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Secretos de San Roque, tesoros y túneles

Del libro “Aparecidos, tesoros y leyendas” de Moglia Ediciones.

Sabado, 13 de enero de 2024 a las 18:42

Cuál fue mi sorpresa que relatando una leyenda sobre el pueblo de San Roque, Corrientes, se disparara una serie de controversias. 
Una de ellas, que en la población que fuera Capital sustituta de la Provincia, de acuerdo a las constituciones históricas no existió esclavitud, respondí que -donde hubiera seres humanos y sacerdotes habría esclavos, negros e indios por igual, circunstancia innegable por las tumbas que acreditan su existencia. 
El caso es que en el lugar que funcionó el Club Social, hoy Martínez de Ibarra y Berón de Astrada como escribí en otro texto antes de ahora, se produjo un hecho increíble con el descubrimiento en el fondo de la finca de la tumba de esclavos que tuvieron horrible muerte, asesinados por su dueño, un tal Méndez. 
Entendí haber agotado el tema sobre esa casa, hoy dividida en dos por la familia propietaria. 
En el patio de la finca unificada todavía en épocas de Morón, antiguo propietario, hasta hace poco se veía aparecer luces en el antiguo aljibe o pozo de balde, que como era costumbre tenía tapas de hierro en su brocal para proteger a los niños y otros.
La más asombrada de todos era una cantinera de apellido Sosa, pero no era la única que veía ese extraño suceso, llamaradas relucientes salían del aljibe bailando entre sombras que se movían al compás de una música inaudible, luego, las sombras con figuras humanas volvían al lugar de origen. A la cantinera la tildaban de mentirosa, a alguno que veía lo encriptaban como caú, (borracho), el proceso de no aceptación de lo que se ve es una autodefensa del ser humano ante lo incomprensible, situación grave por cierto porque cuando lo normal no tiene explicación ingresamos al mundo de lo anormal, de lo secreto, mundo de los espíritus, fantasmas y otras yerbas que tanto aterran a muchos. 
El caso es que algunos de los observadores, los silenciosos, se pusieron de acuerdo con los dueños de la finca y procedieron con todo sigilo a explorar las profundidades del lugar de antaño, taparon los accesos y vistas del sitio, descendieron con equipos de luces, arneses, palas, picos, doble juego de correas para seguridad más oxígeno. 
Sacaron basura, escombros, avanzando lentamente. 
Despejado el lugar subterráneo asentado en ladrillos cocidos y arcos romanos de una perfección envidiable, munidos de un rastreador de metales fueron barriendo el sitio. Sonaba y todos prestaban atención, en trípodes las luces instaladas daban una perfecta visión. Una bomba de agua desagotaba las filtraciones que se producían de capas freáticas, el espacio era grande, un sótano abovedado. 
El sonido indicaba un objeto metálico, aparecieron armas antiguas, mosquetes, cuchillos, bayonetas, botones… y de pronto una pared que al golpe de pico se derrumbó, los tirantes colocados para sostener la estructura se movieron un poco, detrás de la pared de ladrillones estaban perfectamente alineadas cuatro ollas negras de hierro con tapas, una a una fueron extrayéndolas. El contenido de las mismas era un inmenso tesoro, indescriptible, monedas de todo el mundo de oro y plata, joyas y piedras preciosas, hasta una barra de plata potosina. Los socios se miraron con sorpresa, mantuvieron la calma, varias sombras jugueteaban alrededor, ellos lanzaban agua bendita, se escuchaban ruidos como gemidos y llantos…, más agua bendita. 
Una vez en el exterior sin muchos rodeos, los dos hermanos y cuatro socios de la empresa se repartieron el tesoro, a ojo de buen cubero, cada cual con lo suyo ya otra cosa. 
Juraron guardar el secreto, y lo hicieron. En los días posteriores se encargaron de devolver al interior toda la basura extraída, procediendo a rellenar al aljibe con camionadas de tierra, sobre el acceso derribado, una carpeta de cemento que sirvió de base a una construcción posterior, un gran salón de ventas. 
Cuentan los pobladores, que los beneficiarios del tesoro reciben la visita de los fantasmas custodios del mismo, no sabemos si es cierto o no. 
Ah, me olvidaba tampoco dijeron que el aljibe se conectaba con los túneles de San Roque, que posteriormente serán descubiertos por un Intendente, que pidió ayuda al gobierno provincial para rescatarlos y ponerlos en valor y nadie le llevó el apunte. 
Así entre tesoros, fantasmas y túneles vive la ciudad de San Roque con sus secretos.

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