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/Ellitoral.com.ar/ Opinión

Lugares misteriosos en Buenos Aires

Hay sectores en la extensa y centenaria ciudad de Buenos Aires donde ocurren hechos enigmáticos  y misteriosos, relacionados con cosas paranormales que no tienen una explicación lógica y racional. En muchos lugares  estos hechos se hicieron conocer como leyendas urbanas.
Paseo. La galería Guemes, escenario de varias manifestaciones paranormales.

Por Francisco Villagrán

villagranmail@gmail.com

Especial para El Litoral

En uno de los capítulos de la serie “Red Rose” del famoso escritor Stephen King  se menciona una advertencia que dice que “las casas están vivas, nos lo indican nuestras propias terminaciones nerviosas. Si uno guarda silencio puede escuchar los sonidos de la casa, como que respira. Una casa buena nos consuela, pero si no lo es, nos llena de desasosiego”. Desde sus orígenes en la ciudad de Buenos Aires existen lugares extraños. Inmersos  en sensaciones ininteligibles y desconocidas, sobrevoladas por voces que parecen venir del más allá. Quizá fruto de la mágica memoria popular. Lo cierto es que hay casas y lugares que exhalan su propia esencia sobrenatural. Desde casas abandonadas o habitadas, centros comerciales, parques, todos ellos de noche desprenden un aire enrarecido. Los misterios no conocen geografías,  solo permanecen y está en #cada uno percibirlos o no.  Más allá de creencias, Buenos Aires es una metrópoli plena de sitios indescifrables y enigmáticos, cuyas historias siguen siendo relatadas de boca en boca por la gente. 

La galería Guemes.

De los tantos lugares considerados como misteriosos, seleccionamos algunos de los más conocidos y de habituales hechos paranormales. Sobre la calle Florida está la muy concurrida Galería Guemes, que fue inaugurada en 1915. Había sido diseñada por el arquitecto italiano Francesco Gianotti, quien también proyectó la Confitería “El Molino”. Durante el día un sinnúmero de personas la transitan, pero cuando baja sus persianas, algo sucede. La leyenda de una niña fantasma que se pasea por sus corredores viene de vieja data. Una versión refiere que era hija única de un afamado artista y murió de pulmonía. Su padre se suicidó  en el mismo lugar, por lo que el espíritu de la pequeña aún lo sigue buscando desconsolada en los pasillos de la galería. Otra explicación apunta a que la jovencita murió durante un incendio acaecido en la galería en 1971 y que su alma deambula por las instalaciones cuando los comercios cierran sus puertas. De cualquier manera, sea cual fuere la causa de su muerte, es notorio que su alma aún deambula por el mencionado lugar, ya que diariamente muchos son los testigos que la ven.

La Embajada de Perú

Sobre la Avenida del Libertador, la majestuosa mansión que ocupa la Embajada del Perú, fue diseñada por el arquitecto Alejandro Bustillo en 1928. Anteriormente perteneció a la aristocrática familia Solar Dorrego, que la habitó hasta 1940. La imponente casona permaneció cerrada durante un tiempo. A partir de 1942 es el lugar de residencia del embajador del Perú en nuestro país. Lo cierto es que entre ceviche y pisco la memoria oral relata que muchos años atrás a sus habitantes les costaba conciliar el sueño por los numerosos ruidos que se escuchaban en el altillo, así como por inquietantes murmullos y voces fantasmagóricas. Todos lo vinculan con un hecho trágico. Un familiar de los primeros propietarios, al enterarse de que padecía un mal terminal, había decidido suicidarse ahí mismo. Este sería el espíritu que aún hoy es visto deambulando por las distintas habitaciones de lo que es hoy la Embajada del Perú. Pero al parecer no molesta a nadie, solo se deja ver y en ocasiones se escuchan como conversaciones en voz baja.

La Fundación de Eva

El edificio, de estilo neoclásico de la Facultad de Ingeniería, emplazado sobre la Avenida Paseo Colón y que desde 1951 a 1956 perteneciera a la Fundación “Eva Perón” guarda más de un secreto. Se habla de túneles que iban desde esa muy concurrida oficina hasta la sede de la Confederación General del Trabajo (CGT) cuya central está en la calle Azopardo . Pero también exalumnos que pasaron por allí, recuerdan pasadizos en forma de laberinto, lugares que siempre estaban inundados  y de extrañas voces que retumbaban como eco en las noches. Otra historia cuenta que hacia fines de la década del 80, un alumno tomó una fotografía de un salón desierto y cuando se dispuso a revelar la imagen, grande fue su sorpresa cuando apareció una figura brumosa que no se podía distinguir bien, pero la cámara la tomó. Sin embargo, al momento de tomar la foto no se vio nada. 

También es habitual que a veces se vean figuras y sombras desplazarse por los túneles . En los últimos tiempos nadie quiere aventurarse a caminar por esos túneles que no se sabe a dónde pueden conducir y con qué cosas se puede encontrar uno en esos lugares. Además de ratas, escorpiones, sapos, víboras, arañas y cualquier otra alimaña que pueda vivir allí. Todo es posible encontrar en esos lugares fantasmagóricos, nada recomendables para ir. Hace poco tiempo una persona que se dedicaba a investigar situaciones paranormales, se metió en los túneles y al salir de nuevo al exterior comentó como sintió que extrañas presencias lo seguían en su trayecto y sintió también voces. Aseguró que en algún lugar de esos túneles debe haber varios entierros o personas que fueron allí muertas o arrojadas quién sabe cuándo y en qué circunstancias. Luego de esa expedición a los misteriosos túneles elevó un informe a las autoridades contando su experiencia y sugiriendo que el lugar sea limpiado y cerrado a las personas que puedan ir allí, para evitar cualquier accidente que pueda pasar. A pesar de que su nota fue presentada siguiendo el protocolo que se estila para estos casos, las autoridades nunca contestaron  y hasta hoy las cosas siguen como estaban desde hace décadas.  Como diría alguien por allí, es lo que hay.

Espíritus, presencias, voces, ruidos y extrañas manifestaciones están presentes en muchos de los lugares tradicionales de la ciudad de Buenos Aires, agregando un condimento más a los muchos que tiene la capital argentina y que nunca terminan de sorprender.

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