Domingo 05de Mayo de 2024CORRIENTES19°Pronóstico Extendido

Dolar Compra:$857,5

Dolar Venta:$897,5

Domingo 05de Mayo de 2024CORRIENTES19°Pronóstico Extendido

Dolar Compra:$857,5

Dolar Venta:$897,5

/Ellitoral.com.ar/ Opinión

Otros vientos

El político siempre encuentra la manera de burlar lo prohibido. Se erige en “padrino”, regalando por doquier cargos a parientes y amigos.

Por Adalberto Balduino

Especial para El Litoral

Ese algo que atesoramos y resulta inexplicable detallarlo, porque su amplitud no tiene la minuciosidad del inventario que lee todo cuanto encuentra y registra.

Es algo más grande porque se trata de dimensionar el “bien de familia”, que tiene más valor que en metálico porque representa el todo que forjara material y espiritualmente.

Diría como el contrapeso de la valía que la moral va sumando, para que su nombre cargue con la dignidad y el respeto, lo cual le confiere nombre, autoridad y hasta admiración.

El “bien de familia” que aquí se menciona, está utilizado como contrapartida de lo que debe ser pero irónicamente apela a todo lo contrario.

Periodistas tan calificados, como Iván Ruíz o Diego Cabot, se han hecho eco en “temporada” de elecciones, de lo que significa la mano paternal de los flamantes empleados, generalmente con la única virtud de ser parientes.

Ruíz, mencionaba: “Los parientes al poder: familiares con cargos en la administración pública.” En un tramo del artículo, se leía: “…al menos una veintena de altos funcionarios del Gobierno nombraron en los últimos meses y años a sus hijos, esposas o hermanos como empleados públicos.”

Diego Cabot, siguiendo su línea de investigación: “No hay manera de tapar el sol con las manos. Es imposible. Algo similar podría decirse con el empleo público: no hay maneras de frenar el ingreso constante de nuevos empleados o funcionarios.”

De primera mano está mal, porque existen disposiciones al respecto por cerrar presupuestos que achiquen la plantilla de empleados que no se tiene idea cuanto suman en las provincias donde el trabajo es escaso.

Pero mucho más, cuando el esfuerzo no es igualitario ya que el parentesco lo puede todo, y no por ocupar de buenas a primera un escritorio son talentosos. Cuántos chicos verdaderamente capaces sin “palanca” familiar, quedan librados a su suerte, a patear calles y a golpear puertas porque los cargos lo ocupan quienes poseen lazos de familia de peso, y generalmente no son  el más capaz.

Esa “gauchada” de los tíos, padres y hermanos, sin pensarlo ni ponerse colorados va construyendo una “muralla china” que dividen, discrimina diría, alejando a los desafortunados, parias sin “padrinos”, ante el límite inaccesible. 

Están los partidos políticos también que con la promesa de futuros cargos, hacen laburar a los chicos meses y meses gratuitamente, dependiendo entre otras cosas amén de la mentira, de cómo se den “los pingos” en los últimos metros de carrera.

Todo depende de muchas cosas. Y, no nos creamos, porque de un plumazo aparecen marcando de entrada, que son genios, que tienen virtudes de liderazgo, ejecutividad, talento, inteligencia, cuando en realidad lo que tienen son parentescos influyentes.

Se trata solamente de haber “caído de pie” que, como una línea dinástica, sin sangre azul, obtienen sin esfuerzos el pasaje que confiere la dignidad, para que el ser humano se sustente, se realice, se proyecte.

Es casi como la inmoralidad de la “elección indefinida”, que pasa el tiempo pero el fuero se mantiene y crece, se expande a cada miembro de la familia como pura agua de manantial. 

Es tan difícil competir con quienes “pasan por debajo del banco”, porque la consanguinidad que aumenta sus posibilidades le dan de por sí, viento a favor que a otros se les niega.

Casi, casi, de continuidad dinástica como desfile sinfín donde los descendientes “premiados” continúan inexorables, copando sin la menor vergüenza.

La “coronita” que tanto se pregona, no ha sido desechada aún. Al contrario, forma parte de la política, o mejor dicho la mala política, esa que todavía sigue obteniendo “peras del olmo.” La “coronita” sin monarquía, sigue siendo el cetro preciado para muchos.

Las ayuditas supuestamente están bien, valga el parentesco, aunque se falta se peca de equidad porque las oportunidades no son las mismas para todos. 

A propósito de las trampas que constante nos hacemos los argentinos, hermanos con hermanos, me duele asistir a la incertidumbre de los jóvenes ante una andanada de pesimismo que nuestro país desarrolla a cada instante. 

Hace tiempo por falta de gente con vocación solidaria, lealtad, pero más que nada: honestidad, dimos lugar a una selva donde se estrellan los sueños, mueren las esperanzas, en que subsistir ya es un triunfo.

No queremos narradores de una realidad formateada como ficción, porque esa irrealidad entre ambos extremos: mentira y certeza nacidas separadas, cada vez, se separan mucho más porque la equidistancia no acerca sino aleja.

Uno, para olvidar suaviza, baja varios cambios, generalmente cierra los ojos como forma de evasión, pero al abrirlos la verdad circundante puede más, la historia vuelve a repetirse porque nada ha cambiado ni tampoco nada hacemos para cambiar, comenzando por un cambio de actitud.

Es como una alteración de sintonía, solamente ven lo que quieren ver, y escuchan lo que quieren oír. El pueblo habla un idioma que no quieren entender.

El “bien de familia”, el de los parientes empleados gracias a los vínculos familiares con funcionarios que emplean el “mecenazgo” tan generoso  con presupuesto del estado, es inmoral, porque en la refriega del acomodo, jóvenes con verdaderas necesidades van quedando poco a poco fuera de sistema. La oportunidad debe ser para todos igual e idéntica. Lo decía enfáticamente José Luis Sampedro: “Se habla mucho del derecho a la vida, pero hay más: hay el deber de vivirla.” Únicamente con dignidad. 

“Aquí sólo hay voto cada cuatro años, un voto más condicionado por la manipulación mediática que por la educación.”

No se trata de una monarquía con descendientes “becados”. Se trata de  política, inmoral e injusta. 

¿Te gustó la nota?

Ocurrió un error