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La humildad es sabiduría

Por el Dr. Juan José Laprovitta.

Por El Litoral

Miércoles, 14 de mayo de 2025 a las 17:41

Lo verdadero y bueno se ofrecen a la contemplación, y su viva simbiosis marca la integridad del ser y hace surgir la belleza de la sabiduría sólo en la humildad. La sabiduría es la experiencia de la vida en su devenir, alumbrada por la observación, el estudio, el trabajo, los anhelos.. y asumida como escuela  para aceptar las luces y corregir las sombras. Y así, desde la humildad, la luz se eleva en el seno de la oscuridad para alumbrar el esplendor de la Verdad. Y en estos tiempos donde la soberbia nos satura con sus múltiples expresiones, y que a veces tienen hasta una hipócrita piel de cordero, se impone no olvidarnos y tener siempre presente  al testimonio silencioso sin parangón, del gran Papa Benedicto XVI, que nos abrió a todos su honda sabiduría, para reconocer la Fe y comunicarla a todos, pero sobre todo, lo que ha vivido ante nosotros: la humildad del principio y final de su pontificado como hondo contenido de cada uno de pasos. “Después del gran Papa Juan Pablo II, los señores cardenales me han elegido a mí, un simple y humilde trabajador de la viña del Señor”. Y después de haber trabajado tanto, confiesa con honda humildad, que ya no puede hacerlo.

Con el paso del tiempo en los ocho años de su Pontificado, jamás asumió una actitud para llamar la atención, ni utilizó expresiones casuales, jamás ha dicho una cosa en lugar de otra, ha evitado cuidadosamente reducciones, confusiones y ambigüedades. Y esto es una cualidad del lenguaje que tiene algo de sobrenatural. Nadie, como él, supo ser tan nítido, preciso y agudo, penetrando en cualquier profundidad y dificultad, dando luz a la oscuridad y sencillez a la confusión. Para el talento prodigioso de Ratzinger, no hubo cima del pensamiento que no haya sido accesible, no hubo tema delicado que no haya abordado, no existió gesto o pregunta humana que no haya recibido de él honor y consideración. Desde el 2005 cuando asumió el Pontificado el 24 de abril, expresó con hondura que su vida siempre desde la humildad, estaba aferrada a Cristo: “La primera iniciativa es de Dios”. Por esto, como Vicario de Cristo, hizo constructivamente una crítica lacerante de los males de la Iglesia, de la “suciedad”, en la meditación de Viernes Santo, días antes de ser electo Papa; la condena firme y decisiva sobre la pedofilia y la falta de unidad, que recuerda hasta el final.  Demostró la irreductibilidad del hecho cristiano. En todas partes se ha puesto delante de todos, consiguiendo de hecho ampliar la razón, en una actitud de libertad creativa. En el 2006, en Ratisbona, la grandiosa afirmación del Dios-Logos y  demostrando que la razón es relación con el Misterio, frente al drama palpable del nihilismo que corroe el nexo entre el yo y el sentido de la realidad, entre la razón y la verdad y donde la verdad deja de existir generando el “desierto” que desea atravesar como peregrino, como dijo al comenzar el Año de la Fe para testimoniar la Verdad. Luego en Auschwitz  dijo: “Debemos seguir elevando, con humildad y perseverancia, ese grito a Dios: “Levántate. No te olvides de tu criatura, el hombre”. Y el grito que elevamos debe ser , a la vez, un grito que penetre nuestros corazones, para que se despierte en nosotros la presencia escondida de Dios”. En el Bundestag de Berlín en el 2011 afirmó la identidad cristiana de Europa, como el encuentro entre Jerusalén, Atenas y Roma enmarcándolo como el corazón dócil de Salomón. En el  2010 consagró en Barcelona la Sagrada Familia de Antoni Gaudí: “En este recinto Gaudí quiso unir la inspiración que le llegaba de los tres grandes libros en los que se alimentaba como hombre, como creyente, como arquitecto: los libros de la Naturaleza, de la Sagrada Escritura y de la Liturgia…para que toda la creación convergiera en la alabanza divina, para poner ante los hombres el Misterio de Dios revelado en el nacimiento, pasión, muerte y resurrección de Jesucristo….Gaudí  demostró la belleza de las cosas y Dios como belleza”. En el Escorial dijo: “La búsqueda de la Verdad sin adjetivos es el signo más grandioso de lo humano y el mejor servicio a la libertad, y cuando el conocimiento o el gobierno prescinden de esta búsqueda, se asoman al precipicio del totalitarismo”. En el 2012 les habló a sus antiguos alumnos y allí pudimos aprender cómo se puede enseñar lo que es verdadero:” ¿Quién de nosotros se atrevería a alegrarse de la Verdad que encuentra? Nos surge inmediatamente la pregunta: ¿Cómo se puede tener la Verdad? Nadie puede decir “tengo la verdad”, ésta es la objeción que se plantea, y efectivamente, nadie puede tener la Verdad. ¡Es la Verdad la que nos posee, es algo vivo! “ Y aquí caemos en la cuenta que ante la palabra “verdad” tenemos una idea reducida de ella, como si fuera un esquema, una medida. Mientras que para Benedicto XVI, la Verdad es un  Hombre excepcional que sale a nuestro encuentro y nos pregunta: “¿Me amas por encima de todo?”, como le dijo Jesús a Pedro. Y si le decimos sí, nos posee! ¡Esta es la Verdad: Cristo que nos posee!

Y por todo esto y mucho más, y porque no se prestó a los intereses del mundo y a los enemigos externos e internos de Cristo y de su Iglesia de siempre, fue el Papa que más sufrió y sufre en vida una hostilidad ni siquiera disimulada, con inicuas calumnias, críticas injustas, actitudes y gestos perversos y un sinnúmero de bajezas, que lo llevaron al sufrimiento de la desolación y a la gran tribulación, a su renuncia. Trágica realidad para la Iglesia y el mundo. ¿Qué hemos hecho para evitar esta verdadera tragedia?

Y aunque, seguramente, una sombra dolorosa pesa en el camino de la Iglesia por su grave crisis de Fe, Benedicto XVI en humildad silenciosa, desde su claustro de ayuno y oración, es como un padre que da la vida por sus hijos, reflejando para todos un amor que se asoma en sus ojos, expresando una paz que desborda su corazón, porque Cristo lo posee. Que su oración penetre los Cielos para abrirnos la gracia de una Fe renovada y militante.

Roguemos para que León XIV, que visitó hace pocos días las tumbas del Venerable Pio XII y de Benedicto XVI, proclame con valentía y ejecute los pilares de la Fe Católica: La Ley de Dios, las Sagradas Escrituras, el Milenario Magisterio de la Iglesia y la Sagrada Tradición, sin ambigüedades, sin acomodaciones según el mundo ni seguimiento herético alguno. Teniendo en cuenta que la Tradición es fundamental, de tradere, traer, llevar, puesto que antes que se escribieran las Escrituras, la Tradición era la única forma de conocer las enseñanzas de Dios. Dice San Juan en cap.21 vers. 25,  en su Evangelio: ”Jesús hizo también muchas otras cosas, si se quisiera ponerlas por escrito, una por una, creo el mundo no bastaría para contener los libros que se podrían escribir”. Que Nuestro Señor Jesucristo, Sumo Sacerdote, y la Virgen María, Madre de la Iglesia, la protejan del enemigo. Así sea.

Corrientes, Argentina, mayo del 2025, mes de la Santísima Virgen María  

 

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