Sabado 18de Mayo de 2024CORRIENTES16°Pronóstico Extendido

Dolar Compra:$865,5

Dolar Venta:$905,5

Sabado 18de Mayo de 2024CORRIENTES16°Pronóstico Extendido

Dolar Compra:$865,5

Dolar Venta:$905,5

/Ellitoral.com.ar/ Sociedad

Intervinieron en el territorio de asentamientos informales de Corrientes

Desde la apropiación de los terrenos por parte de los vecinos y la expropiación a la familia Ongay, la caminata de Tato Romero Feris por el barro y hasta las nuevas urbanizaciones, una investigadora mostró las relaciones entre los/as referentes barriales y el sistema político.
Zona de estudio. Barrios del gran complejo La Olla.

 La investigadora Cyntia Itatí Núñez publicó un informe sobre trayectoria vital y formación política de referentes barriales de los barrios Ongay y Paloma de la Paz de la ciudad de Corrientes. Los datos fueron incluidos en su trabajo final integrador de la especialización en Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Quilmes.  

Este trabajo tuvo dos momentos que fueron vistos de modo entrelazados, ya que se referían a procesos en conjunto. Por un lado, el despliegue de un territorio que es reconocido mediante dos nombres catastrales diferentes -dos barrios-, pero que deviene de un tiempo común y permite identificar una comunidad. Por otro lado, y en relación directa al primero, las trayectorias vitales de un grupo de referentes sociales que colaboraron -y aún lo hacen- en el desarrollo de los barrios a partir de su propia vida personal, política, familiar, cotidiana en constante movimiento y de las configuraciones identitarias. 

A partir del concepto de figuración, en este trabajo buscaron reconocer cómo se desarrolló la relación comunidad-individuo, a partir de identificar los espacios sociales, sus vínculos, sus conflictos, sus relaciones de poder vinculado todo a las y los individuos protagonistas del despliegue territorial. La identificación de hitos en el desarrollo de los barrios; el reconocimiento de tiempos, procesos, vínculos entre vecinos y vecinas y el Estado, los logros alcanzados, entre otros aspectos, no fueron tomados con un sentido histórico nada más -una suerte de contar la historia del barrio- si no visto desde la permanencia de una estructura social que da sentido a las trayectorias vitales y la conformación de una subjetividad política, así como a la vigencia de las relaciones comunitarias y políticas. 

En este estudio, los hitos del desarrollo barrial no solo ayudan a comprender cómo y en qué tiempos se produjeron los cambios sino también el rol de los referentes sociales, la consolidación de un poder dentro de la comunidad y de una imagen e identidad vinculada a los procesos comunitarios.

Para esta investigación, dar cuenta de la vulnerabilidad, exponerla, es exigir su revisión y solución por una vida en mejores condiciones. Sin embargo, advirtieron que en este reconocimiento hay un riesgo y es que las necesidades en torno a la vulnerabilidad solicitan la atención del Estado por medio de las políticas sociales, lo que establece modos de relacionamiento paternalista. La paradoja está en cómo romper esos vínculos cuando la asistencia del Estado es absolutamente necesaria frente a la precariedad económica y social, para hallar otras formas de hacer política que no sostengan ni reproduzcan relaciones de desigualdad.

Extensión

Los barrios Ongay y Paloma de la paz se ubican hacia el sur de la ciudad, contiguos a la vieja estación ferrocarril que tenía su emplazamiento detrás de la actual estación terminal de ómnibus, esto es entre calle Ex Vía y avenida Maipú. 

La zona donde se realizó este estudio sólo comprende el barrio Ongay desde la calle Ex Vía, es decir detrás de la terminal, una porción de este barrio que limita con el Paloma de la Paz y que pertenece al gran complejo La Olla (denominado así por Promeba en la planificación de su intervención) una zona comprendida por los barrios Ongay, Paloma de la Paz, Serantes, Irupé y San Jorge, que se conoce desde el Municipio como el territorio de asentamientos informales más grande de la ciudad. Este territorio es el intervenido por Promeba y no exactamente, el barrio Ongay en toda su extensión.

Demografía

Un trabajo realizado entre 2017 y 2019 por el Instituto de Geografía de la Facultad de Humanidades de la Unne refleja las condiciones sociodemográficas en que se encuentra el espacio ocupado por los barrios Ongay y Paloma de la Paz. Entre los primeros datos relevantes sus investigadores destacan que: el total de población encuestada fue de 1197, caracterizada por una estructura joven (el 32% no supera los 14 años de edad) y con una distribución de género con predominio de las mujeres (90 hombres por cada 100 mujeres).

