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/Ellitoral.com.ar/ Sociedad

Ricardo Torres, una vida dedicada a la investigación, el trabajo y la docencia

El docente-investigador de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional del Nordeste (Unne) fue elegido como una de las 100 personalidades de la década en Ciencia y Tecnología de Argentina en el marco de los Premios Konex 2023. Aquí, una entrevista con El Litoral Radio. 
Maestro. Ricardo Torres con su mentor, el doctor Vicente Gutiérrez, cuando lo nombraron Maestro de la Cirugía.

Carlos Lezcano

Especial

El destacado médico correntino estaba en su casa cuando sonó el teléfono diciendo: “Soy Luis Ovsejevich, presidente de la Fundación Konex. ¿Conoce lo que son los premios?”, dijo, y le comunicó que será distinguido en la ceremonia que se realizará en septiembre.

El profesor Torres es egresado de la Facultad de Medicina de la Unne, con Diploma de honor, especializado en Cirugía en el Hospital de Clínicas de Buenos Aires, y luego, se formó en Cirugía laparoscópica en Alemania y Estados Unidos.

Fue pionero en el desarrollo de la cirugía laparoscópica en Argentina y Latinoamérica.

El Diploma al Mérito se otorga en el marco de la 44ª edición de los Premios Konex 2023, cuya ceremonia se hará el 12 de septiembre. Además de los diplomas al mérito a las personalidades destacadas, se reconocerá por única vez la labor en la pandemia del covid-19, y se otorgarán menciones especiales a instituciones científicas y a la trayectoria profesional.

—¿Cómo recibe esta distinción? 

—Con mucha sorpresa. Cuando me llamó por teléfono el presidente de la Fundación Konex, le pregunté si no estaba equivocado (risas). Es un premio a la trayectoria y esto implica un camino recorrido.

—¿Puede contarme su historia? 

—Me recibí en la Facultad de Medicina de la Unne, hice mi especialidad en Buenos Aires y después de dos años en Alemania, terminada mi formación, volví a Corrientes, y desde entonces me instalé y desarrollé mi actividad profesional desde 1982, como docente de la Facultad de Medicina. Así que todo lo que hemos hecho, lo hicimos con gente que me acompaña en mi equipo, que tiene los mismos objetivos. 

—¿Cuál es su especialidad? 

—Soy cirujano digestivo. Me dediqué exclusivamente a eso y cuando apareció en el mundo la cirugía laparoscópica fui uno de los impulsores a nivel de Latinoamérica. Es lo que ha resaltado el jurado en mi trayectoria además de haber llegado a los cargos del presidente de la Asociación Argentina de Cirugía, presidente de la Asociación Latinoamericana de Cirugía endoscópica, y otros títulos que tengo, lo que más valoraron fue la docencia que hemos hecho desde la Facultad de Medicina en la enseñanza de la cirugía laparoscópica a través de la creación de un centro de entrenamiento, que mediante simuladores enseña a los cirujanos de Latinoamérica las técnicas de cirugía laparoscópica. 

—¿Cuándo aparece esta tecnología? 

—Aunque parezca mentira, el que la propone es un argentino, el doctor Aldo Kleiman, que hace su tesis doctoral pensando que podía hacerse esta técnica y entra en el mundo en el año 1989-1990. 

—¿Cuándo fue la primera en Corrientes? 

—La primera cirugía laparoscópica fue en junio de 1991. 

—¿Recuerda cómo fue ese día?

—Bueno, preparamos a una paciente. Técnicamente, muy fácil, hoy sería una cirugía de 15 minutos. En ese momento, con los doctores Raúl Orban y Oscar Bertrame formamos el primer equipo y preparamos una paciente técnicamente muy sensible. Nos llevó tres horas la cirugía y salió exitosamente y hubo mucha algarabía porque realmente vimos que esa técnica podía ser el futuro. 

—Siempre llama la atención en su nivel científico, ¿cuál es el lugar del estudio? Porque allí está, me parece, la clave para el desarrollo profesional. Por un lado, el trabajo cotidiano y, por otro, el estudio. Creo que van de la mano.

