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/Ellitoral.com.ar/ Sociedad

“Tenemos chicos sin saber leer en secundaria; están condenados por el mismo sistema"

Salvarezza es especialista en lingüística y alfabetización.  Fue discípula de Noam Chomsky y es directora del Instituto de Neurociencia y Educación (INECO). Explica la importancia de un sistema educativo sólido a través de métodos de enseñanza eficaces.  

Por Carlos Lezcano, Belé Da Costa 

y Eduardo Ledesma

n En el mes de febrero durante la reunión del Consejo Federal de Educación se acordó que a fines del mes de abril cada provincia presentará su propuesta de alfabetización del nivel inicial. Los equipos técnicos del Ministerio de Educación se encuentran abocados en este momento a dar los trazos finales a la propuesta de Corrientes. Nación propuso a las provincias la libertad de métodos del proceso de alfabetización.

Por este tema conversamos en el programa “Hoja de Ruta”, de El Litoral Radio con Florencia Salvarezza. Es especialista en lingüística y alfabetización. Directora del Instituto de Neurociencia y Educación (INECO). Es profesora de la Unicaba en temas de alfabetización y directora de la diplomatura en trastornos del aprendizaje de la Universidad Favaloro. Es una discípula de Noam Chomsky, de sus años en el departamento de lingüística del Massachussets Institute of Technology (MIT), en Estados Unidos. 

—¿Qué significa libertad de métodos? 

—Esto de libertad de métodos, quiero ubicarlo en el mundo del sistema educativo argentino. La realidad es que, como tenemos un sistema federal, cada provincia decide. Entonces, me parece bien que se abra la conversación. Lo ideal sería que toda la educación del país, que no importa dónde nació un niño, reciba la mejor educación posible. Entonces, ahí lo de la libertad de métodos es un poco más difícil. 

Respecto de los métodos, hay dos grandes grupos de métodos: uno son los métodos constructivistas, psicogenéticos, basados en la comunicación, constructivista social, social comunicativo, global, balanceado, heterogéneo o equilibrado. Todo eso es un mundo. Y el otro mundo son los estructurados o sistemáticos o explícitos. 

La gran diferencia es no tanto en lo que se deja de lado, sino en cómo se trabaja en el aula. Los métodos que se hacen en general en Argentina desde hace 40 años, son métodos donde se espera que el niño, expuesto a la lectura, a los libros, a que el docente le lea, al ambiente alfabetizador, a que haya muchas lecturas en la escuela pero también en la casa, lo cual es muy complejo porque hay niños que no tienen esta opción en la casa, que expuesto a todo esto y mediado por el docente, es decir, con un docente que le lee y le transmite el amor por la lectura, el niño de a poco construye, en términos del constructivismo, desarrolla, construye por sí solito los rudimentos para aprender a leer. Y que la lectura es mucho más que poder decodificar y que el niño tiene que poder darle sentido a un texto. Entonces, en este marco, el docente tiene un rol de mediador entre el niño y el mundo alfabetizado, donde lo expone, lo estimula y le da el amor por los libros. Esto es, idealmente, lo que sucede. Lo que pasa en la práctica es que pasamos de ser el primer país en nivel de alfabetización de América Latina a ser el anteúltimo, con estos métodos. Con lo cual, esta es la evidencia. 

—¿En cuántos años perdimos todo ese estatus? 

—Treinta y pico. 

—¿Y la recuperación de eso nos va a llevar en la misma cantidad, o se puede en menos, o mucho más? 

—No, se puede en menos, pero nos va a llevar mucho tiempo. Tenés que pensar que los niños que están ahora en la escuela, en tercer grado, les enseñaron, entre comillas, a leer de esta forma. 

—¿No parece que estamos hablando de algo dramático?

—Es dramático. Es dramático.

—¿Cuál es el otro método? 

—El otro método es un método donde, además de leerles y mostrarles los libros y todo, se les enseña las letras y sus sonidos. Es decir, se enseña de modo explícito y sistemático, por eso el nombre, cada una de las letras, cómo se escribe y cómo se dice, cómo se lee. Y se practica la lectura de modo oral, en clase, desde el comienzo del primer grado. A ver, te lo voy a convertir en otra cosa. Si vos querés que tu hijo aprenda a jugar al tenis, o que aprenda a tocar el piano, le vas a dar el piano, o la raqueta y la pelota, y lo vas a poner a practicar un rato largo, todos los días, ¿no es cierto? Raqueta y pelota todos los días, o tocar el piano todos los días, enseñándole cuáles son las teclas de cada nota y cómo se ponen los dedos, o cómo se agarra la raqueta y cómo se pega la pelota. Eso es estructurado, sistemático y explícito. Lo que hace el otro método es poner el partido de tenis de Federer, o una sonata de piano, y mostrarle cómo toca Marta Argerich, y después decirle a ver, toca un poquito. 

