En septiembre de 2019, el Tribunal Oral en lo Criminal N° 12 condenó a 14 años de cárcel a Jonathan Fabbro por abusar sexualmente durante cinco años de su propia ahijada. “¡Justicia maldita!”, gritó su novia, Larissa Riquelme, cuando el martillo caía, en un paso dramático.
El caso había sido agónico. Fabbro, futbolista, mediocampista, ex River y Boca, y exjugador de la selección paraguaya, se había escapado a México hasta que fue capturado por Interpol y arrastrado a Argentina con sus manos esposadas. Las cubrió coquetamente con un suéter mientras personal de la Policía Federal lo llevaba por el hall de Ezeiza. La familia Fabbro se había vuelto en contra de la menor, de apenas 11 años en ese entonces, representada por la querella del abogado Gastón Marano junto al doctor Juan van Autenboer. Fue sometida a un descrédito extremo. La víctima incluso llegó a pedir una medida en la Justicia para que Martha Zabala, la madre del jugador, Larissa Riquelme y su tía Anabel no la expusieran. El futbolista mismo llegó a decir en su indagatoria que no podía ser que la menor no hubiera notado el tamaño de su pene, algo, según él mismo, por fuera de lo normal.
La víctima no mentía, aseguraron dos psicólogos del Cuerpo Médico Forense que evaluaron su declaración en cámara Gesell. No solo afirmaron que no había elementos de fabulación: aseguraron además que presentaba el daño compatible con un abuso sexual.
(JML)