Tanto unos como otros son servicios públicos y por lo tanto deben cumplir con el público, y vamos a tomar por separado cada uno de ellos:
REMISES: Circulan por la ciudad muchos automóviles con un cartelito que lo hace mi nieto o cualquiera de la casa del dueño del automóvil, diciendo “remises casa tal, barrio tal”, pero son de quite y pon, es decir que salgo con mi auto, le pongo el cartelito y ya “soy remis”. Solo una empresa de remises está perfectamente identificada con una placa que dice el nombre de la empresa y digo el nombre, Katé.
está es la única empresa que identifica claramente que el vehículo al que uno se sube está controlado debidamente. Todos los otros remises o vehículos con papelitos carecen de una identificación adecuada y la Municipalidad nada hace para exigir la identificación clara y permanente de que se trata de un vehículo controlado y autorizado por la Municipalidad.
La gran mayoría no tiene un taxímetro, o como se llame, que indique cuánto hay que pagar y muchos tienen un equipo que parecería que marca los kilómetros o metros recorridos y al pedir cuánto hay que pagar, sacan otro papelito que lo ve únicamente el chofer y dice “tanto”. Lo obligatorio debería ser que el taxímetro, como tiene en algunos casos Katé, indique cuánto hay que pagar, porque se registran abusos al mirar el chofer un papelito y dice “tanto”, y como uno está para llegar rápido a un lugar no discute lo que le dice el chofer, y ahí se produce lo que podríamos decir “la estafa” al cobrar más de lo debido.
TAXIS: Están identificados al igual que Katé y sus puertas pintadas con un número asignado, lo que da cierta garantía de que el vehículo está autorizado.
Lo que sigue no solo es para taxis, sino también para remises y la Municipalidad no controla, guarda silencio y deja que el público sea estafado. Muchas veces me tocó subir, por apuro, a un vehículo que tendría que estar en la chacarita: sistema de amortiguación destruido, cubiertas con manchón, asientos rotos, etc.
COLECTIVOS: No se cumplen los horarios, el estado de conservación es deficiente y con sol o con lluvia el pasajero espera en la vereda sin ningún resguardo, cuando la concesionaria del servicio o la Municipalidad debería brindar cierta protección al ciudadano.
Como adjunto, van algunas tomas de la Ciudad de Buenos Aires. No digo que pueda hacerse algo igual, pero algo hay que hacer para proteger al ciudadano al que luego se le pide el voto.
León Horacio Gutnisky