Por Eduardo Ledesma y Carlos Lezcano
Jesús Rodríguez es presidente de la Auditoria General de la Nación, el máximo órgano de control externo de la República Argentina, tiene una notable trayectoria dentro de la Unión Cívica Radical y además ocupó diversas funciones en organismos públicos.
En diálogo con el programa Hoja de ruta de El Litoral Radio, opinó sobre la importancia de las decisiones institucionales dentro de las democracias actuales, donde es notoria la erosión de los partidos políticos, la fragilidad por el alto grado de fragmentación de estos sistemas y las demoras de las instituciones de comprender y procesar las demandas de la sociedad.
Rodríguez aporta elementos para el debate sobre las actuales coaliciones electorales, pero las enmarca en un sistema de ideas y valores democráticos, liberales y republicanos.
Es central en su pensamiento el vínculo entre regímenes políticos y desarrollo económico cuando sostiene que la calidad institucional está relacionada con el bienestar económico.
—¿Qué reflexión hace sobre las decisiones de la última Convención de la UCR?
—La UCR produjo un episodio poco habitual en Argentina, aunque imprescindible, que son las decisiones institucionales tomadas por los partidos políticos. Los partidos políticos son consustanciales con la democracia. Si uno quiere democracia, tiene que saber que tiene que haber partidos políticos. Del mismo modo que, cuando no hay democracia, no hay partidos políticos. En ese sentido, la decisión del radicalismo ratificó su pertenencia a la coalición política de Juntos por el Cambio.
Es una decisión muy importante que manifiesta la aprobación de las bases conceptuales, los sustentos programáticos que vamos a llevar los partidos de la coalición que trabajamos para poder llegar con un programa de Gobierno que saque a la Argentina del atraso, la decadencia y el retroceso del cual es está sumida.
Insisto con el tema de las decisiones institucionales porque estamos en presencia, de momento, en la vida pública, donde a veces es más importante la opinión de una persona y se subestiman las decisiones institucionales de que de naturaleza más duradera permiten dar estabilidad al sistema político.
—Es muy importante el punto de vista político, institucional. Ahora, después de eso, ¿qué?
—Bueno, la decisión institucional señala la pertenencia a una coalición y, en segundo lugar, produce una marca programática, temas que fueron aprobados. Todo es el resultado de un trabajo de casi dos años, de más de novecientos profesionales, técnicos y expertos de todo el país, que hace un mes en la ciudad de Córdoba discutieron, debatieron y extrajeron conclusiones, que fueron sometidas a la consideración de la Convención Nacional. Tienen que ver básicamente con un plan de estabilidad económica en Argentina, y simultáneamente busca introducir un proceso de reformas que permita asegurar esa estabilidad del tiempo. Una integración inteligente al mundo que haga posible el crecimiento, las inversiones y la disponibilidad de divisas en la Argentina, y un criterio de Solidaridad Social, de fraternidad y de equidad, que ponga en un pie de igualdad a todos. Esto pone la mirada no solo en los en los resultados, sino también en los esfuerzos tenemos que hacer. Para nosotros es vital la calidad de las instituciones, porque hay una vinculación inmediata entre la calidad de las instituciones y los resultados económicos y sociales.
—En función de lo que está diciendo y de la gobernabilidad, ¿qué cree sobre la opinión de sectores del partido de abrir las alianzas pensando en el partido judicialista?
—Mire, estamos en una era de coaliciones, en el mundo, en América Latina, y también en la Argentina. Así que no tengo ningún tipo de prejuicio en contra de esas circunstancias. Al mismo tiempo, las reformas que Argentina necesita exigen amplio sustento político para hacerlas viables primero y duraderas después. Entonces, no tengo nada que cuestionar a esa idea. Lo que sí señalo, (y eso es lo que quedó implícito en la decisión del radicalismo) es la necesidad de tener en cuenta que hay etapas y momentos. Entonces, luego de la selección de los candidatos de todas las coaliciones y partidos políticos que van a competir, habrá una instancia de la primera vuelta y luego la segunda cuando se selecciona los candidatos en el balotaje. Y en acción del gobierno es cuando se formulan coaliciones más amplias.