—La clave es el docente, uno que enseña. 

—Exactamente. Una de las cosas que hay que recuperar en el sistema educativo de la Argentina es el rol del docente. El docente sabe cosas que el niño no sabe. Por eso es un docente. Para eso está el sistema educativo. Y no es tan mal que sea así. Los niños saben un montón de cosas que el docente no sabe, seguramente. Tienen experiencias diversas, un montón de cosas. Pero hay un cúmulo de conocimientos, de saberes, como se dice ahora, de información, de habilidades, de cosas, que la sociedad decidió, y para eso tiene el sistema educativo, que todos sus ciudadanos deben aprender, para ser ciudadanos libres, completos, autónomos, poder hacer de su vida lo que puedan y quieran, y no limitarlos. 

Para esto, tenemos que enseñar a leer, a escribir, a sumar y restar. Y esto hay que enseñarlo, porque algunos niños llegan al colegio sabiendo esto. La gran mayoría no. En un país con el 50% por debajo de la línea de la pobreza, la mayoría de los niños no lo sabe. Y además, aunque lo sepa, el rol de la escuela es enseñarlo. Entonces, esta discusión de métodos, también es la discusión de cuál es el rol del sistema educativo. Está plasmado de un modo muy claro, tenemos que enseñar todo lo que los niños deben aprender. Y no importa cómo llegaron a la escuela el día que llegaron, cuando salgan del sistema educativo, todos tienen que tener las mismas herramientas para poder ser ciudadanos completos en nuestra comunidad. 

La discusión de métodos no es menor. Si vos tuvieras que llevar a tu hijo al sanatorio porque está con una apendicitis, o no sabés que tiene, o te dijeron que tal vez tiene algo grave, ¿irías a un hospital donde tenés los médicos que estudiaron en la universidad y que hacen lo que dicta el colegio de medicina? ¿O irías a un hospital donde hay curanderos y médicos y otros hacen homeopatía y te va a tocar a alguno que haga lo que él cree que sirve? 

—Con la evidencia científica que tenemos hoy, nuestros niños y niñas, ¿en qué grado o en qué edad aprenden a leer? 

—Y con este nuevo método, imagino que desde la primera instancia se podría. La evidencia científica muestra dos cosas muy importantes. Una, no importa en qué idioma, los procesos cerebrales para aprender a leer son siempre los mismos. Y dos, si yo les enseño a los niños a leer, los niños aprenden a leer más o menos a los cuatro o seis meses de haber comenzado su primer grado o la instrucción formal, es decir, mediados de primer grado. Pero esto quiere decir que con métodos estructurados los chicos en el primer mes de clase ya empiezan a leer en voz alta en clase. La clave de esto es la evaluación. 

—¿Cuándo? 

—La evaluación debe hacerse, es continua. La evaluación forma parte del proceso de aprendizaje y de enseñanza. Yo te enseño algo y voy midiendo si lo aprendiste para ver si tengo que volver sobre eso, si tengo que ocuparme de algún niño que no está aprendiendo como yo espero que aprenda, es decir, con los ritmos del resto de la clase. En general, hay dos niveles de evaluación. Una es a nivel nacional o censal de todos los niños y otra cosa es el docente en el aula. Si yo hago que los niños lean en voz alta en clase desde el comienzo de primer grado, de algún modo voy evaluando en el sentido de que los escucho todo el tiempo y me doy cuenta en la clase quién necesita más práctica o más instrucción.

Además de esto, que esta es la evaluación formativa en clase constante, debería haber evaluaciones dentro de las escuelas, de modo censal, es decir, que todos los niños se evalúen por lo menos comenzando a fin de primer grado. 

—Pero se está hablando de tercer grado. 

—Sí, eso es tercer grado porque nosotros tenemos dos cosas, un cúmulo de cosas muy perjudiciales para el sistema y sobre todo para los niños, que es la unidad pedagógica, que quiere decir que hay que esperar hasta segundo o tercer grado, segundo ahora, pero el primer ciclo es hasta tercer grado. 

