Por Francisco Villagrán
[email protected]
Especial para El Litoral
Antes ya existían numerosos testimonios de esporádicas apariciones fantasmales en la zona de Parque Patricios, más específicamente en la plaza Ameghino. Pero últimamente, allá por el mes de abril de 2016, una pareja que se encontraba paseando por la mencionada plaza, en el barrio de Parque Patricios, y como ocurre habitualmente en los últimos tiempos, la gente acostumbra tomar fotos de los lugares por los que pasean, registrando todo con la cámara de su teléfono celular. Esta pareja, que prefirió mantenerse en el anonimato, no fue la excepción y tomó numerosas fotos del paseo. Días después, repasando las fotos, una imagen les llamó la atención: detrás del retrato del muchacho distinguieron la figura brumosa de una persona pequeña. Pero ellos nunca se percataron de su presencia ni escucharon sus pasos. El revuelo fue inmediato entre los vecinos de la zona y ya se habla del duende o fantasma que suele aparecer a menudo, aunque en los últimos tiempos no se deja ver con asiduidad, pero muchos habitantes de la zona ya toman estas apariciones como algo normal y cotidiano. Algunos aseguran que no se trata de un suceso extraordinario, es que allí, a pocos metros de profundidad, bajo tierra, descansan los restos de personas que murieron durante la epidemia de fiebre amarilla en 1890.
La extraña aparición sin embargo, podría tener sustento histórico. Y es que el predio en que está ubicado el parque supo ser también un cementerio. Originalmente perteneció a José Antonio Escalada y Carlos Escalada. En este lugar falleció la esposa del general José de San Martín, la señora Remedios Escalada el 3 de agosto de 1823. El 20 de diciembre de 1867 fue comprado por la Municipalidad de Buenos Aires a Claudio Mejía. Poco tiempo después se inauguró como Cementerio Público del Sud. En 1872 se clausura luego de recibir más de 18.000 cadáveres por la epidemia de fiebre amarilla. Una leve ondulación paralela a la calle Santa Cruz nos recuerda el lugar exacto de las fosas comunes donde eran enterrados los muertos en el peor momento de la peste. Si los datos históricos son reales, algunos de los cuerpos todavía continúan allí.
La investigación
Todos los lugares donde se encuentra o encontró alguna vez un cementerio, o elementos del bajo astral, sitios que habitaron almas en pena, como cárceles, presidios, hospitales viejos, donde hay o hubo mucho sufrimiento, son espacios “karmáticamente pesados, energéticamente muy densos y puede haber fantasmas allí,” explica un especialista en la materia. “Es que toda esa energía queda en el lugar, por eso es necesario hacer un estudio llamado rabdomancia o radiestesia y así poder indicar si el sitio está bloqueado por una energía del bajo astral o si lo que tenemos son almas en pena errantes, eso se verifica de esa forma” finalizó. Lo cierto es que así como es posible localizar estas energías, también es posible limpiarlas. Por lo general, cuando tenemos un espíritu en un sitio, se hace un trabajo de convocación. Esa es la diferencia de cuando la presencia es una deidad o entidad del bajo astral. El espíritu está conformado por ectoplasma, una persona que vivió y que tuvo una muerte traumática y trágica. Está comprobado que en la ciudad de Buenos Aires, desde su fundación, funcionaron más de 40 camposantos sobre los que se erigieron plazas, monumentos y hasta bancos. En muchas ciudades de nuestro país, especialmente las más viejas como Buenos Aires, Santiago del Estero, Córdoba, Corrientes, Mendoza y Tucumán entre otras, hay hasta la actualidad, restos energéticos de personas que vivieron allí hace cientos de años y sus almas, vaya a saber por qué motivos, se resisten a pasar al otro nivel. Es posible que los muchos sufrimientos que tuvieron allí los ata al mundo físico al cual esporádicamente pueden volver siendo vistos como figuras humanas, aunque dura muy poco. Esto es para ellos un verdadero tormento del que no se pueden librar a pesar de que quieran hacerlo. La única manera de que puedan lograrlo es ayudándoles mediante rezos, misas y otros apoyos religiosos, de lo contrario pueden pasar muchos años en esos lugares deambulando como auténticas almas en pena.
Importantes testimonios
De la amplia gama de cientos de testimonio de los actuales vecinos de toda esa zona, extrajimos los considerados más importantes por ser de personas que han vivido allí durante prácticamente toda su vida: Martín: “Un vecino que vive acá hace mucho me contó que una vez pudo ver algo como un enano que daba vueltas por acá y desaparecía subiéndose a los árboles. Es muy raro todo en este lugar.”
Leo (vecino de hace más de 40 años): “Mucha gente ve cosas raras en toda esta zona. Entre la vieja cárcel, el hospital y el cementerio… es como una especie de triángulo en el que se ven muchas sombras y algunos dicen que hasta duendes y fantasmas…”
Daniel (vecino del viejo hospital): “A una vecina su mamá le tenía prohibido jugar en el césped porque le decía que si escarbaba en la tierra podría encontrar huesos y su espíritu se le prendería. Son cosas que se dicen por acá, pero a las que ya estamos acostumbrados.”
Juana (vecina de 80 años): “Desde que yo me acuerdo, mis padres no me dejaban jugar mucho en la zona del parque, porque me decían que cuando oscurecía, aparecían los duendes, que eran como unos enanos que corrían por el parque, como si jugaran entre ellos, y luego saltaban a los árboles, donde desaparecían. Yo a veces los vi, pero no tenía miedo. A mis hermanos les pasó igual, aunque ellos no vieron duendes, pero sí vieron figuras humanas que desaparecían en el aire. Como todos los que vivimos por acá, ya estamos acostumbrados a todas estas cosas.”