Estas características de cada barrio resultan similares entre sí y esto es así porque el territorio se desarrolló como uno solo por mucho tiempo. Incluso podemos ver que esa porción del barrio Ongay es más pequeña en término de cantidad de habitantes y solo mejora levemente los números del Paloma de la Paz cuando hablamos de niños de hasta 5 años no escolarizados o respecto de los que no han concluido la primaria, pero en términos generales los datos resultan casi homogéneos.

Ocupaciones

El territorio que alberga a ambos barrios estaba cubierto por esteros y lagunas, considerándose un gran reservorio natural y zona de desagüe pluvial, por lo tanto, no resultaba habitable. Es así que frente a las ocupaciones que fueron dándose se programaron diferentes intervenciones para desalentar su alojamiento.

Por lo relatado, estos barrios fueron zonas objetivo para la intervención con políticas de desarrollo de la ciudad, sin embargo, nada de eso se concretó. Es con la llegada de Promeba que se vuelve posible vislumbrar una mejora en el territorio.

Este programa también prometió la construcción de algún espacio recreativo común como un parque inundable que en tiempos secos pueda ser disfrutado por los vecinos y en momentos de lluvia no se arruinen sus elementos con el agua. Este parque nunca llegó a concretarse y es recordado y reclamado por los vecinos como una promesa incumplida y sobre todo en tiempos de lluvias copiosas pues, aún persisten zonas de los barrios que se inundan e ingresa el agua a los domicilios. 

Hitos

En la investigación reconocieron tres hitos fundamentales de este sector de la ciudad, enumerados a continuación:

Uno. La apropiación de los terrenos por parte de los vecinos y la expropiación a la familia Ongay: este hito de movimiento doble involucra fundamentalmente al barrio Paloma de la Paz y al periodo 1970 - 1992 cuando se resuelve la expropiación. El barrio es nombrado en 1985 como Paloma de la Paz por el municipio (Ordenanza catastral 1572/85); sin embargo, en el imaginario de algunos primeros habitantes, como don Navarro, el territorio pertenece al Ongay.

Dos. Las inundaciones: en dos momentos muy relevantes (1983 y 1998) en ese tiempo fue muy importante el despliegue de acciones de solidaridad entre los vecinos y los referentes como también es bien recordada la colaboración del Panu con recursos materiales como simbólicos (cuando Tato Romero Feris caminó en el barro).

Tres. La intervención del Promeba: el ingreso y la acción del programa al territorio marca un antes y un después en el barrio y sobre todo entre los referentes. Por empezar porque la procomisión presidida por Mártires se adjudica su pedido explícito, por otro lado, porque significó mejoras en el hábitat y el ambiente que promueven al mismo tiempo reconocimientos simbólicos y la proximidad del Estado por intermedio de los agentes de la Ucapfi.

Historias de vida

Las y los referentes, sobre todo los más antiguos del lugar, cuentan sus vidas en función de sus acciones en el territorio. El espacio barrial es el espacio de socialización y subjetividad de mayor importancia en la medida en que no solo se aseguran formas de activación política para la mejora del territorio, sino también porque inscriben en él sus intereses más genuinos de participación. 

Estas historias comunes y paralelas conforman una identidad barrial singular, en este sentido, las experiencias vitales y las condiciones estructurales nos permiten describir, con cierto atrevimiento, a las y los vecinos que habitan los barrios Ongay y Paloma de la paz.

En las historias recogidas en el barrio encontraron rasgos comunes, pero también disímiles, experiencias que por más que se hayan vivido de manera contemporánea (como el último gobierno de facto en el país, por ejemplo) son resignificadas de modo diferente. Por empezar, las socializaciones primeras (o primarias) recibidas por todos los referentes entrevistados son distintas, por una cuestión cronológica y de posición en la estructura (en la medida en que dos referentes son varones, jubilados, ya abuelos y la otra es una joven, madre de tres niños y un trabajo informal precario).

Inundaciones. Marcan hitos en la historia de estos barrios. Fotografía tomada por Esteban Ledesma para El Litoral en 2017.

Década del 70: José Navarro, uno de los  primeros en llegar

Navarro cuenta que fue a vivir al barrio en 1972, (luego de comprarle la casa a una amiga de su mujer, según relata) la familia de José es la tercera en habitar la zona.

De las otras dos familias, menciona a Fernando y Doña Antonia y a los Romero. José Navarro se asentó en ese lugar junto a su esposa y su primer hijo. Él es hijo de un policía al que no le agradaba que peleara en encuentros de boxeo y yerno de un hombre que no aceptaba su relación. 