—La coalición de la segunda vuelta es más amplia que la de la primera y la coalición de gobierno muchas veces es aún más amplia que la electoral, pero siempre tiene que ser el resultado de un acuerdo programático, sobre bases concretas y no solamente enunciados o declaraciones de circunstancias. Lo cual deja en claro también la certificación de pertenencias a la sociedad, si hay voluntad política. Eso se puede hacer en los tiempos que usted está señalando, ya sobre el final y pensando en el futuro gobierno. ¿Es así?
—Por supuesto, esto, definitivamente, es como usted señala. Así funciona el sistema, y así como corresponde que sea. En cuanto a lo institucional, ya que lo mencionó, en Argentina en este momento estamos conmemorando algo que es muy importante, que es la recuperación democrática y hay cuestiones que este país no ha resuelto, institucionalmente y debemos ir por ese camino.
—Ahora, ¿para qué utilizar las fuerzas políticas, para hacer qué cambios?
—Primero hace falta democracia plena, absoluta. La democracia es el primer pilar, un invisible, donde la única fuente de poder está dada por la soberanía popular expresada en elecciones, equilibradas, justas y sujetas a verificación. En segundo lugar, tiene que haber también la garantía de que los derechos individuales de todos y cada uno, especialmente de las minorías, sean respetados. Pero no alcanza con eso, tiene que haber también en nuestro ordenamiento, la seguridad de la división de poderes, donde esté asegurada la independencia de cada uno, donde haya control y rendición de cuentas. Esas tres dimensiones: la democrática, liberal y republicana, son las condiciones necesarias para buenos resultados económicos. No es casual que aquellos países que en América Latina tienen más solidez republicana, son los que han permitido avanzar en materia económica y social.
—¿Cuál es el lugar que ocupa la economía en esto? Porque este es otro gran debate en la Argentina.
—Lo que señalo precisamente es que el ordenamiento político con esos pilares es el único camino para estar en condiciones de dar respuesta a los objetivos de realización social y también de desarrollo individual de cada uno de los argentinos de todos los puntos del país. Esa es la manera de encarar la situación. Porque sino, vamos a pretender utilizar un atajo y en realidad es una falsa opción que nos va a seguir asegurando el estancamiento.
—Perdón, ¿y el lugar de la economía cuál es?
—Es precisamente una economía integrada al mundo, una economía que permita el desarrollo de potencialidades, de creatividad, de riesgos y de capacidad de los emprendedores. Una economía que tenga el mayor desarrollo del mercado posible, y toda la acción del estado necesaria para equilibrar el juego. En resumen, la economía vendría a ser mucho más mercado que el que tenemos y mucho mejor estado que el tenemos.
—La UCR es uno de los pocos partidos que hace esta cuestión simbólica, litúrgica, de reunir la convención partidaria para tomar decisiones. Eso, en general, no pasa con la mayoría de los partidos, y cuando me refiero a la mayoría de los partidos, es que no pasa en la enorme cantidad de partidos se han creado más como una Pyme de ciertos dirigentes que como partidos políticos. ¿Cómo hacemos para, sin coartar la libertad de los partidos políticos, fortalecerlos? En la provincia de Corrientes incluso tenemos ese problema: muchos partidos y pocos modelos de construcción de poder.
—Tiene que ver con la madurez de las comunidades democráticas. En Argentina, desafortunadamente, estamos muy influidos por dos cosas: el populismo entendido como una construcción política que avanza, donde el poder es construido como el ejercicio de la derrota al otro. Donde el que piensa distinto es visto como un enemigo, en lugar de concebir a la acción pública como más ciudadanía y no construcción de antagonistas. El populismo es una situación muy compleja, que tiene consecuencias muy nocivas.
Y el segundo problema es que muchas veces está sobre la mesa, la exacerbación de los individualismos, el culto del narcisismo político, que cree que hay salvadores, provinciales o nacionales o figuras milagrosas que van a resolver los problemas en Argentina.
—¿Quién fue Raúl Alfonsín para usted?
—El presidente Alfonsín fue resultado de una excepción y de una ética de la política que tenía que ver con anteponer los intereses de la Nación a los de las propias instituciones, partidarias y así también personales. Un visionario, un estratega, una persona reconocida a escala global. También hay que decirlo, fue una gran persona, un gran ser humano.