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La memoria única bandera de la Plaza de la Dignidad

Por El Litoral

Martes, 06 de junio de 2006 a las 21:00
La plaza hoy, sin carpas. Apenas un monolito hace el "aguante".
Un pequeño monolito, ubicado en la plaza 25 de Mayo en inmediaciones de la esquina de 25 de Mayo y Salta, es el único ícono de la Plaza de la Dignidad. El monumento, plantado por los docentes autoconvocados, es el testimonio mudo de aquel heterogéneo espacio social y político que fue motor del movimiento que provocó el derrumbe del régimen nuevista en el año 1999, la instalación de un precario gobierno colegiado que terminó dilapidando el escaso crédito popular para finalmente hacer derrapar a la Provincia hacia una nueva intervención federal.
Parece historia vieja, sin embargo sucedió no hace mucho tiempo, apenas siete años. Hoy se cumple un nuevo aniversario de la instalación de las carpas del aguante en la plaza 25 de Mayo, frente a la Casa de Gobierno y la Legislatura.
El desembarco de los autoconvocados, los docentes, los empleados públicos en la plaza se produjo el 7 de junio de 1999, luego de una multitudinaria marcha hacia el Puente “General Belgrano” donde se interrumpió el tránsito un par de horas. Luego de la manifestación en el Puente la columna volvió a la plaza donde se instaló el campamento. No eran más de tres o cuatro carpas y en la primera noche sus habitantes debieron soportar una torrencial lluvia que lejos de provocar desanimo contribuyó a templar el espíritu.
Con el correr de los días nuevas carpas crecieron como hongos. El aguacero inicial pareció fortalecer las raíces de un reclamo popular que había comenzado a germinar mucho tiempo antes.
A la semana, la plaza 25 de Mayo, que ya había pasado a denominarse la Plaza de la Dignidad, estaba totalmente cubierta de carpas. Frente a la sede gubernativa y el palacio legislativo se levantaba una gigantesca y multicolor toldería que albergaba a representantes de diversos sectores sociales, gremiales y políticos, unidos por un mismo objetivo: producir un cambio.
El reclamo salarial era el denominador común, pero los “placeros” también esgrimían otras exigencias para poner fin a los desbordes del poder de turno. En la comunidad de las carpas, que se transformó en un amplio ambito deliberativo, proliferaban las posturas y líneas de acción.
En el mes de julio el escenario institucional sufrió un brusco cambio con el desalojo del Partido Nuevo del Gobierno, primero del provincial y luego del municipal. La llegada del denominado Gobierno de Coalición -una entente legislativa integrada por pactistas, justicialistas y radicales- no disipó los reclamos. El clima de efervescencia social se aplacó, pero la falta de respuestas a los problemas puntuales hizo que la Plaza de la Dignidad siguiera firme, pese al deseo de los políticos encaramados en el poder de mandar a la gente nuevamente a sus casas.
El final de aquel período agitado de la historia de Corrientes habría de llegar con sangre y fuego. El 17 de diciembre de 1999, el brutal ataque de la Gendarmería Nacional a los manifestantes autoconvocados que cortaban el puente, puso fin a la gesta popular. La intervención federal a Corrientes había sido decretada un día antes por el gobierno de Fernando de la Rúa. Dos muertos y medio centenar de heridos sembraron el camino para el desembarco del radical cordobés Ramón Mestre.
Con el paso del tiempo, las carpas del aguante que se habían instalado un 7 de junio (Día del Periodista) fueron desapareciendo. A siete años, de la Plaza de la Dignidad solo quedan recuerdos. Apenas un monolito sobrevive al paso del tiempo. La principal bandera hoy es la memoria, mientras muchos reclamos y reivindicaciones que alimentaron aquella gesta popular todavía sin respuestas.

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