensar en un futuro provechoso para todos nuestros paisanos”. 

Para finalizar, cabe reflexionar sobre qué haría Belgrano si estuviera vivo. Seguramente, plantaría firmemente las banderas de la unión, la honestidad y la educación. Lamentablemente, su vuelta es imposible, pero sí estamos nosotros, el pueblo argentino, para ocuparnos de continuar su legado y cumplir con la Patria que el soñó.

*Historiador. Profesor.

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