—Lo que acabás de decir es una enorme verdad. El estudio en todas las profesiones y en la medicina, con más razón, es una constante. Nosotros le llamamos educación médica continua, supongo que en otras profesiones lo llamarán de una manera similar, pero el aprendizaje y los cambios de la ciencia son prácticamente diarios y uno tiene que estar totalmente actualizado porque están en juego los beneficios que puede brindar a su paciente. Así que, en mi caso, me moví mucho por el mundo, he estado en Estados Unidos, en Alemania, he estado becado dos veces en Alemania y gané un premio del American College of Arts en Estados Unidos que me permitió estar en cinco universidades en ese país. Todo eso fue aprendizaje para volcar acá en la sociedad, en el grupo de trabajo. Desarrollar cosas y siempre ha estado la docencia, la investigación y la asistencia como una constante indisoluble, son tres ramas que se potencian.

—Me gustaría reflexionar sobre la relación entre paciente y médico. Estimo que la actividad del médico es una forma de humanismo. ¿Cómo lo ve usted doctor? 

—Sin ninguna duda, el que abraza nuestra profesión tiene que pensar que está trabajando nada más y nada menos que con vidas humanas, que está trabajando con los sentimientos de un ser humano y esa es una responsabilidad muy muy grande, es una responsabilidad que nos obliga a brindarnos con cuerpo y alma, con toda nuestra fuerza, con nuestra pasión. Así que realmente es una profesión humanística de mucha connotación sentimental, emotiva y que necesita que uno haga grandes esfuerzos por tratar de ayudar al prójimo.

A veces es factible, a veces es solamente con una palabra y a veces con grandes curaciones que nos llenan de alegría. 

—¿Usted vio algún cambio en la relación entre el médico y su paciente a lo largo de estos años en un mundo tan acelerado? Me gustaría escuchar su reflexión.

—Sí, lamentablemente ha cambiado. Yo tengo más de 40 años de profesión, así que he vivido distintas etapas y siempre la relación médico-paciente ha sido el pilar de nuestra profesión. Lamentablemente, la tecnología ha hecho un poco más fría esa relación. Por otra parte, las exigencias de la sociedad se han vuelto más ásperas. O sea, es difícil ahora mantener esa relación médico-paciente que teníamos antes. Por ambas partes, ¿no? Por un lado, porque la tecnología ha enfriado esa relación.  Ahora hay médicos que ya ni tocan al paciente, sino que los mandan a hacer todos los estudios computarizados y tienen el mismo diagnóstico, quizás, que si le hubieran tocado. Pero tocarlo es algo quizás más importante a veces que la tecnología. En el interior del país todavía mantenemos, tratamos de comentar a nuestros alumnos y a nuestros discípulos de que se sostenga esa relación médico-paciente que es el pilar de nuestra profesión. Pero ha cambiado, lamentablemente ha cambiado. 

—¿A quiénes reconoce como sus maestros? 

—Sin ninguna duda tengo un mentor a nivel nacional que me ha llevado de la mano en toda mi carrera, que es el doctor Vicente Gutiérrez, es un excelente cirujano maestro de la ciudad de Buenos Aires. Ahora tiene 90 años y sigue con la mismísima lucidez y con excelente ánimo, fue uno de los primeros que me llamó para felicitarme. Él me ha ayudado muchísimo en mi carrera. Y a nivel local he tenido un maestro y un amigo excepcional que ha sido el doctor Oscar Pirchi. 

—¿A quién agradecería en el momento que le llaman para comunicarle la distinción?

—En primer lugar, a mi familia y a mi esposa Ada Husulak que es médica, que sabe lo que es la profesión, que me acompañó en todo momento durante nuestra primera beca en Alemania. Teníamos un hijo de un año, así que imagínense con un bebé casi recién nacido y me acompañó en todo momento, me apoyó, ha sacrificado cosas de su profesión como médica en pos de la mía, así que, sin ninguna duda, ella ha sido la compañera de todo este derrotero. Pero tengo un enorme agradecimiento también, que a veces no lo sé expresar, con la gente que me acompaña, a todo mi equipo de trabajo, a los cirujanos del Hospital de Escuela que formé, con los que me acompañan en el Centro de Entrenamiento, con los que operan conmigo todos los días y los que me han acompañado en cada uno de mis proyectos. Sin ellos, estoy absolutamente, convencido de que no hubiéramos conseguido nada.

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