—¿No se pierde la oportunidad? 

—Absolutamente. Se pierden muchísimas oportunidades y dejamos niños analfabetos en cuarto grado. Pero quiero decir algo que es muy importante. Evaluar antes no quiere decir que los niños tengan que repetir, quiere decir que el docente tiene que volver a trabajar con ellos en ese momento. Por eso la evaluación debería ser constante y yo necesito evaluar todo el tiempo para ir viendo con quiénes desde abril, mayo, junio tengo que trabajar un poco más. Eso se llama respuesta a la intervención y es lo que me permite trabajar con todos los niños independientemente de su ritmo de aprendizaje y que no se me caigan del sistema y no perder ni oportunidades ni niños por el camino. 

—¿Y qué docentes tenemos que tener para eso? 

—Docentes bien formados, formados en lo que llamamos educación basada en la evidencia, formados con métodos de enseñanza, enseñarles cómo se enseña a leer y escribir, que es un proceso que se da en conjunto, leer y escribir. Enseñarles que enseñar y evaluar no es violento que decirle a un niño, corregir cuando se equivoca, forma parte del proceso de aprendizaje. Las escuelas argentinas se llenaron los últimos 20 años de carteles que están muy bien, que dicen “está bien equivocarse, hay que equivocarse para aprender” y es cierto, pero detrás tiene que venir el docente que explique el error y lo corrija. Si no, no es aprendizaje. 

—Tenemos en la Argentina un contexto social bastante complicado por los niveles de pobreza y de indigencia. ¿Cómo se trabaja eso en la educación? ¿Cómo se equipara? ¿Cómo se llega a un criterio de igualdad? 

—Justamente la educación es lo que te permite eso. Hay que darle vuelta. Desde Sarmiento, la educación es lo que permite a la gente crecer internamente, desarrollarse, poder estudiar, poder dejar de ser un trabajador manual a la economía del conocimiento. Y es lo que permite, hay cuadros maravillosos que muestran la diferencia entre los países que invierten en educación y en economía del conocimiento y los que no, cómo crece su población en términos de PBI, de ingresos y de desarrollo general. 

Entonces, lo que sí sabemos, y esto es fundamental, hay dos cosas. Uno, no es que los niños pobres aprenden de un modo distinto. De ninguna manera. La pobreza no puede ser escudo o excusa de la educación. Lo que sabemos es que hay niños que requieren mucho más tiempo y exposición a los aprendizajes porque vienen con menos historia cultural de la casa, historia cultural de la alfabetización. Entonces, cuanto más estructurado es el método, mejor aprenden todos. Los que tienen una historia cultural de alfabetización más importante y los que menos. Los que van a tener un trastorno de aprendizaje y los que no. Los que son más favorecidos y los que están por debajo de los límites de la pobreza. 

—¿Podes citar ejemplos? 

—El ejemplo más importante de esto es Perú. Hablando en términos regionales. Perú en los últimos 20 años hizo un cambio brutal en el sistema educativo y uno no podría decir que Perú es un país mucho más rico que nosotros ni que tiene una población por debajo del límite de la pobreza mucho menor que la nuestra y además tiene problemas sociales muy complejos y Perú se tomó el sistema educativo como una política de Estado. Igual que la cuestión económica, el Banco Central. Entonces, Perú pasó de ser uno de los peores países regionales a estar en las pruebas anteriores a las ERCE, las anteriores, igual que la Argentina sin haber duplicado su resultado simplemente por haber decidido que la educación era una cuestión de Estado que las decisiones basadas en la evidencia y que funcionaban se sostenían y haber trabajado en métodos de alfabetización estructurados. Entonces, eso sabemos que sucede y que se puede cambiar. Con lo cual, no es un tema de pobreza. El Salvador, en las últimas pruebas regionales, el país, El Salvador, en las últimas pruebas regionales, 2019, rindió mejor que Argentina. Así que, no tiene que ver con la riqueza del país. 

—Por lo tanto, podríamos decir que es la educación el arma de libertad, la herramienta más formidable para una proyección de desarrollo, para una movilidad social, y no que los pibes vayan a trabajar por necesidad de sus padres. El mejor lugar donde pueden estar es en la escuela. 