José y su esposa Catalina se conocieron muy jóvenes (17 él y 15 ella) y empezaron una historia propia alejados (físicamente) de sus familias, “yo la robé”, cuenta. Juntos tuvieron muchos hijos: 5 varones y 4 mujeres (de quienes tiene 60 nietos y 14 bisnietos) y estuvieron juntos hasta que ella falleció en 2010. 

Urraca, como lo conocen algunos -sobre todo de su mala época- se reconoce como un muchacho rebelde, provocador, “me pintaba las uñas de rojo y así me iba a entrenar”. Vivía en el barrio Santa Teresita antes de venir al Paloma de la Paz (aunque para él es el Ongay), tiene cursado hasta 6° año de la educación primaria. Participaba de riñas de gallo y criaba a las aves para tal fin.

La historia de José se asienta sobre dos hechos fundamentales -según nuestro parecer- para su vida: el boxeo y el sindicalismo. El primero le significó una base de relaciones por fuera de lo laboral y familiar, vinculado a su juventud y a ciertos excesos, de hecho, durante un trabajo de taller recordó que cuando las investigadoras empezaron a ir al barrio ellas se acercaron a su casa y allí hablaron con “Urraca” (apodo con que es conocido en el barrio y que está relacionado a una actitud negativa).

El deporte le sigue siendo significativo, pues de hecho se ha constituido en el modo de relegitimación en el barrio y esto porque ofrece, mediante la escuela de boxeo en el Centro de Promoción Comunitaria, una oportunidad para que los y las jóvenes canalicen sus energías físicas, encuentren un lugar para su desarrollo, para el encuentro y la competencia. 

Navarro empieza como instructor del deporte ni bien se inaugura el Centro de Promoción Comunitaria, luego de que una de las coordinadoras del área social le consultara por sus capacidades y habilidades, concretamente le preguntó si quería sostener una escuela de fútbol a lo que contestó que su deporte era el boxeo. Fue a través de ella (un gesto nunca olvidado por él) que empezó su sueño de enseñar la disciplina. 

Sin embargo, pasado un tiempo los recursos escasearon y: “Él, les pidió a todos los políticos (al vicegobernador, al ministro de Salud y de Economía, al intendente (entonces Camau) para que le acercaran más materiales, pero nunca le dieron. Las hijas contaron que Camau hizo varias reuniones en su casa, pero que nunca cumplía lo que le prometía, y que un día Navarro lo echó. Cuando vino Camau con su camioneta llena de mercadería lo sacó pitando. Te vas de acá le dijo - cuenta una de sus hijas- .Y él dio la vuelta y se fue” (Nota de campo, 31/7/19).

El trabajo en la construcción, su capacidad de liderazgo y su actitud de choque, le permitieron representar a sus compañeros como síndico (incluso se postuló como candidato para secretario adjunto regional). En este tiempo José se forma, se socializa en otras normas, vocablos, leyes, formas discursivas y prácticas que serán la base de conocimiento para organizarse y proyectar en el barrio. Por otro lado, el sindicalismo le permite también una red de contactos que le serán útiles toda la vida.

José menciona que antes de mudarse al barrio trabajó 4 años en la empresa constructora de caminos Sidercin y cuando llegó al barrio, ya lo hizo con una chancha para armar un criadero de cerdos. La familia de su esposa criaba chanchos y de allí heredó el oficio. 

En 1972, “se fue” a hablar del título del terreno, fue un trabajador municipal quien le avisó y “autorizó” a ocupar el pedazo de tierra, luego de que una amiga de su esposa le avisara de la posibilidad.

Navarro es diabético, ha bebido mucho en su vida y se reconoce como una persona distinta luego de superar una grave enfermedad que lo dejó al borde de la muerte. De hecho, nos ha relatado la angustia propia y de sus familiares ante la falta de mejoría por medios científicos - médicos y que su salvación vino de la mano de una señora que lo curó, algo de lo que da fe su hermana María Ester o la Tacher, como él la llama. 

Él también se reconoce como un hombre de fe, tiene a sus santos de devoción, viaja todos los años a la ciudad de Itatí (como una forma de vacacionar, pero también de trabajar: le ceden la cobranza del estacionamiento próximo a la iglesia). Va a la ciudad de San Cayetano también en el día de su santo y festeja al santo pagano Gaucho Gil cada 8 de enero.

Durante este tiempo otra familia se asentó en el lugar los Romero. Francisco Romero fue albañil y su esposa empleada doméstica, tuvieron 5 hijos e hijas y se asentaron sobre calle Castelli casi Valdepeña. Dos de las tres hijas permanecen en el barrio. 

