Fue un dicho popular que enmarcaba la situación económica del gran director de orquesta, laureado y querido por el público que fue testigo de su gran y merecido ascenso.
Había nacido en el seno de una numerosa familia de nueve hermanos, en la localidad uruguaya de San José de Mayo, como no podía ser de otra manera, descendiente de italianos.
Fue su madrina de bautismo, que le puso sin imaginar que en el tiempo se mantendría su exclamación al verlo: “Pirincho,” ello, íntimamente relacionado con el notable parecido de su cabello con el copete de un pájaro.
Desde chico, mostraba una férrea inclinación por la música que la exteriorizaba, cantando algunas estrofas o tarareando alguna canción.
Hasta que un vecino, le posibilitó aprender la guitarra, luego practicó con el mandolín, instrumento de cuerdas que era uso corriente en variados ritmos.
En realidad Francisco Canaro “Pirincho”, se desvelaba por el violín, que llegó aprenderlo y portarlo en cuantas contingencias era imprescindible su presencia.
Sin duda, fue un innovador dada su gran creatividad, conformó la primera orquesta constituida como tal, sumándole la presencia del contrabajo.
Su actividad fue múltiple, preocupado por la evolución social y económica del músico, armó en su defensa por primera vez loque hoy es SADAIC que, preserva el dinero en concepto de derecho de autor.
También la protección a los derechos de intérprete a través de COMAR. Agreguemos, que conforme con ello, Francisco Canaro, fue el primer Presidente que tuvo SADAIC.
Fue Vicente Greco que lo convocó en sus primeros años, para integrar la orquesta típica de éste. Regresó al trío, que era muy frecuente por entonces y donde se había iniciado.
A su término es cuando asume como Director de la Orquesta Típica Francisco Canaro. Estableciendo de alguna manera, la estructura original de la orquesta propiamente dicha.
Arrancaba con dos bandoneones de fuste, Osvaldo Fresedo y Pablo Polito. Dos violines a cargo de Rafael (su hermano) y Francisco Canaro. Un pianista, a cargo de José Martínez. Y, Leopoldo Thompson en contrabajo.
Debido a su notoriedad como digno representante del tango al frente una primera orquesta típica, fue contratado para actuar en París. Es cuando en su gesta internacional, desde Argentina, los autores Scarpino y Caldarella, le dedican: “Canaro en París”.
A su regreso “construye” el tango sinfónico que le daba otra coloratura y otra dimensión de mayor elaboración, no obstante haberse encauzado de muy temprano a ese tempo de creación.
También, era común, bien avenido el tango fantasía, algo que lo elaboró posteriormente quiera fuera su joven pianista: Mariano Mores.
Volviendo a sus raíces más auténticas, recupera el ritmo bailable, con su famoso “Quinteto Pirincho”, dedicado inicialmente a registros producidos solamente en estudios de grabación.
Francisco Canaro, era un estudioso que siempre estaba forjando algo más ambicioso, se permitió incursionar en comedias musicales, permitiendo que la obra central siempre contenga una de las tantas canciones que luego el público consagraría como las más populares.
Todos los medios artísticos en la Argentina del 30´ y el 40´eran pura creación, tanto el teatro como el cine, la radio, y los discos alimentando un resultado que la difusión aseguraba.
Francisco Canaro ha sido también prolífico autor, cuyos éxitos siempre han sido frecuentados por todos los intérpretes. Una producción avasallante compone su repertorio escrito:
“”Charamusca”, “La tablada”, “Puentecito de plata”, “Pinta brava”, “El chamuyo”, “La brisa”, “La última copa”, “Sentimiento gaucho”, “Los indios”, “Sufra.!”, “Casas viejas”, “La muchachada del centro”, “Nobleza de arrabal”, “El opio”, “Tiempos viejos”, “Julián Navarro”, “Adiós pampa mía”.
También poseía valses, rancheras, milongas, zambas; algunos títulos que prestigian su carrera: “Paja brava”, “Yo no sé qué me han hecho tus ojos”, “Dónde hay un mango”, “Se dice de mí”, “Corazón de oro”, “Milonga canyengue”, “La jujeña”.
Francisco Canaro encarna al creativo de cuantiosa obra, dada su capacidad laboral y la búsqueda permanente por nuevos sonidos, ensayar con más o menos instrumentos, apelar a todas las posibilidades de la música.
Contribuyendo al gran bastión que la música argentina arrancando por el tango, Francisco Canaro se labró una carrera envidiable. Como la lucha constante por lo social y sindical de cada intérprete, trabajador incansable, base loable del sonido y su proyección.
Uno de los grandes éxitos, fue “Adiós pampa mía”, compuesto por Ivo Pelay, letra, con la música de Francisco Canaro y Mariano Mores.
Fue en el Teatro Alvear, donde Roberto Arenas lo cantó con la Orquesta de Francisco Canaro en el año 1945.
“Adiós, pampa mía, / Adiós, me voy a tierras extrañas…/ Adiós, caminos que he recorrido, / ríos, montes y cañadas, / tapera donde he nacido… / Si no volvemos a vernos, / tierra querida, quiero que sepas / que al irme dejo la vida. / Adiós, tierra querida, me voy.” /
Francisco Canaro logró una buena posición económica, dado el éxito de todos sus emprendimientos, de allí que el hombre pueblo utilizó como refrán lo que todos repetían, para denotar al adinerado: “Tiene más guita que Canaro.”