—No lo podría haber dicho mejor. Exactamente así. La educación es la base del desarrollo humano. Y la realidad es que necesitamos, volviendo al comienzo, al sistema federal, necesitamos que, no importa dónde, si en el Chaco, en Formosa, en Neuquén, en Buenos Aires, que el código postal no te determine. 

—Para eso necesitamos que la formación docente sea igual de buena en todos lados. Puede ser un sistema federal, pero hay que llegar a acuerdos fundamentales. 

—Claro.

—En este sistema federal que supuestamente tenemos hoy, ¿cuál es la evidencia que vos tenés? Porque nosotros lo que sabemos es que en Buenos Aires se puede llegar a aprender mejor que en una escuela de Corrientes, por ejemplo. 

Me parece que dijiste algo muy importante que es que se puede. Y ese es el problema. No debería depender de la escuela. Porque nosotros hemos hecho trabajos de investigación en la provincia de Buenos Aires en el 2019. Estamos concluyendo ahora el informe de uno que se hizo ciudad de Buenos Aires en el 2022 y 2023. Y la diferencia entre escuelas de un mismo distrito es abrumadora. Pero abrumadora. Cruzás la calle y tenés una escuela con un docente que es la imagen de lo que uno espera de un docente. Y cruzás la calle y del otro lado tenés un docente que no va, que falta y que le falta formación. Y está literalmente cruzando la calle. Eso no puede ser. Porque la educación pública tiene que ser para todos. Y como decía recién, no importa el código postal o la calle que cruces. Porque debería ser, como en muchos países del mundo, que uno va a la escuela que le toca por el barrio. No que tengas que elegir la mejorcita o la menos peor. 

—Claro. La del centro, ¿no? Qué es lo que pasa acá. 

—Exacto. La del centro o la que no faltan los docentes. Porque el ausentismo es de los dos lados. Porque los niños faltan y los docentes faltan. Y esto lo que muestra es algo muy importante, que es necesitamos recapturar el valor de la educación. Los chicos tienen que estar en la escuela todos los días, muchos días al año. No algunos días del año. Cuando en el 2019 hicimos un estudio en la Provincia de Buenos Aires, encontramos una familia en la puerta de una escuela un día que no llevaba el niño a la escuela, uno de los del grado. Y cuando le preguntamos, dijo, si total, da lo mismo que venga o que no venga. Esa es la imagen de lo que no puede hacer. No puede hacer lo mismo. 

—¿Qué es lo que tenemos que hacer para achicar la brecha que hay entre lo que decimos de la educación y lo que hacemos por la educación? 

—Hay varias cosas. Creo que vuelvo sobre un concepto que es educación basada en la evidencia. Hay muchas teorías divinas de cosas, pero hay que basarse en lo que sabemos que está aprobado. Entonces, creo que se necesita una decisión política. Hay un famoso dicho que dice no se puede hacer una tortilla sin romper huevos. En un punto hay que tomar la decisión y decir, señores, tenemos que esto está mal y no me alcanza con decir que está mal o comprometerme a un programa de alfabetización. El programa de alfabetización tiene que tener objetivos. Los objetivos tienen que estar en primer grado para que no se me caiga nadie porque existe algo que se llama Mateo y que muestra que los niños que empiezan los primeros grados en los niveles más bajos de la lectura solo abren la brecha con los niños que están en la media de su grado a nivel que suben los grados. 

—¿Por qué se llama Mateo? 

—Viene de la Biblia. El que más tiene más se le dará y el que menos tiene menos tendrá. Es así de simple y está totalmente estudiado. Insisto, no es que esté estudiado acá en Argentina. Está estudiado en el mundo. Se llama en educación el efecto Mateo por eso si yo mido en primer grado puedo trabajar si yo mido a mitad de primer grado puede ir trabajando para que en la evaluación final de primer grado sepa cómo están todos mis niños que además como los escuché leer desde el comienzo no tengo uno que de golpe digo ¡Uy! Juancito no lee. Eso no me va a pasar. Eso pasa ahora. Ahora pasa que hay niños en cuarto, quinto, sexto grado. El otro día salió en X, X Twitter una nota de un niño en secundaria que era en alfabeto. Insisto, secundaria. Había hecho todo el trayecto primario y mitad del secundario sin leer ni escribir. ¿Cómo puede ser? Ese chico está condenado y lo condenó el mismo sistema educativo. 

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