De este tiempo, recuerda Vilma (Nota de campo del 22/11/19) que, además de buscar agua en la estación de trenes, junto a sus hermanos esperaba el momento de carga y descarga de los camiones a los vagones y viceversa. En este momento, algunas bolsas se rompían y perdían su contenido (por ejemplo, de arroz) y ellos recogían luego y lo llevaban para comer. 

También recuerda que los changarines, trabajadores de la estación, vivían en la zona y sostenían algunas de estas prácticas: la de romper las bolsas para abandonar su contenido que luego eran recogidos para el consumo de las familias.

Década del 80: Primer hito, además, Mártires se viene al barrio

“En el 83 fue la inundación grande, por la lluvia” -relata Navarro- refiriéndose a la mayor inundación de la historia de la ciudad, cuando el río desbordó haciendo que esteros y lagunas queden anegadas. Recuerda él: “Parado, a mí me daba en el pecho el agua”. 

Entonces, se fueron de la casa por dos meses y cuando volvieron tuvieron que reconstruir todo. Sin embargo, como él trabajaba en una empresa como abastecedor de obras, tenía un tractor y acoplado que lo usaba para traer las cosas y colaborar con los vecinos: “les pedía prestado el tractor y venía a sacar a la gente que estaba inundada”, cuenta: “Yo trabajaba en la empresa y era delegado, pero jamás pedí un solo ladrillo. No quería que me vean mal. Llegue a discutir con el Ingeniero Piazza, por un pago de retroactivos, un sargento de nombre Espinoza se negó a atender el problema, así que fuimos a hablar con el ingeniero y se descubrió que el sargento gastó la plata en asuntos personales. El ingeniero me dijo: “nunca le pedí disculpas a nadie, pero a vos sí”.

La experiencia sindical le abre las puertas del trabajo barrial político a José, pues, no solo le permitió colaborar dentro del barrio con materiales y recursos que pedía prestado en la empresa si no porque aprende de normas legales y formas de proceder en situaciones de conflicto. El capital de conocimiento que se cultiva en esa época se constituye, a largo plazo, en un saber procedimental e ideológico.

Mártires relata que vino a visitar a su tía en el año 1981 y luego, el 3 de octubre de 1985 volvió para vivir en la casa de su primo, para cuidarla dado que tenían miedo de que la usurpen. Mártires, tomó el terreno baldío contiguo junto con Nilda, quien “lo siguió”.

Historias de vida. Los relatos de referentes barriales fueron entrelazados con la historia de estos lugares. Fotos de 2017: LT7.

No había agua, ni electricidad y eran los últimos de la zona, asegura, las casas de material vinieron después. Se movían todos los días hacia la terminal para traer agua y leña (del ferrocarril que funcionaba a leña en ese entonces) a su casa, “íbamos a buscar la leña primero caminando y después cuando tuvimos carro con eso”-confirma Navarro.

Mártires es chaqueño (de la localidad de San Martín), creció en el campo y de muy pequeño trabajó como cosechero junto con su padre, a los 8 años fue a vivir a una estancia donde probó por primera vez un bizcochuelo. 

Terminó la educación primaria y de adolescente (con 14 años) se hizo cargo de la estancia donde trabajaba, hizo el servicio militar y fue convocado para un escuadrón cuando finalmente acabó la guerra de 1982. 

Todos estos espacios significaron oportunidades y cambios para Mártires. Por empezar, fue en el tiempo de trabajo como capataz de estancia cuando se vinculó al radicalismo a partir de acompañar al patrón a sus encuentros partidarios, él cocinaba los asados y participaba de los festejos; pero el llamado al enfrentamiento bélico por el Canal De Beagle -lo que no se concreta finalmente- provocó que saliera del campo y probará desarrollarse en la ciudad en la ciudad de Corrientes. Para este tiempo, con apenas 20 años recorrió las calles con una sola muda de ropa hasta que consiguió trabajo y pudo alquilar en una pensión.

Además, sabe de electricidad y lo aprendió en sus diferentes experiencias (lo básico en el campo y luego en el escuadrón profundizó estos conocimientos), trabajó como empleado de la provincia y luego del municipio y fue policía de la provincia de Corrientes. Saber de electricidad le ha permitido trabajar para el barrio, además de su afiliación al partido radical desde donde conseguía beneficios para la comunidad. De hecho, junto a otros vecinos de la cuadra movilizados, bajaron un pilar para la luz. Para eso, Mártires hizo croquis del barrio y analizó donde convenía ubicar el pilar, gestionó los postes y colaboró con los trabajadores.

¿Te gustó la nota?

Ocurrió un error